Capítulo 20

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—¡Entonces no me quieres! —grito, lleno de un terrible dolor que solo puede salir con palabras duras. Él se detiene de golpe, observándome con incredulidad. —Estás enfermo, obsesionado, estás loco. Solo... solo porque te enamoraste de mí cuando era tu niñero y luego seguí con mi vida ¡Yo no te abandoné, puto demente! ¡Los niños cambian de niñeros y dejan de tenerlos cuando crecen, es lo normal! ¿Cómo no vas a entender eso? ¡Yo no te he hecho nada para merecer esto! ¡Nada! Así que, por favor, por favor, no sigas con esto no...

Su mano izquierda me rodea el cuello, empujándome tan duro contra la pared en la que me apoyo que mi cabeza se golpea y rebota. Todo está borroso unos segundos, después su mano vuelve a mi entrepierna a medio despertar y la desesperación que siento logra reactivarme. Miro hacia abajo, horrorizado mientras él empieza a moverse deprisa con mi polla entre sus manos, ajeno a la forma en la que froto mis piernas tratando de alejarlo.

—Cada palabra que dices suena más estúpida e irritante ¿Qué no mereces eso? —aprieta sus dientes, la mueca, llena de ira, desaparece, pero su mano va más deprisa y controla mi cuerpo, subiendo la temperatura, haciendo que sienta mis huesos de gelatina. No quiero esto, no quiero ser obligado a sentir placer... es todo lo que me queda ¿También tienes que apropiarte de ello? —Oh, si eres capaz de decir tales cosas con seguridad estoy bien convencido de que no me mentías con tu amnesia. Vas a recordar, Tyler, y si no, me aseguraré de grabar en tu piel cada pequeña herida que tú me hiciste en el corazón. Ah y ahora, déjate de palabrería y haz lo que te ordeno.

Sus manos aprietan; noto como mi cabeza flota y cómo la falta de oxígeno me marea y, abajo, noto el cosquilleo, la tensión, propias del orgasmo. Preferiría perder el conocimiento antes de correrme, incluso morir.

—No quiero esto —susurro.

—Pero yo sí y tú ya has tenido lo que has querido mucho tiempo. —él me suelta el cuello y sin dejar de moler su mano furiosamente en mi entrepierna me abofetea tan fuerte que tiene que cogerme para que no me caiga.

Noto el dolor traspasarme la mejilla, punzarme los oídos, los ojos, cada pequeño diente. El golpe me vibra dentro del rostro y del cráneo. Si un bofetón suyo me deja así...

Trago saliva.

¿Cuánto más necesitaría para matarme a golpes?

Entonces él agarra la cadena y tira de mí. Jadeo de dolor al sentir el jalón en mi tobillo, el duro grillete raspándome la piel entumecida y su gran fuerza arrastrándome sin piedad. Cuando berreo de dolor puedo ver su pene con la punta roja, perlada en presemen. Está loco ¿Cómo? ¿Cómo puede disfrutar de algo así? Me agarra del pelo con una fuerza que podría arrancarme el cuero y yo gateo en las direcciones en las que él me lleva, temiendo que se lleve mi piel en su puño.

Le suplico, me disculpo, pero pronto me acalla. Empuja mi cabeza dentro del cubo de agua. La derecha me empuja más y más hondo mientras solo veo un lío de burbujas que intentan llevar mis gritos a la superficie, la izquierda toma mis dos muñecas y me las inmoviliza tras la espalda y él se arrodilla en el suelo, sosteniendo mi cadera entre sus dos fuertes piernas, sin dejar que pueda moverme o luchar un poco. Veo el fondo rojo del cubo, el jabón me pica en los ojos y lentamente el oxígeno en mis pulmones se consume. Es agónico, las ganas de inspirar creciendo, haciéndose tan poderosas que incluso desafían la racionalidad. Sé que si respiro el agua llegará a mis pulmones y me ahogaré, pero la desesperación me llena y noto la presión en mi pecho crecer. Quiero decirle a Ángel que lo haré, que obedeceré sus órdenes, pero es demasiado tarde, si simplemente le hubiese hecho caso antes...

El niñero (Yaoi) [EN AMAZON] #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora