Dulce | 41

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Pero lo que es amargo no es eterno

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Pero lo que es amargo no es eterno.

Ran está tirado en el suelo, el dolor en su pecho aumentaba cada instante haciendo que el nudo que aparece en su garganta se vuelva insoportable hasta el punto de empezar a lagrimear. Ni si quiera puede respirar adecuadamente.

Lo perdió todo, todo se fue de él, se quedó sin nadie ahora. Las palabras de Rindo se sintieron peor que cualquiera tortura que existió. Y al menos escucharlas hizo que todo viniera a su mente, trayendo cada recuerdo, cada culpa a él. Cómo si se tratara de echarle un balde de agua fría a su cuerpo caliente.

Sabe que es su culpa todo el dolor que te ha causado. Pero, no toda cae sobre él, existieron más, esas personas no hicieron nada para remediar el daño y, si él sabe que fue parte de su culpa, debería responsabilizarse por eso ¿No?

Ran; ¿No deberías ser diferente a todo lo que conoce ella?

¿Por qué hundirse más de lo que ya lo has hecho?

Para Ran existen dos personas en su mente en este momento, y las dos duelen más que nada. Las alejo, su mente no sirvió. ¿Por qué el empeño en hacer más daño? ¿Por qué no pudiste pensar mejor?

Ran armo un cuento incierto en su cabeza, no escucho, no asimiló las cosas y esto es lo que se obtiene.

Las inseguridades envenenan, te mantienen en un lugar obscuro, no dejan que vivas. ¿Por qué sigues aferrado a ellas?

Haitani se levantó del suelo, giro su cabeza a todos lados observando el desastre causado. Su boca aún sangraba y dolía con cualquier movimiento. Se acercó a la puerta para salir del lugar, observo el pasillo donde no estaba su hermano.

Camino sobre este hasta cruzarse con Sanzu. Quién con una sonrisa grande lo saludaba con la mano en el aire.

–El rojo definitivamente va contigo – se burla Sanzu.

Ran ignoro lo que Sanzu tenía para decir y siguió caminando hasta entrar a su habitación. Se quitó la ropa con dificultad dejando salir jadeos al sentir como recorre su piel sensible. Encendió el agua de la ducha y se metió sin importarle lo helada que estaba.

Dejo que el agua corriera por su cuerpo desnudo llevándose la sangre roja. El ardor en sus heridas era incómodo. Levanto su cara para recibir toda el agua hasta que su respiración se volvía nula. Lamentablemente el dolor en su pecho y su instinto por supervivencia hizo que se quitará de ahí.

Pego la frente a la pared mientras el agua corría por su espalda. Abrió sus párpados débiles y observo la marca en su cadera. El nombre de la persona que ama aún permanecía rojo, intacto y perfecto.

A veces duele más el interior que una herida física. Y ese ese es el peor sufrimiento que existe, del que es difícil escapar.

Dale un respiro a tu corazón, suelta lo malo y anhela lo bueno.

Amargo || Ran HaitaniWhere stories live. Discover now