EPÍLOGO

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NARRA LUCA

5 años después

— Mario, ¿tienes todo listo?

— Cada año me preguntas lo mismo y cada año te respondo lo mismo, todo está en orden.

— Bien — sabía que todo estaba en orden, pero no podía relajarme un día como hoy.

— Luca, Bruno ya llegó — anunció Boris, mientras se posicionaba a mi lado.

— Bien, dile que nos espere en la entrada, ya todos debemos irnos.

— Vale — respondió mientras se alejaba corriendo, directo adonde estaba Bruno.

— Mi amor — la dulce voz de mi mujer se hizo presente, sacándome una sonrisa. — ¿Estás bien?

— Si — respondí mientras la rodeaba entre mis brazos. — Pero creo que esta vez no deberías venir, te puedes cansar — dije mientras acariciaba su abultado vientre, donde crecía nuestro querido bebé.

— Ni lo sueñes, claro que iré — terca. Cuando iba a volver a insistir en que no fuera, una dulce voz me hizo callar.

— ¡Mami! ¡Papi! — mi princesa venía corriendo hasta donde estábamos.

— Aquí te dejo a la tormenta de tu hija — dijo Axel, evidentemente cansado. Mi pequeña tenía mucha energía y Axel ya no estaba para esos trotes.

Reí mientras me separaba un poco de Eli, y abría mis brazos para recibir a mi hija.

— Ven aquí pequeña gnomito — dije mientras la alzaba.

— Papi ¿Dónde vamos?

— Los mayores iremos a visitar al tío, mientras que tú te quedas aquí.

— Pero yo quiero ir contigo... — dijo, haciendo un adorable puchero.

— Pero no te quedaras sola, estarás con Ares — dijo Eli, mencionando al hijo de Donato y Darna, un crío de cuatro años, el cual lograba hacer que los ojos de mi pequeña de tres años brillaran.

— ¡SI! — gritó eufórica mientras alzaba sus pequeños brazos.

— Claro, ¿cuándo se ha negado a quedarse con ese niño? — pregunté fastidiado, mientras que mi mujer reía divertida.

— Vamos, deja a Martina o se nos hará tarde — dijo ella, y así lo hice.

Dejé a mi hija en el interior de la casa con Ares y nos dirigimos a la entrada, donde ya se encontraban todos esperando.

— ¿Crees que este día es para esperarte a ti? — preguntó Bruno, fastidiándome como siempre.

Cinco años, donde lo veía solo una vez al año, y en estas pocas veces siempre aparecía igual, con carácter duro y semblante serio.

— ¿Está todo listo? — pregunté, recibiendo respuesta por parte de Roque.

— Está todo en la camioneta.

— Bien, pues vámonos.

Cada uno se montó en sus respectivas motos, y nos pusimos en camino a nuestro destino. Yo me monté en la camioneta, en el lugar del conductor, a mi lado se sentó mi mujer y detrás Roque.

Conduje por el ya conocido camino, recordando aquel día... hoy hacía cinco años y el dolor sigue presente como el primer día.

En todo este tiempo pasaron muchas cosas, como la llegada de mi hija Martina, Ares y algunos pequeños más.

Enzo dejó el cuerpo de policía, para dedicarse en cuerpo y alma al club, al que ahora pertenecía. Él solicitó pertenecer a nosotros, y obviamente lo aceptamos.

Falsas Verdades (TERMINADA)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt