Existir | 1

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El ambiente se sintió espeso mientras el frío suelo congelaba cada parte de tu piel, era extraña la forma en la que el tintineo atravesaba tu cabeza

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El ambiente se sintió espeso mientras el frío suelo congelaba cada parte de tu piel, era extraña la forma en la que el tintineo atravesaba tu cabeza. El zumbido de la televisión sin señal retumbaba por la habitación proclamando la noche.

Abriste los ojos, manchas negras por todos tus párpados te impedían ver claramente, a tu vista el techo era lo único que había.

Respiraste pesadamente ignorando el dolor de tu pecho, te sentías tan mallugada, las costillas dolían, las piernas se sentían ajenas. Tardaste un tiempo en despertar completamente para sentir como tu cerebro chocaba con tu cráneo.

Con esfuerzo te sentaste en el piso, viste tus manos repletas de golpes y arañazos, tu estomago tenía un moretón tan grande que jurarías que en cualquier momento tu piel se abriría y tus intestinos saldrían.

- Asquerosas manchas de mierda – susurraste refiriéndote a todos los moretones en tu cuerpo.

Te levantaste con fuerza para subir las escaleras que te llevarían al piso de arriba. No querías hacerlo, pero tu cabeza giro hacia la habitación de tu padre, su puerta permanecía entreabierta y un destello de luz de la ventana se hacía ver sobre su cuerpo caliente debajo de las sábanas de esa cama exageradamente costosa.

Odio era lo único que se repetía en tu mente al ver a aquel hombre.

Fuiste hasta el baño que tenía tu habitación para verte en el espejo, un asco inmenso apareció cuando viste tu piel tapizada de marcas.

Las lágrimas corrieron por tus mejillas, sollozos silenciosos llenaban la habitación. Rápidamente cubriste tu cara con una toalla para mitigar el sonido. Mojaste otra toalla y comenzaste a limpiar tu cuerpo.

Al cabo de un tiempo cuando te sentiste mejor fuiste hasta tu armario y te pusiste el uniforme de la escuela, usaste una camisa de manga larga y mallas negras que cubrieran por completo cualquier rastro de golpes y un suéter holgado que te daría aún más confort.

Te apresuraste a guardar tus cosas en tu mochila y saliste rápidamente de la casa, aún era temprano, pero la escuela estaría abierta y con suerte podrías terminar la tarea que ayer te fue imposible acabar.

Durante el camino sacaste un libro de tu mochila para adelantar la lectura que tenías de tarea, no era cómodo, pero tampoco es que hubiera otra opción.

Tu camino estuvo bien hasta que chocaste perdiendo el equilibrio cayendo al suelo.

- Maldito poste - dijiste sobando la frente de tu cara.

- ¿Qué dijiste mierda? - te pregunto una voz pesada que hizo que te sobresaltaras levantando la vista.

Te quedaste un rato observando a aquel hombre alto con dos trenzas en su cabello.

De inmediato se te vino a la mente quien era; Haitani Ran, el matón de la escuela - dije que pareces un poste a mitad del camino.

Ran se extrañó de tus palabras, llevaban el mismo uniforme ¿acaso no lo conocías? O es que eras una mocosa engreída con ganas de morir.

Amargo || Ran HaitaniWhere stories live. Discover now