Recuerdos de Ángel: 8

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Mal, mal, mal. Esto se siente mal. Ni la miel que le queda en los labios ni la canela de su aliento logran endulzarlo, sus besos son amargos, incluso si se mueven con la suavidad del terciopelo, sus manos, aunque me acarician de ese modo en que me encanta, enredándome el cabello, poniéndome la piel de gallina, se sienten mal. Quiero apartarlas, apartarlo, pero si me alejo, si le decepciono, me dejará solo otra vez. No quiero perderle a él, no quiero perder a la única persona que me hace sentir querido y cuidado, a la única persona que hace que esta casa se sienta como un hogar. No quiero perderle solo porque no soy capaz de dar unos simples besos, no quiero ser un egoísta, él se esfuerza tanto por mí... yo no quiero decepcionarle, quiero enseñarle cuanto le quiero. Él tiene que verlo, tiene que saberlo, o si no me abandonará.

Por Dios ¿Qué he hecho? Llevo casi dos semanas girándole la cara a Tyler cuando se inclina y baja los ojos a mis labios. No le desprecio, no le grito que no, pero finjo no ver sus intenciones. Le miento y él, luego, pone esa carita tan triste. Está decepcionado, le decepciono.

Lo compensaré.

Incluso he hecho los deberes en los descansos entre clases para tener más tiempo, cuando llegue a casa abrazaré a Tyler y le dejaré besarme durante toda la tarde, incluso si su lengua se siente extraña, incluso si me mareo. Lo compensaré.

Lo compensaré.

Lo comp—

Al llegar a casa me encuentro la puerta y nada más ¿Dónde está Tyler? Corro, sacando mis llaves nerviosamente del bolsillo, y las encajo en la cerradura con torpeza, desesperado por entrar. Pero cuando lo hago solo escucho silencio, la clase de silencio que solo pertenece a los lugares abandonados.

Mi corazón bombea rápido ¡Nunca debí ser malo con Tyler, ahora me ha abandonado!

Tomo el teléfono. Mamá, necesito a llamar a mamá y...

''No nos esperes ni a mí ni a tu padre para cenar, llegaremos tarde. El niñero ha dicho que se encuentra mal, no vendrá hoy, mañana no lo sabe. Quédate en casa y pórtate bien.''

Se me estruja el corazón al ver el mensaje. ¿Es mi culpa? ¿He puesto enfermo a Tyler?

Leo la última frase del mensaje. Yo nunca desobedezco, jamás, pero Tyler... él vive solo a un botón de ascensor de mí, será un segundo. Lo prometo.

Me meto en el ascensor con las manos temblando y pulso el botón, rezando por estar recordando correctamente en qué puerta me dijo mamá que vivía su amiga, la mamá de Tyler. Cuando llego y estoy parado frente a ella mi estómago da un vuelco y me aparto para no vomitar en el felpudo.

Nada sale de mí, pero siento que necesito sacar algo, así que me pongo a llorar. Como siempre...

¿Y si Tyler me dice que no me quiere ver nunca más?

Quiero irme a casa, pero ¿Y si me voy y nunca más lo veo?

Reúno todo mi coraje y pico al timbre. Contengo el aliento, hasta que la puerta se abre y veo asomar una blandita y oscura cabellera que reconocería en cualquier parte.

Sonrío lleno de alivio.

—Tyler...

—¿Qué coño haces? Mi madre va a llegar en un rato y...

Me lanzo a abrazarle, incapaz de contener mi alegría, y él chasquea la lengua y me acaricia el pelo. Como siempre. Todo está bien. Como siempre.

—¿Estás malito? ¿Qué te pasa? ¿Necesitas que te traig—

—Aparta —dice con un tono suave, empujándome un poco para que me despegue de él. Yo lo hago con un mohín como protesta —, no me pasa nada, no estoy enfermo. Simplemente has estado evitándome y alejándome unos días, así que no he visto por qué querrías que siguiese siendo tu niñero si no me soportas.

—Pero...

Él me mira desde arriba, tan frío, tan grande, tan adulto. Y yo solo soy un niño llorica que no puede responderle lo mucho que le quiere, que le necesita, porque me he puesto a llorar otra vez.

—Puedes llamar a cualquier otro. —insiste Tyler, haciendo un gesto feo con la mano, como si todo nuestro tiempo juntos, nuestras promesas, no significasen nada —Cocinar, ayudarte con los deberes, eso lo hace cualquiera y si no quieres mis muestras de amor no veo que me diferencia de los demás.

—¡No! —grito, agarrándole de la camiseta.

Ni siquiera sé a qué le digo que no, solo quiero gritar y que se calle, no escuchar más palabras feas que dice y que se sienten como estrujones en el corazón. Él aparta mi mano de su ropa y pone la suya en el pomo de la puerta. Se va a ir...

Me levanto sobre las puntas de mis pies, cierro los ojos y me digo que todo estará bien mientras le beso. No me gusta la sensación, pero me gusta la mano de Tyler en la mejilla y el hecho de que haya dejado de irse. Se separa de mí, mirándome a los ojos como si fuese otra persona que la que me ha dicho todas esas cosas feas.

—Vale, vale, no llores. Iremos a tu casa ¿Si? —segura, enjuagándome las mejillas con sus suaves dedos. Yo doy saltitos de alegría al oír la noticia. —No podemos estarnos besando por los pasillos.

Y esa frase es la que me hace dejar de botar por los pasillos. Vuelvo a casa arrastrando los pies, sabiendo que al cruzar la puerta volveremos a besarnos. Y así es: me besa contra la puerta y luego en el sofá, con mi cuerpo encima del suyo.

En cierto momento, él sube su mano por mi pecho. Bajo la ropa.

Y solo puedo preguntarme ¿Por qué?

¿Por qué? ¿Por qué si son las mismas manos y las mismas caricias se siente así ahora? Cuando sus dedos corrían por mi pelo o por mi espalda, reconfortándome en un mal día, las yemas parecían arrastrar la calidez de los rayos del sol y me ponía feliz, como en una tarde de verano, pero ahora es extraño. Se siente raro, como si estuviese a punto de tocar algo sensible en mí. Algo que no debe ser tocado, que se estremece, que duele. Me siento incómodo, como si algo no fuese bien, como si algo peligroso y grande me acechase, pero debo seguir, no quiero rechazar Tyler, a su amor. Muchas madres besan a sus hijos en las mejillas y les hacen caricias, son muestras de afecto, no hay tanta diferencia respecto a lo que hace Tyler o al menos no debería haberl—

—¡Ay! —chillo, notando que el labio me duele mucho. Tardo unos segundos en entender que me ha mordido ¿Esto también es parte de los besos?

Él me sonríe y pregunta:

—¿Te gusta?

No, no, no, no, no, no. Lo odio, lo odio, lo odio, lo...

—Es extraño —respondo en voz baja.

—Te acostumbrarás. —dice risueño, pero a mí se me cae el mundo a los pies.

—¿Lo harás más veces?


Fin del cap ¿Qué os ha parecido?

¿Qué pensáis de Ángel chikito? ¿Os hace tener más empatía por el Ángel actual?

¿Cómo creéis que avanzará la cosa en los próximos capítulos?

¡Gracias por leer! Si te ha gustado, no olvides dejar un voto y un comentario si tienes tiempo :D

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