Capítulo 41

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— Fabi, ¿ya estás lista? —preguntaba Eli detrás de la puerta.

— Creo que si...

— Voy a entrar —avisó antes de abrir la puerta.

Avergonzada le di la espalda, sintiendo como mi corazón bombardeaba con fuerza.

— Eli, no creo poder ir así.

— ¿Pero qué dices? ¡ESTÁS INCREÍBLE! —exclamó Eli mientras se colocaba delante de mí.

Al colocarme el vestido, sentí como se ajustaba a cada curva de mi cuerpo. Era increíble lo bien que me sentía con el puesto, pero... era demasiado para hoy.

— Nadir va a morir cuando te vea — dijo Eli con una gran sonrisa.

— Hacía tanto que no me ponía nada bonito — me miraba al espejo, amando tanto lo que veía.

— Ahora estas en una nueva etapa de tu vida — dijo mientras sostenía mis manos. — Una mucho más bonita.

Una nueva etapa... realmente necesitaba eso. Una nueva historia en mi vida, la cual contar con amor y no con temor.

Miré a Eli y le dediqué una sonrisa, dando por terminado la conversación. Salimos de la habitación yendo directas al jardín trasero, el cual ya se estaba llenando.

Cuando nos unimos con los invitados pude notar la mirada de todos observándonos, sabía que el cambio era notable, pero nadie se molestaba en disimular un poco.

Intenté buscar a Nadir con la mirada, pero se me hacía imposible encontrarlo debido a la cantidad de personas que había.

— Mira, ahí está — susurró Eli, señalando un punto en concreto.

Al ver a Nadir, una gran sonrisa adornó mi rostro. Él estaba de espalda, y aunque no necesitaba verle de frente para saber que era el más hermoso de la fiesta, necesitaba tenerlo cerca.

Eli y yo nos fuimos acercando, logrando que más miradas se fijaran en nosotras. Los nervios eran horribles, más cuando me hacían sentir como si el camino en vez de acortarse se alargara.

Cuando Nadir finalmente notó nuestra presencia y giró, pude ver un brillo diferente en su mirada. Cuando paré justo frente a él, la energía que nuestros cuerpos compartían fue como si se hiciera más fuerte.

— ¿Fabi? Vaya cambio... — dijo Axel mientras su mirada me inspeccionó de arriba abajo. — Te ves muy sexy.

— ¡CÁLLATE AXEL! —gritó Nadir, mientras lo mataba con la mirada.

— Hermano es l...

— Que te calles —gruño un enojado Nadir. — ¡Solo puede comerla con la mirada una persona y eso soy yo, para eso es mi chica! — gritó, dejándose ver como todo un posesivo.

Mis labios se curvaron ligeramente a causa de las palabras de Nadir. Él era el único que podía ser posesivo y no causarme miedo.

— Ven conmigo — dijo mientras cogía de mi mano, alejándonos de todos.

No sabía hacia donde me llevaba, pero simplemente me dejé llevar por él sin poner resistencia alguna. Mi sonrisa se borró cuando nos adentramos a la casa y supe entonces hacia donde me arrastraba, hacia su habitación.

— Nadir... — llamé mientras detenía mi paso. — ¿Por qué vamos a tu habitación?

— ¿Piensas que te haré algo? —preguntó elevando una ceja.

— Claro que no...

— Pues confía en mí y ven — acabé cediendo. No desconfiaba de él pero... la duda siempre me acompañaba, y esta no era la excepción.

A pesar de estar en una relación, nunca había entrado a su habitación. Huía de cada momento que pensaba que podría llevarnos a más...

Una vez entramos a su cuarto, me quedé parada al lado de la puerta, observándolo todo. Este lugar reflejaba todo lo que él era, ordenado y perfecto.

Para mi sorpresa en la cama se encontraba un gran ramo de rosas blancas. Una gran sonrisa adornó mi rostro, una gran y tonta sonrisa que reflejaba lo atontada que me tiene Nadir.

— ¿Y esas flores?

— Estas flores — empezó diciendo mientras sostenía el ramo entre sus manos. — Son para la persona más bella de mi vida — dijo mientras me las tendía.

— ¿Por qué trajiste tantas? — dije una vez las cogí. — Jamás olvidaste traerme una rosa... no debiste... — me refería a la promesa que una vez me hizo. Olvidar una rosa, supondría regalar un ramo que equivale a un año.

— Si debí — interrumpió mis palabras. — Este ramo es para celebrar que hoy es un día muy especial.

— Si hablas de tu nombramiento, entonces soy yo la que debí traerte un ramo de flores a ti — dije un poco apenada. Soy tan tonta de no pensar en ello.

— No es por eso—rodeó mi cintura con sus grandes manos, una vez me entregó las flores. — Sino porque llevo semanas queriendo proponerte algo.

— ¿De qué se trata? —pregunté curiosa.

— Amor, me encantaría y me llenaría de orgullo que aceptaras ponerte mi chaleco — su chaleco... — Quiero que lleves mis letras en tu espalda, y que todos entiendan al verte que no estás sola, que eres solo mía. 

Su chaleco... no podía creer que me estuviera proponiendo esto enserio. Sabía lo que eso significaba, todos aquellos que pertenecieran a algún club sabrán que le pertenezco a un solo hombre, a Nadir.

Llevamos poco, no era el momento para eso. Según escuché en el tiempo que llevo aquí, el chaleco es muy importante para ellos, suponía un compromiso muy grande entre una pareja. Es casi como casarse.

Sonará raro pero esperaba que fuera broma, no quería que fuera verdad. No me veía preparada para algo así, no porque no lo quisiera, sino porque antes de aceptarlo completamente tengo mucho dolor aún que sacar de mi vida.

Nadir era testigo de lo mucho que me costaba darle muestras de amor, incluso cuando estamos solos. Él tuvo que haber deducido que no era el momento del chaleco.

Nadir aún seguía parado frente a mí pero su sonrisa se había borrado, había puesto distancia entre nosotros y se dedicaba a mirarme fijamente en espera de una respuesta.

¿Cómo hago ahora para no hacerle daño con lo que pienso?

— Estoy esperando una respuesta — dijo él finalmente.

— Nadir... no creo que sea el momento — mi voz se sostenía en apenas un susurro.

— ¿Cómo qué no? — era obvio que no era lo que esperaba escuchar, su tono me lo terminó de confirmar. — Estás... ¿me estás rechazando?

Jamás podría rechazar a uno de los mejores hombres que dios puso en mi vida. No quiero que se sienta mal pensando algo que no es cierto.

— No dije eso Nadir — intenté acercarme a él, pero me sorprendí cuando se alejó más de mí. — Nadir...

— Me estás rechazando — repitió, con la diferencia de que esta vez no sonaba a pregunta

— ¡NO! — ¿por qué se estaba volviendo tan difícil? — Jamás pienses eso...

— Porque te quiero te lo propuse, si me quisieras deberías aceptar.

— Lo aceptaré cuando crea que es el momento.

— Te estoy entregando la mejor versión de mí Fabiola. Me estoy esforzando solo por ti. — su voz reflejaba dolor, pero ya no sabía que más decir para hacerle entender.

— Lo siento Nadir... — al no saber qué decir, opté por disculparme. Lejos de hacerle entender, lo estaba lastimando sin querer. 

Esperaba que dijera algo pero simplemente pasó al lado mía, saliendo de la habitación. Se fue pensando que lo había rechazado, sin entender que a mí también me dolía no verme merecedora de su chaleco. 


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Falsas Verdades (TERMINADA)Where stories live. Discover now