Capítulo 36

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Poe

¿Saben que es lo más divertido de la sociedad? Ver como esta se desmorona entre montañas de monedas, tarjetas de crédito y clasismo, luchando entre nosotros por alcanzar ese mágico concepto de triunfo que te venden desde los primeros años de la civilización. Privilegiados y no privilegiados, el mundo se rodeaba de ellos por montones. qué seríamos sin ese precioso estatus.

Normalmente disfrutaba ver cómo los empresarios dialogaban sobre la caída y el aumento de la bolsa en cada cena de organización, como es que cada uno se defendía respecto a sus finanzas y como otros terminaban humillados por no respaldar bien sus fundamentos políticos o de interés social, era tan divertido y martirizante a la vez, tanto que una tarde de compras sería más tolerable. Pero hoy, aquella diversión se vio opacada por la planeación de un aniversario tan repetitivo que incluso era aburrido.

Miré con fastidio a los dos únicos empresarios sentados en la mesa, esperando pacientemente a que la chica del restaurante trajera la cena, mi orgulloso padre y mi testarudo hermano mayor.

- ¿Qué opinas de los obsequios de este año, Napoleón?- Mi papá se acomodó la corbata y giró a verme.

- Creo que el auto del año se está volviendo un cliché.- le di un trago a la copa que recién acaban de servir- Podríamos dar un viaje todo pagado a Disneyland.- Solté una risa. Tal parece que cierta persona está pegándome su mal sentido del humor.

No es que me queje de intentar dirigir una amplia cadena de vinos con mi hermano, quizá me sentía algo afortunado de pertenecer a esa vida llena de riquezas, pero a diferencia del resto de la familia, pensaba que esa vida llena de lujos podría ser manejada de una forma más reservada. Eso pasa cuando tu padre se casa con la mujer más sencilla que pudo conocer alguna vez.

- ¿Cuando dejaras de ser tan burlón, Poe?- vi como mi hermano se cruzó de brazos.- Tienes que empezar a involucrarte en la empresa...

Aquí vamos de nuevo con aquel sermón que no podía dejar de aparecer en cada comida o reunión familiar. Trague, recibiendo aquella sopa fría con crema que en algún tiempo se había vuelto mi favorita.

>>Eres un Stilinski, debes comportarte como uno.

- Duncan, al menos por hoy quiero tener una cena tranquila.- Ordenó mi padre con cierta autoridad que hizo que esa mirada enfadada de mi hermano se suavizará, aunque no por mucho tiempo.

Duncan se callo y después de retarme con la mirada le dio un gran bocado a la cena que recién le habían traído.

La vista desde aquí siempre me había parecido hermosa, podía ver desde la plaza iluminada en el centro hasta la autopista que conecta con San Francisco, los enormes viñedos, las avenidas concurridas y los autos de distintos colores cromados que te hacían sentir incluso en esa alta torre como el ser más pequeño del universo.

El sonido de una notificación llegando a mi teléfono me hizo sonreír y estaba más que arrepentido por aquel gesto.

Abeja: Adivina quién sobrevivió a la terapia!

Quise contestarle y lo hubiera hecho de no ser porque interrumpieron mis pensamientos. Gabriel Stilisky se aclaró la garganta y levantó una ceja con molestia.

- ¿Escuchaste algo de lo que dijimos, Napoleón?

Debí quedarme a cenar solo en casa como todos los miércoles.

- No, pero estoy seguro que era algo muy importante.- dije con sarcasmo.

Amaba meterme en la boca del lobo, qué más podría perder, ya era la oveja negra de la familia y llevar a los límites de irritabilidad a mi padre era la cosa más sencilla del mundo, con esos buenos factores a mi favor, evitar problemas era más difícil que provocarlos.

Cuando vas a besarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora