Epílogo [Editado]

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Epílogo. 

17 años más tarde

Hope intentó levantarse de la cama nuevamente, pero como todos los intentos anteriores Regulus tiró de ella de nuevo aprisionándola entre sus brazos.

—Vamos Blacky, vamos a llegar tarde como de costumbre. —El pelinegro enterró su cabeza en el cuello de la chica dejando múltiples besos.

—Aún hay tiempo. Además. —Regulus levantó la cabeza y le sonrió. Tenía el pelo despeinado y su voz seguía ronca dado que acababan de despertarse. —Se me ocurren varias formas de usar ese tiempo. —Levantó y bajó las cejas sugerentemente las cejas haciendo reír a Hope.

En ese momento la puerta de su habitación se abrió haciendo que se separasen. Un niña de 15 años entró por ella sin pararse a pensar si estaba o no estaba interrumpiendo algo. Sus ojos azules brillaban y parecía realmente molesta mientras pasaba una mano por su oscuro cabello repetidamente.

—Me ha roto el libro. —Detrás de ella venía un pequeño de ojo grises y cabello oscuro que jugaba con sus dedos mientras hacia un puchero. Siguiendo al niño un perro-lobo gris y un gato negro.

—Papi, me he caído y se ha roto. —Regulus cogió al pequeño Orion y lo subió a la cama. Ese pequeño era un patoso terremoto que siempre acababa liándola.

—Eso es culpa de tu madre, hijo. De ella has sacado la torpeza. —Hope le pegó una suave colleja haciendo reír a la niña que aún fingía estar enfadad. —Arreglaremos el libro y si no compraremos otro.

—Y tú, cariño, sabes que no debes coger las cosas de tu hermana sin permiso. —Hope acarició con cariño el oscuro cabello de Orión.

Dándose los dos por satisfechos salieron de la habitación. Regulus suspiró dejando caer su espalda sobre la cama.

—Deberíais tener niños, será divertido, decían. Estúpidos ilusos. —Hope le golpeó en el estómago haciéndolo reír. —Es broma Huffy. Adoro a nuestro hijos, adoro nuestra vida y te adoro a ti. —Hope sin poder contenerse se lanzó a sus labios, porque como siempre Regulus la aceleraba con sus palabras y la derretía con sus labios.

—¿Mamá? ¿Papá? —Su hija volvió a asomarse interrumpiendo el beso, estaba tan acostumbrada a ver a sus padre besándose que ni sorprendida estaba. —Puede que se haya quemado el desayuno.

—Jade Ashley Black, ¿qué te he dicho de tocar la cocina? —Hope salió de la cama para ir a arreglar el desastre de su hija. Desde la cocina pegó un grito a Regulus para que se vistiese.

***

—¿Quién dijo que era buena idea celebrar un cumpleaños el día antes de ir a Hogwarts? —Emma sonrió a su hija.

—Tranquila, pasamos la noche aquí y saldremos todos juntos. —La casa de los Potter estaba a reventar. Los niños corrían de lado a lado celebrando el cumpleaños de Harry, mientras los adultos se sentaban hablando.

—Y la cosa solo mejora por momentos. —Regulus susurró sarcásticamente al oído de Hope, quien volvió a pegarle en el hombro. La risa de Phoenix al otro lado de la pelinegra les hizo saber que le había escuchado también.

En ese momento un adolescente de pelo oscuro y ojos igual de grises que su padre entró en el salón llevando al pequeño Orion en brazos, quien lloraba desconsoladamente.

—¡Regulus James Black! No sé si quiero preguntar qué ha pasado. —Phoenix miraba a su hijo quien se encogía en el sitio. Sí, la pelirroja podía dar miedo cuando se lo proponía.

—¡Papi! —El pequeño Orión saltó de los brazos de Regulus golpeándose contra el suelo de nuevo. Todos se quedaron en silencio y el pequeño se levantó y llorando corrió a los brazos de su padre. —¡Papi! —Regulus lo alzó en sus brazos.

—Hijo mío, a este paso el hospital se va a convertir en nuestra segunda casa. —El pequeño Orión escondió la cabeza en el cuello de su padre mientras le abrazaba fuertemente. Estaba atravesando una fase de papitis y Regulus no podía decir que no disfrutaba de ello.

