Deadly Attack

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El reloj marcaba las dos de la madrugada, su cuerpo estaba en una dolorosa posición fetal, su estómago rugía debido al poco alimento que había consumido la última semana. Lo ignoró.

Lo único que iluminaba era la luz de la luna entrando por la ventana, no tuvo ganas de cerrarla, el frío no importaba, nada podría darle calor de todos modos... No si ella no estaba.

La casa se sentía extrañamente vacía, a pesar de que Cat no había dejado de acompañarla a petición de Beck.

Las cosas en Hollywood Arts estaban fuera de control, los maestros estaban consternados con la ausencia de las chicas, pero nadie sabía qué ocurría realmente porque el señor Vega había optado por mentir sobre lo que pasaba con sus hijas, todo para no alarmar a nadie más de lo necesario. Les había pedido a los chicos hacer lo mismo. Él se haría cargo después.

—Tienes que comer algo, Jaydey, y necesitas dormir.— su mejor amiga entró por la puerta de su habitación encendiendo la luz, no tenía fuerzas para rogarle, ni siquiera ella había podido zafarse de la creciente depresión. Sus ánimos estaban por el piso aunque intentara hacer todo en sus manos para disimularlo. Intentó convencerla todo el día de comer más que solo un pote de yogurt, no lo logró.

—No quiero pelear más por hoy, Cat. Peleamos toda la tarde sobre eso y no puedo forzarme a comer más de lo que mi cuerpo resista. No puedo controlar el insomnio, simp...

—¡No sacas nada de esto, Jadelyn August West. Ella no va a volver ahora mismo, y tú no vas a poder seguir buscándola si sigues descuidándote; yo también la extraño, yo también estoy preocupada!— la tomó de las muñecas con un poco de fuerza, sin alcanzar a lastimaría realmente.

—¡Mírame!— Jade se negaba rotundamente a observarla —¡Mírame, maldita sea!— finalmente ella obedeció de mala gana. Tenía ojeras, el cabello desordenado y suelto, los ojos hinchados y enrojecidos. No había nada de la Jade que todos conocían a excepción de la furia que intentaba ocultar la tristeza. No dijo nada por un par de segundos, Cat la sacudió.

—¡Llevas encerrada en esta maldita habitación dos días!— suspiró, intentando no ser tan dura, sin embargo no parecía armonizar sus pensamientos con sus palabras.

—¡¿Crees que no me doy cuenta de que lloras, crees que no me duele ver cómo te lastimas, eh?!

—¡Déjame!— se zafó del agarre llena de rabia —¡No puedes pedirme que no me sienta triste, no puedes pedirme que sea fuerte cuando llevo una semana recibiendo mensajes en los que ella sufre, no puedo soportar estar detrás de una pantalla y no hacer nada!

Su teléfono vibró en la mesa, al intentar tomarlo Cat se lo arrebató y contestó la llamada, lo puso en altavoz.

—¿Jade?— era ella, su voz estaba tan débil y triste que por un momento pensó que era una broma de mal gusto, pero el identificador no mentía.

—T-Tor...— intentó hablar, pero sus cuerdas vocales no ayudaban para nada, mucho menos el temblor en su cuerpo.

—Jade... Por favor dime algo. No tengo much...— un grito de dolor logro escucharse. Zack le amenazó con terminar la llamada

—¡Jade, por favor, por favor!— ella sentía su mundo tambalearse, el miedo y la rabia la invadían a sobremanera.

—Haré todo en mis manos para salvarte, te lo prometo.— no supo exactamente de dónde había salido aquello, pero su valentía no duró mucho.

—Ni se te ocurra buscarlas, niña.— un golpe contra alguna superficie dura siguió aquella frase, puesto que seguido de un montón de quejidos y gritos de dolor

—Si quieres que ambas salgan vivas de aquí, vas a dejar de buscarlas.

—¡Basta!— se armó de valor cuanto pudo, Cat estaba en shock, no hacía nada más que sostener el teléfono con manos temblorosas —¡¿Qué diablos quieres, qué?!

—Adiós, Jade. Disfruta de los videos.— la llamada terminó, ella comenzó a gritar con desesperación. Tiró de si cabello y golpeó con ganas el colchón, las lágrimas no cesaban.

—¡Vete, Cat!

—No, ni lo sueñes.— Valentine tomó su propio celular y llamó a Beck, él ni siquiera respondió, pero ella confiaba en que sabría qué hacer.

{...}

Trina estaba sentada en una cama sucia, con su cabeza apoyada en sus rodillas, sus manos cubriéndole los oídos. Zack estaba a su lado, Tori yacía en el suelo, con muchos moretones en distintas zonas de su cuerpo, siendo golpeada cada tanto para evitar que se moviera. Holly parecía obtener mucha diversión de todo el asunto

—Basta...— habló con una fuerza de procedencia desconocida, sin ser escuchada —¡Basta, Holly!

Lo próximo que hizo fue golpear a su madre de tal forma que ésta cayó al suelo intentando respirar. Giró tan rápido como pudo encarando a Zack, golpeaba tan fuerte como sus puños se lo permitían, un fuerte estruendo se oyó, seguido de dos disparos. Él cayó al suelo, se removía del dolor.

Se oyeron disparos otra vez, ella no entendía nada, pero al darse vuelta el horror se hizo presente: Su padre sostenía el cuerpo de Tori, dándole respiración de boca a boca, la zona baja de su abdomen estaba cubierta de sangre, así como su brazo derecho y su muslo izquierdo. Holly era retenida por dos agentes, forcejeaba intentando soltarse.

—¡Las quiero muertas!

De repente sintió una pequeña punzada en su zona pélvica, Zack estaba detrás de ella, con un puñal en el brazo izquierdo y su mano derecha intentando frenar el flujo de sangre. Sintió mareos y náuseas, pero no pudo hacer más que caer. Dos disparos más, el enorme cuerpo cayó a su lado, y con la fuerza que le quedaba le propinó otra puñalada. Se desmayó por la inhumana cantidad de dolor.

{...}

Las sirenas sonaban mientras dos ambulancias y una patrulla recorrían la autopista. David estaba cubierto de sangre de sus dos hijas, no dejaba de pensar, no podía llorar, pero estaba destrozado.

La noche anterior había leído los mensajes de Holly, había visto los vídeos y gracias a ello había logrado reconocer la cabaña perteneciente a la familia O'Brian. Las imágenes eran terribles, pero ninguna como el vídeo en que Holly revelaba la verdad sobre Zack.

Había llamado a Jade, no obtuvo una respuesta inmediata, lo único que pudo hacer fue enviarle un mensaje diciéndole que se dirigían al Paradise Valley Hospital. No pudo decir más puesto que la ambulancia llegó en aquel momento.

El monitor de su hija sonó, su cuerpo comenzó a agitarse siendo víctima de un ataque de convulsiones.

—Tienes que resistir, mi bebé,— su voz salía firme, sin quebrarse; no podía ser débil ahora, sus dos hijas lo necesitaban. Pero no pudo controlar sus lágrimas —por favor, Tori, por favor;- Tomó su mano

—Por favor resiste, mi amor, por mí, por Trina, por Jade, por favor.

El monitor emitió un pitido, el corazón de su hija había entrado en paro por la pérdida de sangre. La ambulancia frenó justo en la puerta del hospital, él se subió sobre la camilla para comenzar la reanimación cardio pulmonar.

—Uno, dos, tres...— contaba cada vez que hacía presión en el pecho de su castaña menor.

{...}

Jade entró al hospital desesperada, no había tenido ni tiempo de cambiarse de ropa. El señor Vega la recibió, estaba lleno de sangre por todos lados.

El mayor se acercó a la azabache con cautela, ella lo miraba con lágrimas en los ojos y una evidente preocupación, intentó hablar.

—¿Cómo...?— Beck intentó articular lo mejor que pudo, el patriarca de los Vega negó, cerró sus ojos apretando con fuerza, y lo único que pudo hacer fue llorar.



THE LOOK IN HER EYES [EDITANDO]Where stories live. Discover now