Capítulo 36

924 46 1
                                    

La luz del sol molestaba a mi sueño, logrando que poco a poco mis ojos fueran abriéndose, apreciando el más hermoso de los amaneceres. A mí alrededor se encontraba todo un jardín lleno de flores, acompañado del canto de los pájaros y el viento que chocaba contras las hojas de los árboles.

No recuerdo haber despertado de esta manera tan bonita jamás. El poder gozar de toda esta belleza me hacía querer alargar las horas.

— Buenos días — una voz, ronca y casi insonora, logró hacerme salir de mis pensamientos. Dirigí mi atención a la persona que yacía recostado junto a mí.

— Buenos días —respondí con una tímida sonrisa.

La imagen que tenía ante mí era digna del lugar que nos rodeaba; todo un dios del olimpo con cara adormilada, y melena alborotada, se encontraba mirándome tan fija e intimidantemente que lograba hacer temblar todo mi cuerpo. Sin lugar a duda, este hombre sí que era todo un Zeus en persona.

— Si me sigues mirando de esa forma, me veré obligado a hacer que te centres —dijo mientras acariciaba mi rostro con su gran mano.

— No te miro... —dije, mientras me apresuraba a incorporarme en mi lugar. Su risa no tardó en hacerse presente, logrando que todo mi rostro ardiera de la vergüenza.

— Fabi, mírame.

— No lo haré —dije en apenas un susurro.

— Vamos, mírame —volvió a pedir. Por un momento dudé si mirarlo o no, pero finalmente acabé haciéndolo.

Al girar hacia él, me sorprendió verlo colocar una flor sobre mi oreja. Mi mirada controlaba cada movimiento que daba, recordando a su paso, cada palabra que pronunció anoche.

— Es evidente que la belleza de esta flor no se iguala a la tuya, pero su fragilidad me recuerda tanto a ti — ¿frágil? ¿Así me veía él? — Una pequeña flor, a la espera de alguien que la cuide como merece.

— Yo no busco a nadie para que me cuide — me apresuré a decir.

— No es malo querer que alguien nos cuide.

— Pero yo no quiero — yo no quiero a nadie que me cuide. Quiero a alguien que me quiera, quiero sentir lo que es tener un amor bonito y sano.

— Pues aunque no lo quieras, yo lo haré — dijo, posando nuevamente esa mirada suya, tan seria e intimidante. — Yo cuidaré de ti, aunque tú no lo quieras.

Puede que realmente no lo quiera, o quizás solo sea el miedo hablando nuevamente por mí, pero había algo que no me permitía aceptar sus palabras.

— Eres un tonto — dije, siendo lo único que pude pronunciar. No quería seguir hablando del tema, no tenía sentido seguir con eso.

Agaché mi cabeza sin ganas de mirarlo, pero él no lo consintió. Nadir levantó mi rostro, fijando sus ojos en la míos.

— Sabes que no soy romántico —empezó diciendo, mientras se sentaba delante de mí y sujetaba mi mano. — Pero te prometo que por ti sería capaz de controlar mi mal humor por tal de verte feliz, prometo que terminaría mi trabajo lo antes posible para pasar más tiempo contigo y que si algún día peleamos, me echaré siempre la culpa para que tú siempre tengas la razón y nuestros problemas se acaben —dijo, dejándome totalmente embelesada por sus palabras. — También prometo que te traeré una rosa cada día, para que no olvides que mi corazón es completamente tuyo.

— ¿Y si algún día se te olvida? —pregunté, aguantando las miles de emociones que amenazaban con salir.

— Dudo que eso pase, pero si llega a pasar, entonces te regalaré un gran ramo de flores — contestó, cambiando su semblante a uno más encantador. — Un ramo con exactamente 365 rosas, para compensar el que se me haya olvidado por un día — terminó de decir, haciéndome reía. Todo un año para compensar un día... realmente estaba mal de la cabeza.

Falsas Verdades (TERMINADA)Where stories live. Discover now