—Yo me iría olvidando de que tu hijo juegue al quidditch, hermano. —Sirius se burló antes de girarse hacia su hijo alzando una ceja.

El Regulus adolescente resopló, le esperaba una buena bronca y ni siquiera había sido su culpa claro que tampoco pensaba confesar la verdad.

Durante la noche algunos dormían y otros no. Algunos nerviosos por su primer año en Hogwarts, otros ansiosos de ver a sus amigos de nuevo y otros recordando que hace no tanto tiempo eran ellos quienes se subían a ese tren. Además de dos jóvenes que mirando por la ventana pensaban el uno en el otro, sin el ánimo o el valor de confesar lo que sentían.

A la mañana siguiente todo era caos. Nadie encontraba nada, algunos baúles no estaban hechos y todos se dieron cuenta de que Kayla Lupin tenía razón, no era buena idea celebrar un cumpleaños el día antes de partir a Hogwarts.

En el momento en el que llegaron a la estación, Harry Potter se despidió rápidamente de todos antes de desaparecer en busca de sus amigos. El primogénito de los Potter ya estaba en séptimo curso. Jade y Sophia Black, hijas de los dos hermanos, desaparecieron también mientras comentaban sobre sus planes para su quinto curso. Hope negó con la cabeza sabiendo que le esperaban muchas cartas de parte de la directora McGonagall.

Poco a poco todos los niños se fueron alejando de sus padres y subiendo al tren. Por último, los de primer año se despidieron y subieron al tren con algo de miedo, pero con muchas ganas.

—Deja de gruñir. —Hope regañó a Regulus.

—Hay demasiados niños, no me gusta. —Hope le miró alzando una ceja. —Sólo me gustan nuestros hijos, y nuestros sobrinos, supongo. —Hope le pegó en el brazo y Regulus rio acariciando tiernamente su mejilla.

—¿Vas a llorar? —Hope negó con la cabeza, pero sus ojos no decían lo mismo.  —Puedes llorar Huffy. —El pequeño Orión corría alrededor de sus padres hasta que cayó al suelo a causa de su mareo. Regulus suspiró y le ayudó a levantarse.

—¿Blacky? —Regulus bajó la mirada. —Encontrarte es lo mejor que me ha pasado en la vida. —Regulus sonrió ampliamente y dejó un suave, pero intenso, beso en los labios de la chica.

—Que me encontraras y me salvases es lo mejor que me ha pasado a mi.

Entre lloros por parte de unos, gritos por parte de otros y definitivamente mucho, mucho alboroto, aquellos que una vez viajaban en ese tren despedían a una nueva generación.

Se miraron unos a otros recordando todo lo que habían vivido juntos, todo lo que habían luchado y sufrido juntos para llegar a donde estaban hoy.

Habían madurado, pero seguían manteniendo la esencia de su adolescencia.

Habían cambiado, pero sus relaciones seguían siendo igual de fuertes.

Había crecido, pero nunca olvidarían aquellos tiempos en los que Hogwarts fue su casa y en los que encontraron a su verdadera familia. Una familia un poco extraña, un poco loca y a veces un poco rota, pero una familia que los hacía salir adelante en los momentos malos y disfrutar por completo en los momentos buenos.

—Bueno, deberíamos celebrar ¿no?

—Siempre buscando excusas para hacer una fiesta, chucho. —Dijo Phoenix negando con la cabeza.

Todos rieron mientas dejaban la estación. Podían pasar tiempo separados, o incluso vivir en lugares distintos, pero el destino de un modo u otro siempre los terminaba juntando.

Hola a todos. No sabría decir si las lágrimas son de tristeza porque esto se acaba o de felicidad por el final feliz.

Quiero daros las gracias por el tiempo que os habéis tomado en leer la historia, votar y comentar. Me siento muy orgullosa de como ha resultado ser la historia y aunque me da pena y me cuesta despedirme de estos personajes, sé que los dejo en un buen lugar. Quien sabe, a lo mejor en algún futuro la nueva generación tiene otra historia que contar.

Besos y hasta pronto espero.

Hope|Regulus Black [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora