Capítulo 2

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Por fin pude salir del hospital y para mi sorpresa cuando iba saliendo vi al policía de la última vez, el silencioso, y me preguntó si quería que me acompañara hasta donde iba pero le dije que no. Ni siquiera sabía qué hacía aquí, ¿cómo me iba a montar en su coche así porque sí?

Por otro lado, cada vez me estaba arrepintiéndome más de la cuenta por el hecho de tenerle que contar todo a Luca, y que de paso él se enfadara. Sé que no tengo como ocultarme debido a que todo mi rostro estaba marcado, pero tampoco podía plantearme ahora el decirle que no venga porque de verdad necesitaba su ayuda.

Aun me encontraba en la salida del hospital, incomodada por las miradas de todos los que entraban y salían. Saco el teléfono y marco de nuevo el número de Luky.

— Ay gnomito, no me digas que cancelas nuestra cita — dijo, poniendo voz de pena.

— Sí, lo pensé, medité y como que me arrepentí. — dije de broma, pero no tan de broma. Al oír el gemido de disgusto que salió de su boca no pude contener la risa. —Obvio que no Luki, solo llamaba para decirte que no me apetece tanto quedar en un café... lo mejor será que vengas a mi casa.

— Okey. — dijo él sin poner queja ninguna. — Pero solo si me prometes que no es una excusa para seducirme y dejarme encerrado como esclavo sexual. —su voz era de puro sufrido y juro que esta vez reí mucho más alto que hasta vergüenza me dio, porque todos mi alrededor se me quedaron mirando más fijamente, incluido el policía.

— No te preocupes, si alguna vez secuestro a alguien procuraré que por lo menos sea guapo — Luca era el único que podía hacerme olvidar todo lo malo que estaba pasando.

— Ja, ja, que graciosa — dijo él. Por suerte lo conocía y no era de los que se enfadaban por estas bromas. — Estaré ahí en una hora, pásame la ubicación —dicho esto colgó.

Ahora la cuestión es saber ¿Cómo llegaré a la casa? No tengo coche, no tengo dinero para un taxi y si cojo el autobús sé que todos estarán mirando, cosa que me hará sentir bastante incómoda.

Inspeccionando la zona, me doy cuenta de que el policía seguía ahí, entonces la idea de pedirle ayuda se me cruzó por la cabeza, pero no, ¿y si se niega? Me sentiría avergonzada. Pero... ¿y si acepta?

Dudosa me voy acercando a él, el policía estaba de espaldas hablando por teléfono por lo que, intentando no molestarlo, me coloco a un lado, esperando a que acabe de hablar.

— Sí Fabio, estoy aquí, controlando el lugar pero dim... — antes de continuar hablando, pareció notar mi presencia, pues giró a mi dirección, fijando su mirada en mí. — Fabio, después hablamos — dijo mientras colgaba la llamada — ¿Necesitas algo?

— Hola... — ¿Cómo puedo pedírselo? — Bueno... ¿estás bien? — mentalmente me di un golpe, por lo tonta que era.

— Yo si... ¿y tú? — preguntó dudoso.

— Estoy bien, gracias — ¡qué vergüenza! a este punto ya casi mejor que me vaya andando.

Cuando me decanté ya por irme andando, a los dos pasos que di alejándome, volví a oír su voz

— ¿Necesitas algo? Como dije anteriormente yo puedo llevarte a donde necesites —eso fue como música para mis oídos, él me leyó el pensamiento. Al girar a mirarlo, él se encontraba esperando una respuesta.

— Pues ahora que lo dices... agradecería que me llevaras a casa... por favor —yo creo que mi cara, además de estar morada, también debe de estar muy roja por la vergüenza que estaba pasando.

— Tengo el coche allá —dijo, señalando con la cabeza el lugar donde se supone que estaba. — Vamos.

En silencio anduve tras él, dirigiéndonos en silencio hacia el coche. El dolor que aún sentía, a pesar de no ser tan fuerte, me impedía caminar bien, incluso me costaba seguirle el paso. Andaba a un ritmo lento y lo que me sorprendió es que el policía, al darse cuenta de que no podía seguirle el ritmo, moderó su paso.

Al llegar al coche el policía me abrió la puerta del copiloto y cuando intentó ayudarme a sentarme, no lo dejé. Desde que Paul empezó con sus abusos, mi cuerpo empezó a rechazar el tacto de toda persona.

Desde el hospital a donde vivía, era cosa de media hora en coche, por lo que le di la dirección y no volví a hablar en todo el camino.

Mis pensamientos estaban con Luca, el cual tenía muchas ganas de ver, lo necesité mucho y solo espero que no me odie por no haberle contado antes todo lo que estaba pasando.

— ¿Estás bien? —la voz del policía hizo que todo pensamiento se evaporara.

— Si Sr. policía... solo estoy un poco cansada. —cansada emocionalmente, y encima se me estaba haciendo eterno el viaje en coche.

— Enzo — dijo, a lo que lo miré sin entenderlo. — Así me llamo. —dijo mirándome de reojo, por unos segundos hasta que volvió su mirada al frente.

— Yo... soy Fabiola, aunque supongo que ya lo debes de saber por el interrogatorio —al decir eso pude sentir un poco de tensión, pues no resulta cómodo eso... — Pero me suelen llamar Fabi.

— Fabi es muy bonito. —volví a mirarlo y se encontraba mirando a la carretera con una media sonrisa.

— Gracias —fue lo único que dije, y al darme cuenta, ya habíamos llegado a mi casa. — Le agradezco que me haya traído señor.

— Me llamo Enzo, no señor ni policía — volvió a decir — Y no hay de qué, si llegas a necesitar algo no dudes en llamarme. —dijo tendiéndome una tarjeta con su número, la cual dudé por un momento de si coger o no, pero finalmente si lo hice.

— Espero que no sea necesario —susurré deseando que de verdad no sea necesario ver nunca más a un policía. A fin de cuentas Paul está preso y yo espero irme con Luca hoy mismo, pero de todos modos cogí la tarjeta y salí del coche. Cuando iba a entrar a la casa me giré al policía e hice un gesto de despedida con la mano. —Adiós Enzo.

— Adiós Fabi.



Falsas Verdades (TERMINADA)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