Revenge

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Los Vega se sentaron en frente de una mesa de madera desgastada a la espera del único encuentro que tendrían antes del paso por los juzgados; los tres estaban siendo vilmente devorados por los nervios y la ansiedad.

Victoria no hacía otra cosa que jugar con un anillo que Jade le había obsequiado como regalo de navidad, intentaba con todo su ser no colapsar justo ahí, y es que tenía demasiadas cosas en las cuales se sumían sus pensamientos.

Trina, por su parte, se mantenía abrazada fieramente a su padre; él no mostraba ninguna expresión que pudiera leerse, continuaba pensando en cómo se sentía realmente después de todo lo que habían sido obligados a vivir por la crueldad de Holly, la maldad de Zack y tal vez su descuido y poca atención a todo lo que rodeaba a cada miembro de su familia; no encontraba alguna forma de procesar sus emociones.

—O'Brian— escuchó la voz de un guardia, esta fue seguida por un ruido mecánico que terminó por abrir la gruesa reja que las separaba de un cubículo en el cual había varios prisioneros con uniformes color naranja o negros. Asumió que los últimos terminaban por ser peligrosos.

—Tienes quince minutos antes de volver a la celda y estar lista para el juicio.— el hombre se retiró para dejarlos a solas en el pequeño cubículo, no sin antes dejar un saludo al capitán Vega, a quien conocía porque él había sido parte de la cuadrilla que lo había instruido antes de que tomara la decisión de ser guardia del centro de detención penitenciario de Los Ángeles.

{...}

—Estuviste a punto de terminar con mi vida.— Un reproche lleno de decepción, rencor y odio; eso lo primero que Victoria pudo decir apenas el guardia estaba lejos de su campo de visión.

—Tor...

—¡Cállate y déjame hablar, maldición!— golpeó suavemente la mesa observando como Holly abría y cerraba los labios con sorpresa.

—Tú me disparaste varias veces, hiciste que perdiera sangre, que mi corazón dejara de latir y lastimaste a Trina y a papá. No sé cómo tienes la vergüenza de intentar remediar algo que no tiene remedio.

La miró con sorna, dominada por todo el odio y desprecio que jamás había imaginado poder sentir.

—Puedo perdonarte que jamás aceptaras lo que soy, puedo incluso perdonarte por los golpes e insultos que me diste durante toda mi vida, ¡pero jamás te perdonaré haber hecho sufrir a Trina o a papá, y mucho menos a Jade! Ellos son las personas más importantes en mi vida y espero que te pudras en una maldita celda el resto de tus días, porque te lo mereces. Mereces estar sola, mereces a alguien tan asqueroso y repugnante como Zack, te mereces cada cosa que te está pasando ahora mismo y me alegra que sepas que a partir de hoy te verás obligada a recordarnos como lo único que tenías y decidiste perder, porque nosotros nos tenemos entre nosotros... Pero tú, Holly Áin O'Brian...

Sus ojos estaban fijos en los de su madre, sonrió por última vez.

—Tú no tienes nada.— se puso de pie y abrazó a su hermana y a su padre, avisándoles que no tenía deseos de estar allí por más tiempo e iría con sus amigos.

—Aún falta que veas a Zack, hija.— su padre la tomó del brazo con calma, pero ella negó dejando un beso en su sien.

—No quiero verlo, no perderé mi tiempo en un ser tan despreciable que me hizo daño; eso no me ayudará a sanar, no te preocupes, ¿vale?— él asintió, orgulloso de la valentía y fuerza de voluntad que su pequeña poseía.

Era el turno de Trina, quien se había quedado estupefacta por la declaración de su hermana menor:

—Trina...— Holly intentó mirarla a los ojos por algunos segundos siendo víctima de la vergüenza, su hija tenía ojos llorosos y se dio cuenta de que había una mirada de dolor increíble escondida bajo una capa de valentía que no iba a dejarse caer; ese siempre había sido su carácter y no iba a cambiar ahora —Yo... Lo siento.

THE LOOK IN HER EYES [EDITANDO]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن