Capítulo 32

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NARRA FABI

Después de recibir a los recién llegados, los cuales aún seguía sin saber quiénes eran, todos volvimos al jardín trasero, incluyendo a los invitados.

Estuve buscando por un buen rato a Luca, pero nada que aparecía. Nadir, que se supone que es el presidente del club, tampoco lo vi asomar la cabeza. Eran los dos que más importaban en el club y ninguno estaba.

Por mi parte, me pasé toda la tarde con Eli y los muchachos, disfrutando del día de hoy. Aunque he de reconocer que no fue del todo grato, ya que tener a Enzo todo el rato cerca de mí me incomodaba y me impedía olvidar lo que estaba pasando.

Eli, como buena amiga, al verme amargada, dedujo, de manera acertada, que era por Enzo, por lo que le insistió tanto que al final el agente aceptó ir a dar un paseo con ella. Obvio tuve que intervenir y decirle que no me movería de mi sitio, y aun así me advirtió que tendría sus ojos posados sobre mí desde la distancia.

En el momento en el que se fue, aproveché para ir a la mesa de las bebidas. Yo no era de beber mucho, pero con tanto caos en mi cabeza y en mi vida, estaba que lo necesitaba con ansias.

Mientras esperaba que me atendiera la chica que estaba en la improvisada barra de copas, noté una presencia a mi lado y al comprobar de quien se trataba, me encontré con un señor barbudo, lleno de tatuajes y de avanzada de edad. Creo haberlo visto con los recién llegados, pero tampoco apostaría nada, pues eran muchas caras nuevas.

— Buenas señorita — saludó él.

— Buenas caballero — saludé, para dirigir nuevamente la mirada al frente.

— Que no te engañen mis tatuajes, me río más de lo que gruño —dijo, mostrando una pequeña sonrisa, la cual correspondí.

— No soy quien para juzgarlo, menos por su aspecto — sería hipócrita de mi parte si juzgase a alguien, siendo que yo odiaba ser juzgada.

— Me alegra oír eso —dijo mientras extendía su mano hacia mí. — Me llamo Bruno.

— Yo soy Fabiola —respondí, estrechando su mano.

— Fabiola... — repitió, mientras ensanchaba su sonrisa. — La famosa Fabiola —susurró, pero no tan bajo como para llegar a ser inaudible. Sus palabras me confundieron, no entendí eso de famosa.

— ¿Cómo dice? —pregunté curiosa.

— Digo qu...

— ¡BRUNO! —la fuerte voz de Nadir fue la que interrumpió al señor Bruno. Todo el día sin asomar la cabeza y cuando lo hacía era para molestar, como solo él sabía. — ¿Qué haces? —preguntó, pasando de mí y dirigiendo toda su atención hacia el señor a mi lado.

— Estaba conociendo a Fabiola —respondió Bruno, con una torcida sonrisa. — Muy maja ella—volvió a decir, dirigiendo nuevamente su mirada hacia mí.

— Bruno... — nombró Nadir, con el ceño muy fruncido.

Yo me dedicaba a mirarlos en silencio, sin entender muy bien que estaba pasando.

— ¿Cómo que viniste tan pronto? —preguntó Nadir.

— ¿Pronto? Muchacho, ¿se te olvidaron todas las veces que me exigiste volver para poder obtener cien por cien tu puesto? — su puesto...

— ¿Entonces usted es el presidente del club? —pregunté sorprendida.

— Parece que también te hablaron de mí.

— ¿A caso a usted le hablaron de mí? —pregunté frunciendo levemente mi ceño.

— Algo me dijeron —respondió, sin quitar la sonrisa de su rostro. No sé quién le habrá hablado de mí, pero espero que no le hubiesen contado todo lo que se lio por mi culpa... sería vergonzoso. Además, como actual presidente, quizás decida echarme.

Falsas Verdades (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora