My sleeping beauty

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Los ojos oscuros de Tori se cerraron lentamente, y el monitor emitió un sonido plano, un pitido que indicaba que, tal como el doctor había advertido que podía ocurrir, finiquitaba su vida.

Jade lloraba, más rota que nunca. Se aferraba a su cuerpo con desesperación negando efusivamente mientras Beck observaba todo con lágrimas en los ojos, luciendo una barba de dos o tres semanas que por culpa del desespero no había querido afeitar.

Cat se aferraba a aquel cuerpo sin vida que alguna vez había sido de su compañera. Jade gritaba, rogándole al cielo por un poco de compasión; no había podido decírselo, la vida le quitaba la oportunidad de entre los dedos.

—¡No, no, no!

—Jade, ¡Jade!— Cat movía a su mejor amiga con fuerza, llevaba un buen rato jadeando mientras parecía llorar —¡Despierta, maldita sea!— dio un golpe bastante fuerte a su mejilla y ella reaccionó entre lágrimas.

—Ten... Tengo que... Yo, Cat.— se escondió en el pecho de la pelirroja entre sollozos. La madrugada había sido horrible y apenas pudo conciliar el sueño por las terribles pesadillas.

—Ella no se ha ido, Jaydey.— peinó el oscuro y enredado cabello con cuidado, intentando que dejara de llorar y volviera a dormir. El teléfono sonó, Jade respondió inmediatamente, preocupada.

—¿Señor Vega, qué pasa?

—Tienes que venir al hospital ahora. Cat también.— la voz sonaba cansada, un agotamiento extremo que no parecía tener indicios de desaparecer fácilmente.

—¿Qué pasa?— volvió a preguntar, no obtuvo más respuesta que un suspiro ansioso por parte del mayor.

La lluvia arreciaba con inclemencia, hacía un frío terrible y por la nevada era casi imposible conducir, pero para Jade lo más importante ahora era entender qué carajo estaba pasando.

Frenó antes de tomar una curva que se notaba era peligrosa y el volante giró presuroso hacía la izquierda. Dobló la esquina siguiente pisando el acelerador, el auto derrapó dejando oír el sonido forzado del motor.

—¡Vas a hacer que nos accidentemos, Jade!

—¡No, silencio!— giró a la izquierda y aceleró por completo hasta donde el auto resistía antes de estacionarse con violencia en el primer espacio libre que divisó. Cat respiraba con dificultad mientras la observaba bajarse del vehículo.

{...}

—¿Se-señor Vega?

—Lamento haberte alarmado, Jade.— miró a su hija, que seguía dormida aunque ya no poseía moretones en su rostro —Debo ir a la prisión en donde está Holly, al parecer fue víctima de algunos actos violentos.— ella intentó contener la sonrisa de satisfacción que sin querer se asomaba. Aclaró la garganta tranquilamente.

—No se ofenda, señor. Pero no creo que se merezca menos.

—No lo sé, hija. Yo creo que de cualquier forma ella tiene demasiada tortura con su propia consciencia, tal vez. No hago esto porque ella me importe ahora como mi esposa; pero creo que mis hijas... En especial Tori, merecen verla a los ojos una vez más y obtener una explicación

—De acuerdo.

—¿Por qué no habías venido a verla en tanto tiempo?

—Yo... Yo...— la ojiazul jugaba nerviosamente con sus dedos intentando hallar una respuesta justificable.

—Comprendo que duela mucho, comprendo que te rompa el corazón no poder verla, pero ahora mismo ella necesita de ti.— la tomó por los hombros observando sus lágrimas y dejó un beso en su frente tratando de consolarla.

—Quédate, cada cosa que le digas va a escucharla y... Sé que la amas, así que ese amor puede mantenerla ahora mismo al igual que cuando todo comenzó.

Por su mente pasaron miles de momentos; los infinitos segundos abrazadas, el libro de Jane Austen que casualmente reposaba en la mochila a sus hombros; el frío de la noche en la que se había hundido en caricias por primera vez y el día siguiente... Sus ojos, su risa y ademanes: Todo en una fracción de segundos.

—Está bien.— David sonrió de lado lentamente y dejó la habitación por fin, ella giró sobre sí para encarar por fin a la única persona que no sabía que necesitaba casi al igual que el aire.

{...}

Cat caminaba con lentitud en dirección a la habitación de la castaña, pero fue interceptada por su padre. Tenía una mirada triste que reflejaba una batalla interna, librada entre dos sentimientos completamente opuestos, aun así le brindó una sonrisa de labios cerrados.

—Hola, Cat.

—Holis, papá de Tori.— lo abrazó casi por inercia, gesto que él le devolvió con calidez.

—-Cat, Tori está pero yo debo irme a hacer algo, en el momento en que quieras ir a casa enviaré a alguien por ti, ¿Vale?

—Está bien.— dejó ver el pequeño hoyuelo en su mejilla derecha antes de verlo partir, continuó su camino hasta la decimoquinta habitación, pero la escena ante sus ojos cortó su travesía:

Jade tomaba la mano de Victoria mientras apoyaba un libro en sus piernas, no lo leía pero parecía absorta en recuerdos e intentaba sonreír. Decidió dejarlas a solas e ir hasta la cafetería en búsqueda de algo para mantenerse despierta; café.

{...}

—Jane Austen nos tiene envidia pero no sé si ella quería algo como esto, diría que es más de Shakespeare.

Abrió el libro en una página en específico, buscando la segunda declaración de amor de MR Darcy para Elizabeth, las lágrimas en sus ojos parecían no querer cesar y la sensación de calor en su abdomen le provocaba náuseas.

Giró su cabeza y se ocultó en el cuello de la chica como pudo. Olía a medicamentos y un poco a jabón, pero mucho más allá aún se distinguía el olor natural de su piel; cerró sus ojos aspirando el aroma y lloró, rodeó su abdomen abrazándola con miedo de lastimarla.

Segundos después se levantó para encararla, el respirador se interponía con impasible crueldad, pero ella habló.

—No podría leer esto sin ti, Tori.— sorbió y apretó los ojos mientras buscaba las palabras correctas —Eres mi guion perfecto, mi idea favorita, eres mi Calíope*, tú me inspiras cada día y desde que no estás no sé... Yo... Por favor...— se sintió entumecida e incompleta. Dejó que su rostro se hundiera en el pequeño espacio libre en la camilla antes de la cerca de barrotes.

—Por favor vuelve a ser mi camino, vuelve a darme la luz que me hace falta, a molestarme, a jugar con mi paciencia. Te necesito como nunca ahora que hace frío; por favor, yo te amo, Vega.— sus manos fueron a dar a su rostro y los sollozos se escucharon.

Cat atestiguaba todo tan silenciosamente que la azabache no se enteró, pero le rompía el corazón verla en aquel estado tan lleno de plegarias.

—No eres un mediocre dormilón, eres mi amor, mi bella durmiente... Pero yo quiero... Quiero que despiertes para que puedas escuchar que te amo.

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Calíope: Diosa de la inspiración y la elocuencia en la mitología griega


THE LOOK IN HER EYES [EDITANDO]Where stories live. Discover now