Año nuevo en el club (primera parte)

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Era 31 de diciembre, último día del año y último día de trabajo en Ecomoda antes de las dos semanas de vacaciones que tendrían en la empresa.
Armando estaba en su oficina esperando que llegue la hora para salir, ya había terminado con su trabajo, pero como aún debía esperar a que Betty termine con el suyo, se recreaba con los recuerdos del intenso fin de semana que habían pasado.
El viernes después de dejar a los Oroño en el hotel, los dos se fueron hacia el apartamento de Armando, dándose besos y caricias atrevidas durante todo el trayecto, cosa que los hizo llegar sumamente excitados al edificio, subieron devorándose en el ascensor y entraron semi desnudos a la casa, donde se amaron con locura primero en la sala ya que no llegaron al cuarto debido a la urgencia que tenían y después en la cama, donde se amaron largo rato, recorriendo con sus manos y sus bocas el cuerpo del otro, haciendo muchas posiciones diferentes, llevando al otro hasta el límite de la locura para alcanzar juntos el cielo y caer abrazados y extenuados ya en horas de la madrugada.
El sábado se levantaron tarde, prepararon juntos el desayuno, compartieron la ducha y se fueron a hacer mercado, ya que la despensa de Armando estaba bajo mínimos, luego almorzaron fuera y se dedicaron a pasear un buen rato a Galán por el parque que estaba cerca al edificio donde Armando vivía para luego ir a visitar el parque botánico de Bogotá, Betty no lo conocía y Armando quiso que lo descubriera con el, le fascinaba la expresión de asombro y sorpresa que ponía su Betty cada vez que descubría algo nuevo.
Pasearon allí el resto de la tarde y luego de disfrutar juntos de un helado, regresaron al apartamento a asearse y cambiarse de ropa para ir a cenar a casa de los Mendoza.
Al llegar al chalet, el que puso cara de sorpresa fue Armando, ya que, en lugar del mayordomo de la familia, la puerta se la abrieron sus dos sobrinos quienes al verlo saltaron gritando y saludando emocionados a su tío favorito y a la "tía Betty". Detrás de los niños, Armando vio parados a sus padres junto con su hermana y su cuñado, estaba tan emocionado cuando se abrazo a Camila que no pudo contener las lágrimas de felicidad, especialmente cuando le anunciaron que Camila y su familia pasarían año nuevo con ellos y se quedarían una semana de vacaciones en Bogotá, tiempo que acordaron pasar en la hacienda que tenían fuera de la ciudad, ya que no iban allí juntos desde que Camila se había ido a Suiza, y querían que los niños y Betty la conocieran.
El domingo la familia Mendoza Sáenz en pleno, junto con Betty y sus papás, que fueron cordialmente invitados por don Roberto y Armando, asistieron al club a ver la competencia de adiestramiento de Armando. Claro que antes de reunirse, tanto Betty cómo Armando, le pidieron expresamente a todos que no mencionaran delante de don Hermes que ella había ido a Suiza a buscar a Armando, explicándole las razones que tenían para hacer esa petición.
Fue un domingo familiar muy distinto y hermoso, como nunca antes habían vivido, ambas familias disfrutaron mucho juntos, y para sorpresa de todos, doña Julia y doña Margarita congeniaron perfectamente bien, así como don Roberto y don Hermes.
Armando ganó el segundo lugar en la competencia, dedicándole la medalla con la mirada a su novia, Betty sintió que se derretía y lo miraba orgullosa y fascinada, es que su novio lucía sumamente atractivo con su traje de jinete, montado en su caballo negro, con una seriedad y un porte que le daban un aire imponente supremamente sensual. Cosa que le comento doña Julia en más de una oportunidad a su hija mientras veía a su yerno realizar las pruebas a caballo, sin que su esposo la oiga, claro: "mamita que guapo se ve su novio con esa ropa.... Que porte tiene Armandito como jinete.... Hay Bettica, que hombre se ha buscado mija!" Esos eran, entre otros, los comentarios que le hacía la señora a su hija, la cual reía divertida y compartía totalmente la opinión de su mamá.
Luego de la competencia, almorzaron todos juntos en el club, doña Julia y don Hermes se sentían abrumados en un restaurante tan lujoso, aunque no por eso dejaban de admirar la belleza del lugar. Al momento de ordenar, Betty (que cada vez se desenvolvía mejor en esos sitios) y doña Margarita ayudaron a la matrimonio Pinzón a ordenar su comida, la cual disfrutaron mucho en cuanto llegó, ya en los postres, Armando con el apoyo de don Roberto, con quién se había puesto de acuerdo previamente, pidieron a don Hermes el permiso correspondiente para que Betty pueda ir con ellos a la hacienda por la semana que planeaban ir de vacaciones.
A Don Hermes no le entusiasmaba para nada que su "niña" pasase una semana entera con su novio, y más después de su "descarada confesión", una cosa era que ella se fuese al apartamento de Armando por dos días, lugar en el que ambos estaban solos y nadie "vería su desvergüenza", pero muy diferente era estar una semana completa con el y toda la familia Mendoza Sáenz, "que pensarían de su niña".
Don Roberto lo convenció diciendo que deseaban que Betty los acompañe en el viaje, ya que era la primera vez en años que estaban todos juntos en Bogotá y no sabrían cuando volverían a tener una oportunidad así, "don Hermes, por favor acepte, será una semana familiar, y Betty ya forma parte de nuestra familia" fueron las palabras que convencieron al viejo terco de don Hermes que después de mucho refunfuñó, mil recomendaciones, y de recordarles a su hija y a su yerno que el díablo es puerco accedió a dar su permiso. Eso sí dejándole muy en claro a Betty que no ande "dando espectáculos" delante de esos señores tan respetables, y que lo mejor eran las "habitaciones separadas".
Betty solo le sonrió pensando que su papá por mucho esfuerzo que haga, jamás cambiaría, y como no quería arruinar el momento tan bonito que estaban pasando, no llevo la contraria a su padre. Claro que no pensaba dar espectáculos delante de la familia de su novio, pero lo de las habitaciones separadas, eso sí que no lo aceptaba, con lo rico que sentía ella al dormir sobre el pecho desnudo de su "doctor papito" rodeada por sus fuertes brazos, ni loca se privaría de semejante placer.

YSBLF, una reconciliación diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora