Capítulo 10

3.6K 397 117
                                    

Esta historia está a la venta en Amazon en todos los países, así que si queréis apoyarme, no esperar a las actualizaciones u obtener los capítulos extras solo disponibles en la versión de pago, podéis comprar este libro en físico o en ebook, que es mucho más barato (menos de 5 dólares) ^^

Despierto sudoroso, alterado y lúcido. Terriblemente lúcido.

¿Ha sido solo un sueño? Se sentía tan real. No, no es un sueño, no se desvanece despacio, como arena entre los dedos, por cada parpadeo que doy al despertar. Si acaso, el recuerdo se graba más a fuego en mí. Noto el dolor, la quemazón.

Recuerdo.

Es un recuerdo. De cuando me fui de casa, quizá de horas antes de mi ataque y mi amnesia. Trago saliva, notando la boca seca y pastosa. El hombro me duele y la cabeza me palpita, tengo sed, hambre y no puedo apenas mover un solo músculo de mí, pero tener mi primer recuerdo de esa época borrosa después de tantos años es algo demasiado maravilloso como para que piense en nada más. ¿Por qué ahora?

Dicen que cuando alguien va a morir su vida pasa frente a sus ojos. De la mía solo he recuperado un pequeño fotograma. Quizá se trata de una cuenta regresiva que va despacio, al son de mi lenta muerte. Quizá los fragmentos gotearán despacio, esperando hasta el último instante en que Ángel me deje conservar mi vida.

Ángel.

Trago saliva de nuevo, notando mi lengua pastosa, y me voleo a verlo. Está conduciendo y el sol nos da ambos en el cuerpo. Si ha amanecido debemos llevar ya horas aquí, pero aun así él mantiene su postura rígida y correcta y su vista fija en la carretera no parece ni un poco cansada.

—¿Has dormido bien? —me pregunta.

Yo me sobresalto y asiento rápidamente. Él también asiente, cerrando los ojos un segundo. En ese instante se hace evidente un profundo, profundísimo cansando que su rostro no había revelado hasta ahora. Los ojos cerrados, la boca entreabierta y la piel morena besada por el sol. Luce como si pudiese dormir por siempre. Aminora la marcha y veo que nos detenemos a uno de los lados de la desértica carretera.

Cuando el motor se para el silencio entre ambos me pone tan nervioso que respiro con fuerza. Me pregunto si me matará aquí. Ahora.

Él se desajusta su cinturón de seguridad, quejándose un poco por la incómoda posición, y se voltea hacia mí con rostro ecuánime. Va a matarme. Rebusca en su bolsillo. Me matará así, sin una sola expresión en la cara, como si fuese una tarea cualquiera. Cierro los ojos cuando empieza a sacar la mano. Va a rajarme el cuello, veré su cara manchada de mi sangre y posiblemente se fume un cigarrillo mientras espera a que me desangre, para matar el rato.

Algo frío es puesto contra mi cara y yo chillo. Abro los ojos, esperando lo peor, y entonces veo un viejo teléfono móvil.

—¿Q-qué? —pregunto, totalmente confundido. ¿Va a grabar mi muerte? ¿Va a llamar a alguien para que me oiga ahogarme con mi propia sangre? No lo entiendo, mi cabeza funciona demasiado rápido y duele. Duele.

Necesito mis pastillas.

—Voy a llamar a tu jefe y vas a decirle que dejas el trabajo, que desde el accidente quieres algo que no sea de cara al público y has encontrado otra cosa más tranquila en otra ciudad. Con el casero ya he hablado yo por mensaje de texto, no tienes amigos y tu única familia es tu madre, así que... es fácil hacerte desaparecer sin que nadie denuncie nada.

El orgullo en su voz me duele. No me gusta destacar, pero... tampoco pensé que fuese un don nadie. No me gusta formar vínculos porque me da miedo como se sienta que los rompan y todos los que yo haya tenido durante los años importantes de mi vida han sido olvidados, pero jamás pensé que necesitaría a alguien que me echase de menos. A alguien que cuidase de mí.

El niñero (Yaoi) [EN AMAZON] #PGP2022Where stories live. Discover now