Capítulo 22

1.1K 57 1
                                    

— ¿Qué dices? ¡¿QUÉ ESTÁS DICIENDO?! — grité sin importarme si llegaban a escucharme.

Era incapaz de explicar la impotencia que sentía, no podía explicarme como una persona que lo único que tenía en el cuerpo era maldad, se saliera siempre con la suya.

— Señorita Fabiola no se altere, por favor — ¿Cómo se atrevía a pedirme tal cosa?

— Primero dejan escapar a ese psicópata y ahora me dices que está cerca. ¿Acaso no ves que en cualquier momento podría tenerlo nuevamente delante de mí? ¡¿No te das cuenta de que si esta vez me encuentra podría acabar conmigo?! —ya no podía mantener la calma, todo estaba saliendo realmente mal.

— Eso no pasará. ¿Puedes confiar en...?

— No confío ¡NO CONFÍO! —grité sin poder aguantar más las lágrimas. Estaba tan llena de rabia e impotencia.

— Fabiol... — quiso hablar pero lo interrumpí nuevamente.

— ¿Es que quieres que me vuelva loca? ¡ENCUENTRALO DE UNA VEZ Y QUE PAGUE POR TODO LO QUE ME HIZO! — grité, sintiéndome al borde de la locura.

— ¿Fabi? —una voz tras de mí llamó mi atención y al girar me encontré con un preocupado Roque. Mierda.

— Después hablamos —dije, para después de ello colgar. — Roque ¿qué haces aquí?

— Te escuché gritar y me preocupé — dijo mientras se iba acercando con cuidado. — ¿Pasó algo?

— Nada, no te preocupes —dije intentando calmarme.

— ¿Entonces por qué lloras? — preguntó, dejándome confundida.

— ¿Tú como...?

— No hace falta ver con los ojos para saber si una persona llora o ríe. Se puede ver de muchas formas, no solo con los ojos— dijo, deteniéndose frente a mí, una vez su bastón tocó mi pie. — Lo noté por tu voz, está quebrada y tu respiración acelerada.

Roque, dentro de lo que cabe, le tocó el mejor don; el de ver con el corazón. Sin necesidad de decirle nada, él supo perfectamente el estado en el que me encontraba.

— Lo siento, por si te llegué a ofender —me disculpé algo apenada por si mi falta de conocimiento hacia su condición llegó a ofenderle, pero para mi sorpresa, este empezó a reír.

— ¿Por qué pides perdón? Tú jamás me ofenderías.

— Ya pero...

— ¿Quieres dar un paseo? —preguntó, cambiando de tema.

— Claro.

— ¿Te importa si pongo mi mano en tu hombro? Es para guiarme mejor. — su mano...

— Claro... sin problema —dije acercándome a él. — Ya puedes poner tu mano. — Mi cuerpo se tensó cuando sentí su mano en mi hombro, pero como pude me contuve para no alejarme. —Bien, vámonos —dije más para mí que para él.

No podía llegar a sentir total tranquilidad cuando alguien me tocaba, aunque fuera una persona como Roque, que no se le notaba ningún tipo de maldad. Intento cada día alejar los miedo que tanto me atormentaba, y lo único que me consolaba era el saber que poco a poco lo estaba logrando.

El paseo estaba siendo tranquilo y tras una amena charla, por fin me iba sintiendo más cómoda. En este rato que pasé con Roque, pude notar que le encantaba hablar, no paraba de contar sus divertidas anécdotas, con las cuales se me hacía imposible no reír.

Por otro lado, cada día me sorprendía más de lo grande que era este lugar, nos pasamos andando por lo menos una hora y en ningún momento nos topamos por el mismo lugar; incluyendo en la caminata el jardín trasero y delantero de ambas casa.

Falsas Verdades (TERMINADA)Where stories live. Discover now