Capítulo 19

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Ciel

Odio cuando la noche es fría, la tierra está mojada y pequeñas gotas de lluvia siguen cayendo amenazando con arruinar todavía más mi cabello esponjado.

- ... y por eso te dimos un juego de llaves el verano pasado.

- Yo cómo iba a adivinar que mamá, Alizée y María tomarían una tarde de spa de último momento. Ni siquiera me invitaron.

Esperar dentro del auto con papá después de nuestra pequeña discusión en su oficina y de olvidar tomar las llaves del escritorio de Conan, no es muy cómodo que digamos. Pero no puedo quejarme tanto, al menos ya no uso ropa mojada y pesque un pequeño resfriado que bien podría volverse pulmonía, pero no es tan importante.

El reloj del tablero marcaba las siete de la noche y según el largo mensaje de emoticonos y pocas palabras que mi hermanita mando desde el teléfono de mamá, les restaba una hora y minutos para poder regresar a casa. Fue una suerte que dejaran salir más temprano que de costumbre a mi papá.

Cuando el motor del auto se encendió, pensé que iríamos a recoger al resto de la familia, pero fue algo mucho peor. Los "rin ring "del celular, muchas veces, pueden ser tu peor enemigo.

- ¡Les dije que revisaran los archivos con cuidado!

Oh, oh, alguien hizo mal su trabajo... ¡y yo voy a pagar las consecuencias! Trágame tierra.

Subí la gorra de mi sudadera, tome mi bolso y me prepare para salir, correr hasta el porton o hundirme en el asiento por la tortura de regresar a la oficina, lo que viniera primero. El motor se pagó y papá salió del auto, no sin antes tomar la sombrilla del asiento trasero. Segundos después, mi puerta se abrió y con cara de muy pocos amigos tomó mi mochila junto a la bolsa de mi vestido mojado.

- ¿A dónde vamos?- pregunté bajándome de la camioneta.

- Solo apúrate hija, no tengo tiempo para responder preguntas. - espero a que cerrara la portezuela para caminar con dirección a la casa de enfrente.

Ay no...

- Detesto deber favores.

<<Y yo detestó ir a casa de Edward vistiendo como deportista en depresión>>

Las manos me sudaban, mi cabello se veía peor que el de un león y si Conan no se hubiera preocupado por buscarme la única ropa de deporte que guardaba en mi armario, seguramente, parecería una loca de manicomio. Hasta Ariana Grande se ve mejor en ropa de deporte que yo con mi pans enorme de color lila.

Me siento como una refugiada al escuchar el sonido del timbre dentro de la casa y ya ni hablar de mi corazón todo acelerado cuando la silueta reflejada en el vidrio se acercaba para abrir la puerta.

Todo lo que pido, por la única cosa buena que pueda pasarme en el día, es que el chico de los audífonos no sea quien abra la puerta.

- ¡Llegaron las pizzas...! Oh mierda, ¡¡Jasper!! Hay un señor en la puerta...

El chico pelirrojo que abrió la puerta, la azotó y casi la estampó en la cara de papá. Aún con la puerta cerrada se podía escuchar la música y risas, que supongo yo venían desde la sala de estar.

Justo ahora, ni papá estaba tan convencido de dejarme encargada con los vecinos de enfrente. Para mi desgracia, no le quedaban otras opciones "razonables" más que dejarme encargada con alguien de supuesta confianza o regresar conmigo a las oficinas, mi desventaja y por lo enojado que se escuchó hablando con la otra línea, probablemente lo último que quería era que yo anduviera curioseando por los pasillos y haciendo preguntas estúpidas a sus trabajadores.

Cuando vas a besarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora