Nadie como tú | 35

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Te perdiste la mayor parte de sus palabras, tus ojos únicamente viajaban recorriendo la habitación entera frente a ti, todos ellos te miraban directamente

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Te perdiste la mayor parte de sus palabras, tus ojos únicamente viajaban recorriendo la habitación entera frente a ti, todos ellos te miraban directamente.

Te mantenías sin expresión alguna mientras sus bocas se movían hablando de tecnicismos difíciles de asimilar. Tanto revuelo por dos acusaciones, leyes que en tu vida habías escuchado y palabras que parecían inventadas.

Hay algo que oprime tan exagerado el pecho haciendo que todo se vuelva incómodo, cualquier movimiento hace que te duela algo en tu cuerpo y la tensión que sientes ahora es desgastante.

No has dormido bien desde hace tiempo, de hecho, no has dormido en una cama desde que llegaste aquí.

Solo te quedabas en la habitación donde te interrogaban sobre el tema hasta que todas las preguntas te desesperaban.

Hay hombres vestidos de traje negro caminando por la habitación dirigiéndose al juez y volteando ocasionalmente para verte directamente a los ojos.

Tu abogado te defiende de cualquier blasfemia que sale de sus bocas. Sinceramente no te importa lo que digan, sólo quieres que termine.

Te hacen levantarte para que vayas al lado del juez y te sientes mirando a todas esa personas que anteriormente estaban a tus espaldas.

Un hombre alto de lentes se acerca a ti para hablar –Señorita (T/A) ¿Cómo se declara del delito de homicidio doloso del señor (T/A) Fudo?

Pasas saliva –Culpable – contestas.

–¿Cómo se declara del delito de homicidio doloso de los dos individuos de nombre Tanakae Chiyo y Izaruko Fuji?

–Culpable.

La familia de esos dos tiene lágrimas en los ojos mientras te escuchan, pero no les tomas importancia.

Regresas a tu asiento volviendo a escuchar a las personas hablar de ti, el juez escribe en una hoja mientras escucha y analiza cada aspecto.

Cierras los ojos suspirando profundo hasta que el abogado te interrumpe indicándote que te acomodes para escuchar al juez.

Juegas con tus pulgares para calmar el nerviosismo.

–Señorita (T/A) ¿Alguna última manifestación antes de que me pronuncie? – te pregunta el juez.

Niegas con la cabeza –No.

–Una vez escuchada la postura de cada una de las partes, decretare un receso de diez minutos para deliberar en privado y emitir el juicio correspondiente. Se declara cerrado el debate y procedo a deliberar – dice mientras se escucha el golpe del masó contra la madera.

Te sueltas en la silla nuevamente y ves al abogado a tu lado revisar sus papeles –¿Cuántos años? – le preguntas.

Se gira a ti acomodándose los lentes y suspira. Desde ahí sabes que algo no está bien.

Amargo || Ran HaitaniWhere stories live. Discover now