Capítulo 8

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Ciel

Amaba como el esmalte blanco cubría mis uñas tan delicadamente.

De alguna manera, había logrado pasarme el resto de la tarde de una forma tranquila, con Positions reproduciéndose en la bocina sobre el buró a lado de mi cama y la tarea a casi terminar. Un fin de semana tranquilo y que iba a terminar con un maratón de series o leyendo el nuevo libro que recién Alex me había traído.

Mire mis uñas y en un intento para que secaran más rápido, me levanté de la cama y camine a la ventana para poder sentarme en el asiento. Subí el volumen de la música y abrí la ventana. La brisa del verano ya empezaba a mezclase con la otoñal y juntas me erizaban los bellos de la espalda.

No es que me considere una persona tan curiosa, ósea si, tenía mis momentos como todas las personas, pero mi curiosidad no me llevaba casi nunca a cosas tan arriesgadas o vergonzosas. ¿Desesperante?, toda la vida, pero ¿curiosa?, solo aquellas veces donde en realidad tenía que sentir mucha intriga por las cosas. Como ahora.

El relejo de unas cortinas moviéndose del otro lado de la ventana me hizo voltear inconsciente, casi como un instinto. No había mucha diferencia de la mía, el marco estaba pintado de un color negro, la pared que la sujetaba se cubría de peldaños de madera y la gran ventana que daba a un diminuto balcón se encontraba abierta...

¡La ventana estaba abierta! Esa ventana no se abría más que en navidad, días festivos, y en el mantenimiento.

Me acople y trate de pegarme más al vidrio para ver. No hubo siluetas, ni nadie se acercó para cerrarla, todo parecía tan normal y de no ser porque el barandal del balcón había sido pintado frecuentemente y las cortinas pasaron de ser azul claro a grises, no me hubiera dado cuenta que habían hecho algún cambio en esa habitación fantasmal.

Remodelación, tal vez. Y que mal gusto, cortinas grises, ¿quién ponía cortinas grises? Ni que en esa casa viviera un vampiro. Ridículo.

Hice un gesto y seguí haciendo mis cosas sin darle mucha importancia.

- Ciel- gritó mi mamá desde lo más remoto de la cocina, supongo.

No podía tener un descanso pequeñito de este día tan patético. Agh...

Primero un idiota y lindo chico se empeñaba en tirarme al suelo, después el acosador de Poe me encuentra en la sala de música, mi molesta hermanita me trató como zorra y ahora que tengo el barniz fresco y el coro de safety net, se le ocurre a mi querida madre que ayude en algo. No esta vez, no voy a dejar que arruinen mis tres capaz perfectas de barniz como la última vez, que Alizée les ayude y de paso aprende.

Subí mas el volumen de la música y me acomode en el asiento, si me hacia la dormida y venían a buscarme no me obligarían a ayudar, así voy a terminar salvando mi exhaustivo trabajo de manicura.

Ojala las cosas fueran así de sencillas cuando se trataba de favores domésticos. Si yo cuando quiero algo, llego a ser bastante perseverante, mi mamá es lo doble. A mí me gusta llamarla caprichosa o determinada y a papá, dueña de sus ingresos y mano derecha en los negocios, no estaríamos en la posición social de ahora si mamá no lo hubiera apoyado en todo el proceso cuando gano la gerencia en una de las nuevas empresas de la agencia de vinos donde trabaja. Mi papá siempre decía que no llegaría a ser ni la mitad de lo que es si mi mamá no hubiera estado ahí para ayudarlo.

- ¡Ciel!

Pero así como es de determinante con los negocios, también con los regaños y miradas asesinas que hace cuando se enoja.

Para que insistiera en que bajara a ayudar, tenía que ser algo muy importante o Alizée no estaba para que ella fuera su apoyo.

- ¡CIEL!

Cuando vas a besarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora