Capítulo 50

606 27 0
                                    

NARRA LUCA

Después de la conversación que tuve con Fabiola, me adentré a la casa para seguir planeando el rescate de Nadir, el cual será esta misma noche.

Al estar nuevamente frente a todos, los cuales se encontraban bastante alterados planeando todo lo que harían en venganza, noté que había un nuevo integrante. Mario.

A pesar de lo malherido que estaba, lo tenía sentado como si le fuera a permitir participar en esto. Dejé muy claro que todos los que acabaron heridos, aunque fuera poco, no estarían incluidos.

— Mario, vuelve a tu habitación — al oír mi voz, todos callaron y pusieron nuevamente sus miradas en mí.

— Me necesit...

— Vuelve a tu habitación —volví a hablar, interrumpiendo sus palabras.

Entonces se levantó y a paso torpe, se acercó hasta quedar frente a mí, cara a cara.

— No acepto tus indicaciones —se atrevió a decir como si mi palabra no tuviera valor. — No me quedaré parado cuando nuestro presidente está desaparecido.

— Si él es tu presidente, yo soy tu vicepresidente, el segundo al mando, por lo tanto no puedes desobedecer mi palabra — me hervía la sangre sentir que hablaba con la pared. — Estas herido y no te dejaré participar.

— No vas a joderme con esto — cuando iba a responderle, Donato se metió entre nosotros, impidiéndome hablar.

— Luca piénsalo — dijo él. — El trabajo de este cabrón siempre fue muy bueno.

— Todos nuestros hombres hacen bien sus funciones.

— Él no hará nada, yo me encargaré de eso — su maldita insistencia me estaba enfadando. — Tiene más información que nosotros y eso nos puede ayudar mucho.

No puedo negar que tenía toda la razón, pero mi cabeza no paraba de repetirme que sería imprudente. Finalmente acabé aceptando, pero sabía que me iba a arrepentir.

— Sigamos — dije finalmente, dando por terminado el tema de Mario.

— Como iremos todos en moto, os quiero en alerta desde que salimos de aquí hasta que llegamos al lugar. También se revisará cada esquina de los alrededores para asegurarnos antes de salir que no haya nada — Después de hablar con Mario, estuvimos estudiando varias rutas para poder rodear bien a esos cabrones.

— Iremos repartidos en grupos, pero lo importante de todo es llegar al mismo tiempo, para que cada salida quedé vigilada y poder actuar al instante de llegar — dijo Axel.

— ¿Se sabe cuántos son? —preguntó Eduardo.

— No lo sabemos — respondió Donato.

— Eso no nos beneficia — dijo otro hermano.

— Pensábamos que eran solo dos, pero después del ataque de anoche quedó en claro que son más.

— Los hombres que puse a vigilarlos me informaban de todo lo que veían — habló Mario. — Los que lo ayudan no están para nada preparados, mucho menos fueron entrenados como se debe. Desde mi punto de vista, el mayor problema es el psicópata de Paul, está tan loco que no mide las consecuencias de nada.

— ¿Has dicho Paul? —preguntó de repente un hermano. — ¿Estás diciendo que el maldito exnovio de Fabiola está nuevamente jodiéndonos? —preguntó y entonces el vocerío de todos comentando mierdas sobre el tema logró hacerme perder la paciencia.

— ¡CALLÁROS! —grité harto de que no tuvieran respeto por nada. — ¡Quien fue el culpable no es el caso, la cuestión es solucionar toda esta mierda para que nada más vuelva a pasar!

Falsas Verdades (TERMINADA)Where stories live. Discover now