Capítulo 27

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Ver como la ambulancia se llevaba los cuerpos malheridos de Roque y Fabiola me hacía sentirme impotente y miserable. Fracasé en mi labor de protegerlos, de proteger a mi gente.

Lo único que quería era montarme en la moto y seguirlos, pero no podía, tenía que quedarme para averiguar todo lo que pasó, en la reunión que había convocado.

A pesar de no ir con ellos, me relaja saber que Roque y Fabi son acompañados por Luca, Axel y Elisabeth; los cuales sé que los cuidaran bien de ellos.

Una vez que la ambulancia desapareció de mi campo visual, me dirigí a la casa grupal, donde todos deben estar esperando. De camino intentaba relajarme, para no dejarme dominar por la furia, aunque dudo mucho poder controlarme una vez los tenga delante.

Necesito saber la verdad, saber qué demonios pasó, saber quién fue el desgraciado que les dejó la moto, saber si es verdad que alguien golpeó a Fabiola, saberlo todo.

Cuando entré a la sala, todos estaban sentados y esperando. Me coloqué frente a ellos, con los brazos cruzados, pensando en cómo empezar sin perder la paciencia en la primera palabra.

— ¿Quién será el primero en hablar? — pregunté, dándoles la oportunidad de elegir. — Quiero saber qué pasó, pero sobre todo y lo primordial ¡¿Quién demonios les dio una moto a Fabiola y a Roque?!

Los imbéciles de mí alrededor solo sabían mirarse entre ellos y callar. El silencio de esta panda de inútiles me alteraba más todavía, quería respuestas y las quería ¡YA!

— ¡MARIO! —llamé y el recién nombrado se levantó de su sitio. Me acerqué a él hasta quedar cara a cara. — Te dejé a ti al mando de todo ¿no es así?

— Sí señor.

— Entonces explícame tú, ¡¿QUÉ COJONES PASÓ?! — no podía controlar el enfado ni un segundo más.

— Fabiola y Roque quisieron dar una vuelta en moto...

— ¿De quién era la moto en la que iban? — pregunté interrumpiéndole.

— Presi...

— ¿De quién? — volví a preguntar, negándome a escuchar más tonterías.

Sabía perfectamente que mis muchachos se guardaban lealtad los unos a los otros, pero de poco me vale esa mierda en estos momentos. Dejarle la moto a Fabiola fue un completo error, y aunque sea un hermano, pagaría las consecuencias por lo que ocasionó su estupidez. Además, si no salía el culpable, culparía a todos y eso sería peor.

— No puedo traicionarlo señ... — Mario iba a hablar pero fue interrumpido por Donato.

— ¿Y traicionar al presidente si puedes? — preguntó Donato, el cual se encontraba junto a Ian, ambos parados a mi lado.

— Fui yo —dijo en ese instante Sebastián, poniéndose en pie.

Fijé mi mirada en él, el cual se encontraba con la cabeza agachada. Lentamente me fui acercando a Sebastián, hasta quedar a escasos centímetros.

— ¿Te das cuenta de la mierda que provocaste? — pregunté, sin obtener respuesta de su parte. — ¿En qué mierda estabas pensando cuando le dejaste la maldita moto a Fabiola?

— Ella aseguró que sabía usarla —habló, mirándome esta vez a los ojos.

— Conque ella te lo dijo... y tú, con tu gran corazón, aceptaste, ¿no es así? — tuve que alejarme un poco de él, porque sentía que podría caerle a golpes en cualquier momento

— Señor, no pensé que iba a pasar algo así — me estaba reventando la paciencia con este imbécil.

— Ese es el jodido problema, ¡QUE NO PENSASTE! — exploté, lleno de rabia. — ¡NO PENSASTE QUE UNA JODIDA MOTO DE 170 KG PODRÍA MATARLOS A AMBOS! — ¿Quién cojones no toma en cuenta esas cosas? no hay que tomarse la puta vida como un juego todo el santo día.

Falsas Verdades (TERMINADA)Where stories live. Discover now