Capítulo 29

10 1 0
                                    


Ciel

Cuando sientes el frío hasta en lo más profundo de tu alma, tu manta favorita no es suficiente para calmar a los inoportunos escalofríos, las obras de Alexandre Cabanel deben de tener más vida que yo y mi lista de música en este momento. Aun con los calcetines de bananas sigo sintiendo los estragos del frío embriagador del viernes, necesito algo en lo que distraerme.

Mi cena estaba sobre el escritorio intacta, igual que los dos últimos días, María tiene suerte de que mi hermano sea un glotón y acepta casi cualquier cosa, sino la comida hubiera terminado en el bote de basura en menos de una hora. Un gruñido hambriento sale de mi estómago, la gelatina y el pan tostado ya no son suficientes para calmar mi apetito.

<<El plato debe estar tibio... y el bistec se ve irresistiblemente delicioso>>

Que se vaya al carajo la depresión, tengo hambre, mi etapa de evitar comidas para adelgazar ya pasó de moda y mi antojó por ese bistec es más fuerte que la angustia o el asco. Sigo teniendo frío y parece que me escape de un convento de monjas embrujado, pero no puedo quedarme en la cama todo los días restantes de mi miserable vida lamentándome por cosas que debí o no debí hacer. Tendré pesadillas, incluso mis pesadillas caminarán en el mismo pasillo que yo el resto del curso y me saludara fingiendo que nada paso, pero tengo que intentar vivir con eso, aunque sea para sobrevivir el resto de la escuela.

Estoy realmente asustada, pero firmar esa orden de alejamiento con mi hermana sujetando mi hombro y Alex sobando mi espalda, fue jodidamente reconfortante. Salir de mi casa, con el rimel corrido, el pelo revuelto por mi siesta en la biblioteca y una fotocopia de la solicitud a la orden en la mano para entregarla personalmente a los Decker y embarrar esa bonita hoja en su cara hubiera sido la mejor venganza de todas. Yo dije que no pondría una demanda, Troy nunca preguntó nada sobre una orden de alejamiento, fue una jugada limpia. Pudo ser la venganza perfecta, pero mi hermano el "maduro" me arrastró de regreso a la cara y tuvo que insistir en llevar solo el oficio secretamente hasta la oficina de papá dónde Conan lo estaría esperando para llevarla a un juzgado, después me dió un inoportuno ataque de ansiedad y terminé acostada en la cama escuchando la misma canción durante casi dos horas hasta que María entró con mi plato de comida y un vaso llegó con agua de frutas.

Estaba mejor, quizá, al menos ya podía comer dignamente, ver la televisión con normalidad y asomarme por la ventana sin tanto problema de vez en cuando...

O tal vez estaba peor y ahora loca también.

Los vecinos de enfrente cometieron el grave error de poner el cuarto de un niño frente al de otra niña, ¿Que no pensaron en que los niños crecen y desarrollan hormonas? Por qué si no lo pensaron, su hijo está siendo un grave problema para mis ojos y cortinas estos últimos días y tendré que poner mi queja en el bonito abdomen desnudo que estoy mirando en este momento.

Casi me ahogo con el bocado cuando Edward giró hacia mi ventana y me hizo una seña desde su habitación. Cerré la cortina lo más rápido que pude y luchando por no ahogarme de la impresión caminé "lentamente" hasta la puerta del balcón.

- Muy bien, relájate, inventa una excusa y ¡problema resuelto abejita! Agh, apodos psicópatas estúpidos.

Parece que el único frío que había era el de dentro de mi habitación, porque después de salir al balcón empecé a sudar con la blusa negra y eso que el sol se había ocultado hace media hora.

- ¡¿Hace cuánto me acosas, Ángel?!- Edward se asomo por la ventana mientras terminaba de abotonar su camisa, una lastima.

Quizá unos cuatro o cinco años, ya perdí la cuenta, pero él no lo tiene que saber

Cuando vas a besarme...Where stories live. Discover now