Lights

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Jade estaba molesta, no le gustaba perder el control de las cosas en su vida, ahora mismo todos estaban dándole órdenes y para darle el toque final Festus no tenía su café.

Solo estaba obligada a asistir a cuatro de sus clases ese día, ya que las siguientes dos eran con el mismo maestro que, aún no sabía si para bien o para mal, le había permitido ausentarse de las lecciones hasta la presentación de "The girl in a mad world", la obra del profesor O'connell.

Tenía permiso de faltar a clase de Sikowitz con una única condición: Ensayar cada una de las escenas con Victoria. Debía aceptar que, si bien se había suavizado un poco por estos días, solo lo hacía para la obra, ya que no tenía intenciones de relacionarse con la latina de ninguna manera, desde el día uno la había odiado y por mucho que sus emociones intentaran controlarla ella sabía que era algo que no se podía permitir.

Guardó sus cosas en un pequeño bolso de mano y se puso la chaqueta de cuero que tanto le gustaba, caminó hasta su casillero esperando no cruzarse con nadie pero tuvo la pésima suerte de que mientras pasaba por el armario del conserje escuchó con bastante claridad un par de gemidos que sonaban de todas formas menos sexuales.

—¡No, no quiero estar en casa tanto tiempo! —esa voz la conocía bien, se trataba de Victoria.

—No, mamá, no estaré allá más tiempo del necesario mientras Zack esté ahí, no volveré a pasar por eso, ¡¿por qué no puedes entender que aún recuerdo todo sobre esa noche, crees que olvido como me drogó y abusó de mí?

Paró en seco con aquellas palabras, ¿qué carajo había escuchado?

—¡Me importa una mierda que sea mi tío, me importa una mierda que sea tu hermano y me importa una mierda que hayan pasado doce años, eso sigue dándome pesadillas cada maldita noche y si tú no me apoyas no voy a discutir contigo!

Jade se alejó, no sabía qué hacer exactamente así que siguió caminando por el pasillo hasta su casillero, dejó sus cosas y tomó su celular para escribirle precisamente a Tori cuando la vio salir del pequeño cuarto, tenía los ojos y pómulos teñidos de rojo, los labios hinchados y caminaba con cabeza gacha.

Se sintió terrible, había escuchado todo pero... ¿Qué se supone que debía hacer si ella no le decía nada, iba a decirle que sin querer había invadido su privacidad? No, imposible.

—Oye, Vega.

La miró, estaba visiblemente enojada y la decepción era bastante perceptible.

—¿Qué ocurre, Jadelyn? —rodó los ojos, su padre era el único que la llamaba Jadelyn y lo hacía tan pocas veces que estaba segura de que podría contarlas con los dedos de una mano. Victoria parecía muy molesta, pero la tristeza y el miedo parecían predominar en sus ojos oscuros dejándola con muchas más dudas que certezas. Miró al suelo moviendo ansiosamente los pies, buscando la forma correcta de hablar.

—Tenemos —suspiró, en definitiva estaba perdida ahora mismo —...Tenemos que ensayar, yo... ¿Estás bien?

Los ojos de la contraria estaban a punto de explotar en lágrimas otra vez, y ella no supo hacer otra cosa que acercarse y abrazarla

—Yo... No, no lo sé —la voz de la castaña salió entre sollozos suaves, y la culpa invadió cada poro de la azabache; Jade West era una persona fría, distante e incluso odiosa. Llevaba seis meses haciendo de la vida de Victoria un infierno pero aun así comprendía que si la dejaba sola, ella podría derrumbarse y aunque le costase admitir que le importaba, claramente estaba preocupada por la chica.

—Ven, vamos a mi auto y allá podrás contarme qué te pasa —la tomó de la mano sintiendo un escalofrío recorrerla por completo y ambas se encaminaron a la camioneta de la gótica, una vez allí Jade condujo hasta llegar al bosque que tanto le gustaba, y Tori lo reconoció de inmediato, también era su lugar.

THE LOOK IN HER EYES [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora