Nuestros | 25

9.9K 940 1K
                                    

⚠⚠⚠

– ¿Y bien? – preguntaste al entrar al salón al que Ran te había dicho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

– ¿Y bien? – preguntaste al entrar al salón al que Ran te había dicho.

Él reviso que nadie por el pasillo apareciera, después de todo realmente estaba necesitado.

Volteaste a verlo aun esperando una respuesta del porque había sido tan insistente de traerte aquí.

Se acerco más a ti observando tu cuerpo en comparación con el de él. Con una sonrisa leve llevo sus manos a tu cintura buscando recorrer tu silueta. En un instante sabias lo que estaba planeando y quisiste apartarte.

– No ahora – dijiste con la voz baja. Aunque estaban solos en el aula aun temías porque alguien entrara de imprevisto.

– Cállate – te dijo el chico empujándote hasta la pared del fondo, donde yacían mesas vacías alineadas contra la pared.

Cuando chocaste contra las sillas él se encargó de subirte y meterse entre tus piernas. Trataste de separarlo, pero era evidente la diferencia de fuerza que tenían.

Paso una de sus manos por atrás de tu espalda para sostenerte y su cara viajo a la tuya para comenzar a besarte necesitado porque le devolvieras el beso, cosa que no hacías.

Cuando sintió que no le devolvías el beso opto por chupar y morderte levemente el labio inferior. Un quejido se escapó de tu boca y trataste de moverte para separarte.

– No Haitani – dijiste cuando dejo tus labios y fue directamente a besar tu cuello, el calor comenzaba a bajar hasta concentrarse en tu punto, pero no querías esto ahora, no en la escuela.

*[contenido +18 / sexual]

– Llevas negándome esto desde hace más de una semana por tus estúpidos trámites, así que dame lo es mío – comenzó a chupar pequeños espacios en tu cuello.

– ¿Tuyo?

– Mio – dijo llevando su erección hacia ti para rosarla con tu entrepierna.

Comenzó con pequeñas frotaciones para provocarte, quizás no iba hacerte cambiar de opinión acerca de tener relaciones en este momento, pero eso le importaba poco, te habías vuelto necesaria a estas alturas y él no se iba a negar el placer que lleva aplazando por bastante tiempo.

– Dejaras una marca – dijiste con la voz entrecortada por la ola de placer que sentías cuando él se frotaba contra ti y sumando el hecho de que estaba chupando con fuerza tu cuello.

– Nada que no puedas ocultar – o quizás no quería que lo ocultaras, tal vez era tiempo de decirle al mundo que tenías un dueño, y uno muy celoso.

Tomo una de tus rodillas y la llevo contra sus caderas obligándote a engancharte de él.

– Ya déjame.

Amargo || Ran HaitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora