Extra | I

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| después de la tormenta |

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En un segundo la respiración se agota, las manos de ese hombre se aprietan en tu cuello con tanta fuerza que impiden el paso entero del aire.

La expresión en su cara es confusa, sus ojos se ven divertidos mientras su boca está en una posición neutral, como si quisiera hacerte saber que se arrepiente de hacerlo, pero sus ojos lo delatan enteramente.

Rasguñas sus manos con tantas fuerzas queriendo retirarlo de ti, pero el poco aire que queda en tu cerebro te impide buscar esa fuerza que necesitas.

Tus ojos se empiezan a nublar, tu cuello duele tanto que es insoportable y tu cuerpo empieza a dejar de moverse. Te está consumiendo, está agotando tu vida sin que puedas hacer nada.

Parece que este será el final para tu vida, las lágrimas arden en tus ojos, impiden cualquier vista y te quedas sumergida en esa impotencia, tus intentos de librarte de eso son inútiles, tan inútil como intentar hacer bocanadas de aire.

Y en un segundo tu cerebro se pone alerta haciendo que tus sentidos vuelvan a la vida. Te sobresaltas en esa cama hiperventilando exageradamente mientras las lágrimas salen de tus ojos.

Rápidamente sientes los brazos de Ran rodear tu cuerpo atrayéndote a él. Su mano pasa debajo de ti y en un movimiento pega tu cabeza a su pecho.

–No pasa nada, estoy aquí – te dice con su voz suave y besando tu frente.

Lo abrazas con fuerza aferrándote a su figura, mientras sollozos se escapan de tu boca.

–¿Qué pasó? ¿Él volvió por la noche? – pregunta.

Asientes en su pecho y él comienza a acariciar tu cabello con tanta delicadeza que se vuelve pacifico.

Nada, ni un rastro de luz atraviesa las ventanas de la habitación. La madrugada se siente pesada en esa cama, la oscuridad es lo único que tus ojos logran ver. Pero estás sintiendo los reconfortantes y cálidos brazos de Ran cuidándote, escuchas su corazón calmado en su pecho y sientes su aliento caliente chocar con tu cabello.

–Volvió – dices entre respiraciones.

–Solo fue una pesadilla, él no puede volver a hacerte daño – te dice intensificando la fuerza en ti.

Y es que las pesadillas siempre te torturan, aunque menos que antes, pero siguen siendo terroríficas.

Y aún si intentas olvidar estas siempre aparece nuevamente para traer el dolor del pasado. Pero desde que dejaste de vivir sola han disminuido, desde que sientes a Ran aferrarse a ti durante esos malos sueños es más fácil sobrellevarlos.

–¿Quieres hablar del sueño?

Tomas un momento de silencio y decides hablar.

–Lo mismo que el pasado, corre contra mí para ahorcarme, pero esta vez no me golpeó, creo que van disminuyendo poco a poco – respondes entre susurros.

–Una pesadilla, él no vendrá por ti nunca más – tratas de calmar tu corazón dejándote llevar por la voz de Ran –¿Quieres comer algo? – pregunta al saber que no podrás dormir fácilmente a partir de ahora.

–¿No debes ir mañana a otra prefectura?

–Sí, pero no importa, igual ya estamos despiertos.

Ran enciende la luz de la lámpara que está en su mesa de noche. Se quita las sábanas del cuerpo y se levanta. Extiende su mano hacia ti y tú la tomas para ser arrastrada hasta salir de esa cama.

Amargo || Ran HaitaniWhere stories live. Discover now