Capítulo 32

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Ciel

¿Hace cuánto que veo la misma historia de Instagram? Minutos que avanzan tan despacio que parecieran ser horas. Tuve que ir hasta el ventanal para no volver a estampar mi cabeza sobre las teclas del piano, igual a esa horrible tarde después de la cafetería.

Una parte pequeña de mi insensible y frágil corazón estaba feliz y tranquila por saber que Edward había encontrado a su medio limón, pero la otra, la que controla los celos incontrolables estaba envuelta en un aire repleto de enojo y rencor, porque quien debería estar en la foto de la historia tendría que ser yo y no Allison.

Debería seguir con mi vida, intentar superar mis traumas, pero no puedo, por alguna razón me mantengo aferrada a una fantasía que no pasará.

<<Eres débil>>

Quizá.

<<¿Cuántas veces Allison no ha hecho lo mismo, quedarse con lo que quieres?>>

Demasiadas.

<<Ya no tienes nada que perder, entonces, ¿Por qué no lo intentas?>>

Por qué no voy a convencer yo sola a Edward Soto sobre la persona que realmente es Allison, me tomara de loca.

<<No, pero ya no estás completamente sola, ¿o sí?>>

Como una araña bajando del tejado, el psicópata entró más irritado que de costumbre, azotando la puerta, con una cara que solo reflejaba problemas.

Tal parece que su conversación con esa Lidia resultó ser un total fracaso, porque esa mueca de resignación y enojo serían completamente diferentes de ser lo contrario. Bueno, no es como que yo la estuviera pasando tan bien aquí solita tocando el piano antes de que él llegara.

- ¿Qué tal tu charla? - ni siquiera me di cuenta de que mi teléfono estaba a nada de explotar entes mis manos por tanta fuerza.

- Al parecer igual que la tuya. - Poe se sentó en el banquillo cerca del piano, jugueteando torpemente con las teclas. - Pero no tan mala como para ponerme a llorar.

Fruncí el ceño, limpiando en menos de un segundo la estúpida lágrima que dejé escapar. Esto de llorar se está haciendo una pésima costumbre.

- Tu horrible intento de tocar el piano es lo que me hace derramar lagrimas de dolor, pobre del que te escuche tocar, es una tortura.

- Dices eso porque no me has visto usar una guitarra, abejita.

- No necesito escucharte para saber que eres pésimo.

Poe dejó escapar una risa apática, como si esa mirada de psicópata encantador no le fuera suficiente, giró a verme, con esos ojos cafés que me dieron una terrible y excelente idea. Observe cada uno de sus gestos como si buscara una pequeña señal de complicidad, extraño, pero con Poe la palabra extraño es la cosa más normal del mundo. Más bien, tu forma de percibirlo es extraña y peculiar.

Me recargue sobre el piano, aun observando detalladamente a Poe, no lo sé, intentado encontrar alguna señal de que lo iba a proponer sería conveniente para ambos.

- ¿Sales con Lidia?- pude notar un poco de frialdad en mi voz. Podría mal interpretarse, pero tratándose de la araña psicópata va a ser solo un fastidio más a su enorme ego.

- No lo creo- él levantó una ceja y obedeció muy a su pesar la señal que le hice con mi mano para poder sentarme en el banquillo con él- ¿Planeas acaso invitarme a salir?- si no fuera un tema tan serio, ya le habría esfumado esa sonrisa del rostro con un buen puñetazo.

Cuando vas a besarme...Where stories live. Discover now