Capítulo 14

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Ciel

Él siempre dijo que bailar no era lo suyo, pero aquí estábamos, improvisando al ritmo de Batte Davis Eyes.

Nuestras manos se acoplaban a la perfección, como si el destino hubiera querido unirnos desde el día de nuestro nacimiento. El calor de sus brazos rodeando mi cuerpo hacían sentirme segura y el color penetrante en sus ojos eran la pintura más bonita que nunca había visto. Su sonrisa dejaba luz en las zonas más oscuras de mi corazón y esos pasos sin experiencia con la que bailábamos, terminaban atrapándome en sus ridículas redes.

Lo amaba, no sabía cómo, pero aun con más defectos que una araña, era perfecto para mí...

- ¡Señorita Allen!

El sonido del libro pegando sobre la paleta de mi escritorio me hizo despertar de golpe.

- No estaba dormida- me quite los audífonos y en un intento por que no terminaran en dirección, los avente dentro del bolso aun lado de mi banca.

Mi maestra de geografía me miraba de forma severa y estaba bastante molesta. No es mi culpa que siga solterona y su materia sea la más aburrida del mundo. Su mano tomo mi libreta y trate de hacerme la desentendida, pero la hoja en blanco sin apuntes respondió por si sola. Si no repruebo por faltas, es porque definitivamente no le agrado ni un poco a esta mujer.

- Si no estabas dormida, ¿entonces por qué no tienes apuntes?

- ¿Me duele la cabeza?

- Y el miércoles serán cólicos... ah, y déjame adivinar, el viernes no vendrás de nuevo a clase por que no quieres contagiar a tus compañeros de gripe.

Puede que sea un poquito exagerada, pero porque humillarme de una manera tan fea a mitad de clase y con miles de adolescentes burlones. Dormir no es un delito y entrego todas sus aburridas tareas, ¿qué más quiere? Una alumna que logra entender todo sin venir a clases ya la tiene, que la alumna ponga atención a su aburrida materia, ya es algo muy diferente.

- Lo siento- hice un puchero.

La señorita Dexter garabateo algo en mi cuaderno y después del largo sermón sobre las mujeres que no estudian para ser algo en la vida y se quedan esperando al jodido príncipe azul, me entrego mi libreta.

- Cuando tengas clase con tu tutor, entrégale el recado, y me voy a enterar si no lo haces, Ciel.

Blanquee los ojos y guarde de mala gana mis cosas, con tanta maldita hoja y más diccionarios gruesos llenos de vocabulario, mi bolso va a terminar reventando.

Menos mal que la campana anunciando la hora del almuerzo sonó, sino quien sabe cuándo más tendría que estar escuchando de la maestra loca de geografía. Tome mi teléfono para mensajear a Carly y decirle que tomara el pay de limón más grande antes que Allison saliera con sus patéticas tonterías sobre las calorías.

El cierre del bolso no quería avanzar y con una mano sujetando el teléfono e intentando enviar el mensaje, menos podía jalar el cierre. Voy a tener que volver a traer mochila si siguen entregando más fotocopias...

Mi teléfono salió volando directo al piso y el golpe que recibió mi hombro me obligo a estrellarme contra mi banca.

- ¡Fíjate!- me agache para levantar mi teléfono- Mi maldito teléfono no es igual de barato que el tuyo.

- Te apuesto que mi reloj vale más que tu mugroso teléfono.

Un par de botas negras casi consiguen pisarme la mano. Empiezo a detestar compartir clase con un psicópata. Me levante y tome mi bolso aun sin cerrar para poder irme, hoy estaba de muy buen humor como para golpear en la cara a Poe.

Cuando vas a besarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora