Capítulo 44

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NARRA NADIR

Llevaba desde anoche encerrado en el despacho, cabreado por todo. El día de ayer había sido una completa mierda.

Intenté entender a Fabiola cuando rechazó mi chaleco, no quise prestar atención a lo distante que se pasó todo el día e inclusive la busqué para celebrar con ella mi alegría. Nada pareció servir, y su rechazo empezaba a llevarme al límite.

Luca, Donato y Axel se ocuparán por unos días del club para poder resolver de una vez el asunto con Paul. Tengo fe, o por lo menos quiero pensar, que una vez eliminé ese problema, nuestras vidas empezarán a verse distinto.

Agarré el móvil y marqué a Mario para verlo ya mismo. Había pensado mil formas para acabar con el malnacido de Paul, mil cosas que le haría, una de ellas sería golpearle hasta no sentir mis nudillos. Tenía rabia acumulada con él, ya que a pesar de no haberlo visto jamás, se había convertido en la persona que más detesto — siendo Ian el que le sigue en la lista —.

No olvido que ese desgraciado se llevó con él documentos muy importantes, al igual de lo que le hizo al taller, pero tenía planeado acabar primero con uno para entonces seguir con el otro — a pesar de que todos los del club pedían a gritos su cabeza —. No sé dónde estará ahora, pero juro que si lo llego a pillar con Paul Cameron, acabaré con los dos sin piedad alguna.

Los golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos, y al dar paso para que entrara, me encontré con Mario.

— Jefe, ¿me necesitas?

— Ya no voy a alargarlo más Mario. Necesito sacar a Paul de nuestras jodidas vidas cuanto antes.

— Tengo algo que decirle antes — dijo con una expresión que me dejó en claro que era una mierda que no me iba a gustar. — Esta mañana me informaron que Paul había salido para encontrarse con Ian — perro traidor. Jodido desgraciado. Mi sangre hervía, pero me consolaba saber que acabaría con esos dos perros de una.

— Voy a llamar a Ian.

— Cambió de número— me informó de algo que ya había dado por sentado.

— Lo sé, al igual que sé que tú podrás conseguir su nuevo número — Mario era un cabrón que siempre me cumplía en todo. Cada cosa que le pedía, era cosa que me traía.

— Y cuando te lo consiga, ¿qué? ¿De verdad crees que te contestará?

— Dudo que nos haya traicionado por nada —dije, sintiendo aún presente la jodida traición. — De lo que estoy seguro es que ese perro tiene las mismas ganas de verme que yo a él.

Realmente debo buscar otra palabra para definirlo. Es ofensiva la comparación, ya que sé de la lealtad que tienen los perros, no como él.

— Cuando habléis vas a tener que cuidar cada maldita palabra.

— No te preocupes de eso, mejor ve preparando todo.

— Podemos hacerlo en la noche, así evitaremos llamar la atención y podremos actuar mejor —propuso él, a lo que estuve totalmente de acuerdo.

— Bien, en ese caso iré a resolver unos asuntos y nos vemos en un rato.

— Vale, pero déjame tu chaqueta antes de irte.

— ¿Para qué la quieres?

— Mandaré a que cosan el parche. — Yo iba a encargarme de eso, pero supongo que si lo hace él se encargará de inmediato, cosa que sé que yo no lo haré.

Me fui al jardín trasero, donde se encontraban escondidas y protegidas las flores. Cogí la rosa más bonita que encontré y me dirigí a buscar a Fabi.

Falsas Verdades (TERMINADA)Where stories live. Discover now