Capítulo final: Caos [Editado]

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Capítulo Final: Caos.

No encontraron los cuerpos. Tras el estallido de fuego, los aurores no pudieron encontrar el cuerpo de Voldemort, ni el de Justin. Así que era cierto, todo había terminado, no había ataques Muggles, nadie estaba en peligro, pero ¿hasta cuando? ¿estaban muertos? ¿qué había pasado realmente en aquella sala?

Sintió como los brazos de Regulus la abrazaban por detrás. Era el último día del curso y los merodeadores lloraban por los pasillos sabiendo que nunca más volverían como alumnos a Hogwarts. Por primera vez, Peeves se alió con ellos para hacer bromas de despedida, eso explicaba que el cabello de Hope fuese azul en esos momentos.

—Tengo una sorpresa para ti. —Hope alzó una ceja interesada. —Porque, aunque parece que has olvidado decirme que es tu cumpleaños, yo soy un tipo muy listo.

Hope soltó una carcajada, no le gustaba particularmente el día de su cumpleaños, pero eso parecía a punto de cambiar. Regulus la guio hacia la torre de Astronomía. Allí había una caja sospechosa.

—Espero que esto no sea una bomba. Sería un giro dramático de la historia.

Hope supo que no era una bomba en el momento en el que un ladrido salió de la caja. Con desconfianza se acercó a ella y la abrió. Inmediatamente se lanzó a abrazar al pequeño perro-lobo que estaba en su interior.

Regulus sonrió al ver la alegría de la chica, quería ver esa sonrisa el resto de su vida.

—¿Podemos llamarle Blacky?

La sonrisa de Regulus se borró mientras Hope soltaba una gran carcajada. El chico se acercó a ella con rapidez y se dispuso a hacerle cosquillas, hasta que la castaña suplicó que parase. Su nuevo perrito ladraba y movía la cola encantado con el caos.

—¿Te gusta el caos pequeño? —Hope sonrió al ver a Regulus acariciar a la criatura y entonces se le encendió una bombilla.

—¡Eso es! Su nombre es caos. —Regulus la miró alzando una ceja y después suspiró.

—Realmente se te da fatal nombrar a las cosas.

—¡Oh cállate, Blacky! —Hope se agachó y cogió a Caos en sus brazos. —Bienvenido a la familia, pequeño. A veces las cosas se vuelven un poco locas, pero es divertido.

***

Minnie le encontró en la biblioteca. En sus manos jugueteaba con un collar. Minnie sabía que ese collar era de Layla. Se sentó junto a él, Marcus no tardó en apoyar la cabeza en su hombro.

—¿Estás bien?

—No lo sé. Creí que la conocía, pero a lo mejor todo era una gran mentira.

—Tienes derecho a estar triste, Marcus. Era tu hermana.

—Siempre pensé que, si a alguno de los dos le pasaba algo, el otro lo sentiría. Por todo eso de ser mellizos. Pero ahora mismo no siento nada.

Minnie se quedó a su lado, acariciando su pelo.

—¿Y ahora que vas a hacer?

A ambos aún les quedaba un curso entero, pero ahora llegaba el verano y Marcus no quería volver a casa, no quería escuchar la ideología de sus padres y no quería pensar en su hermana o en qué había pasado realmente en aquella sala. Aún recordaba como forcejeaba contra él, intentando llegar a Justin. Recordaba la desesperación en sus ojos y el odio dirigido hacia él. Las palabras que ella dijo, "nunca fuiste mi hermano", se clavaron en algún lugar dentro de él, tan profundo, que no parecía poder sacarlas.

—No lo sé.

—Ven conmigo.

Marcus la miró y vio que la chica hablaba en serio. Sus facciones se suavizaron y parte del peso que parecía haber en su corazón se alivió.

—Gracias.

Para Minnie esas palabras fueron como una caricia. Sabía que ese gracias tenía mayor significado del que parecía. Y cuando bajó el rostro para besar sus labios, Marcus sintió que todo estaría bien, que algún día aquel dolor desaparecería.

Mas tarde todos estaban andando por el bosque. La última noche, la última despedida. Habían pensado en acampar todos juntos y probablemente era una idea terrible, tal como Minnie y Lily había recalcado, pero allí estaban.

—Siento lo de tu hermana. —Marcus se giró para mirar a Hope. La chica llevaba un perro en brazos.

—Siento lo de la tuya. —La voz de Marcus estaba ronca. Ese día no había hablado mucho. Hope alargó la mano y le dio un apretón amistoso.

—Gracias por estar aquí. Gracias por todo lo que has hecho. —Marcus asintió y le devolvió el apretón.

—Lo mismo digo.

Pronto llegaron al claro que habían elegido. Por primera vez en aquel caótico curso se sentían absolutamente seguros. Sirius sacó una cerveza y reclamó la atención del resto.

—Queridos amigos aquí reunidos...

—No me digas que vas a dar un discurso emotivo. —Se burló Emma recostada en los brazos de Remus. Sirius alzó la botella hacia ella y le dio un sorbo antes de continuar hablando.

—Ha sido un puto placer compartir esta aventura con vosotros. No habría podido elegir mejores personas con las que casi palmarla. —Todos resoplaron y alguno le lanzó un poco de hierba, pero Sirius continuó su discurso. —Ni mejores personas por las que luchar.

—Este año ha sido movidito. He conocido al amor de mi vida, una verdadera dulzura. —Phoenix le lanzó un beso y puso una sonrisa burlona. —Ha sucedido, por fin, la pareja más esperada del siglo. —Lily rio sonrojada cuando los señaló a ella y a James. —Y he recuperado —Sirius miró a Regulus que asintió con la cabeza hacia él. —Y aumentado la familia.

—Para finalizar este magnífico discurso tengo que decir que os quiero y que sois los mejores cabrones a los que podría llamar familia. —Sirius alzó su cerveza por última vez. —Ahora, ¡A beber!

Esa noche bebieron y rieron, recordaron cada segundo de su estancia en Hogwarts. Se despidieron del colegio que había sido su casa y aunque a algunos aún les quedaba un año, no sería lo mismo.

Sirius rodeó con el brazo a Phoenix y dejó un beso en su hombro.

—Voy a echar de menos esto.

—Mmm, tengo algo que preguntarte. —Sirius centró su atención en la pelirroja.

—Dispara.

—¿Qué va a pasar con nosotros el año que viene? —Sirius no dijo nada y Phoenix continuó hablando nerviosamente. —Quiero decir, yo voy a estar aquí y tú... —Sirius notó que la chica iba a empezar a desvariar, así que la agarró de la cintura y acarició su mentón.

—Si después de todo lo que hemos pasado piensas que un poquito de distancia va a hacerme correr, estás equivocadas. —El chico rozó sus labios con los de ella. —Te quiero, serpiente.

Phoenix sonrió a la vez que le besaba de vuelta.

—Yo también chucho.

—¡Oye parejita! ¡No os marginéis!

Riendo los dos corrieron hacia el resto de sus amigos. A celebrar que eran libres, y más importante, que estaban vivos y que seguían todos juntos. 

Hope|Regulus Black [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora