Capítulo 16

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Tara

El problema con los adolescentes, es que todos creemos merecer la misma jodida atención y la mayoría de las veces, lo único que ganas es ser el rechazado del rincón o conseguir "milagrosamente" esa atención sin siquiera pedirla.

- Ya te dije que el asiento está ocupado- levante una ceja para molestarlo.

- También te detesto, pero no quiero ir a pasar el resto de mi almuerzo escondido en los baños- Edward se sentó en la banca vacía frente a mí.

- ¿Aun tienes esa costumbre?

- Nunca se fue, tarada.

- Valla dato, audífonos de puesto barato- tome una bola de papel y se la lance a la cara.

Edward termino por sentarse mientras los dos reíamos a carcajadas, ya había olvidado lo bien que se sentía reír de sus bromas, lo bien que me sentía con su compañía.

Y en esta vida de estatus escolar, también, siempre hay alguien que finge querer la atención.

Su mesa llena con un escuadrón repleto de porristas entusiasmadas y mercancía de prensa más barata que la de un reportero con mala fama. Ella, estaba sentada en la esquina de todo el alboroto hormonal femenino que le causaban sus amigas y observaba con melancolía como su amor infantil la ignoraba, prefiriendo pasar su tiempo de almuerzo conmigo y no con ella.

Ciel podía ser una perra fría fingiendo no tener corazón, pero en el fondo y por más que lo negara, extrañaba un poquito esa sensación de ser invisible.

- ¿Qué paso entre ustedes?- pregunto mirando a la misma dirección que yo.

- Diferencias irreconciliables.

- Nada es irreconciliable.

- Con Ciel Allen todo es irreconciliable.

Ella quito sus ojos de nosotros y girando a todos lados, cuidado porque nadie se atravesara en su camino para entrevistarla, se levantó de su asiento y camino hasta las puertas cerradas de la cafetería. Carly la llamo e incluso la idiota de Allison tiro de su mano para intentar susurrarle algo al oído, pero ella no se detuvo y siguió caminando. Hubiera logrado su cometido si un chico de pelo rubio no la hubiera detenido en la entrada por casualidad.

- ¿Con quién habla?- Edward giro para observar la dramática escena.

- Eso no es hablar. - me reí- Intercambian miradas de odio y amenaza, pobre Poe.

- ¿Stilinski?

- No, Edgard Allan Poe reencarnado... Obvio que es Stilinski, a veces haces preguntas estúpidas, Edward... ¡Oye!

Mi fastidioso amigo tomo un puño de cereal de mi tazón y empezó a comer como todo un cerdo. Igual de fastidioso y tonto. Aun con todo su muy buen cambio sigo sin entender como Ciel se fijó en él, es un completo desastre.

Pequeñas risa se escucharon a nuestro rededor y la mirada de varias chicas acusándome de ser una roba oportunidades se posaron en mi cara. No me malentiendan, tener atención no es algo que me moleste, pero si la atención que recibo es por un chico o una falsa acusación, entonces prefiero no tener nada. Y como no recibir miradas de envidia, el nuevo novato estaba igual de bueno que Nick Jonas en sus veinticinco. Si dejara de lado que vi cómo se sacaba los mocos y fuera alguien diferente que encontrara esperando en una barra por un trago conmigo pasada de tragos, ya estaría haciéndole insinuaciones de todo tipo, pero es Edward Soto, el fastidioso y torpe Edward Soto, ni loca me formaría en la fila para ser parte de su colección.

- Que tiene el maldito mundo que desde que entre se me quedan viendo.

- Tú sí que eres imbécil.

- Y por eso de los tres, el ángel era más comprensiva.- Volvió a tomar un puño de mi cereal para comer.

Cuando vas a besarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora