Capítulo 20

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Ciel

Toda la vida he tenido ese peculiar don de convencer a la gente para que haga lo que quiero y son pocas esas veces donde no consigo que se cumplan mis caprichos. Entonces, ¡¿POR QUÉ ES TAN JODIDAMENTE DIFÍCIL CONVENCER A LA ENCARGADA DE TUTORÍAS QUE ME ASIGNE A OTRA MALDITA PERSONA?!

- En su lista, dice que hay una persona sin tutorado.- me inclino sobre el mostrador para señalar el espacio en blanco después del nombre de Edward.

- El profesor Parker me dio indicaciones estrictas de no cambiar a tu tutorado.

Gruñí molesta. Ni que mi odioso maestro fuera el director, nadie debería obedecer sus órdenes, ¡con un demonio!

- ¿Se pueden tener dos?

- Deje de insistir, señorita Allen.

Antes de que pudiera suplicar, por quinceava vez en la semana, la encargada se levantó para caminar directo a la puerta del salón de profesores y desaparecer del otro lado de la puerta. Le enseñé el dedo de enmedio después que la puerta cerró. Odio los procesos administrativos.

Tiene que existir alguna otra solución para resolver mi ridículo problema.

Allison va a matarme si no llego antes que todos los demás a casa de Carly para el ridículo proceso típico de "maquillarse en equipo"... y me falta recoger el vestido guardado perfectamente en el armario de mi casa. Mi vida es un horrible desastre. Si alguien se entera de la patética situación con Napoleón Stilinski, voy a ser la broma de todos.

Tengo que deshacerme de Poe y las ridículas tutorías de una maldita vez. Eso me pasa por llegar tarde y querer cobrar venganza por mi cuenta. De todas las personas en el mundo, tenía que tutorar a la más detestable en la escuela después de Tara y mi maestra de geografía. Vaya suerte la mía.

<<Prometo que si me lo quitas de encima, no faltare a ninguna otra clase en mi vida>>

Tiene que existir otra solución para resolver mi ridículo problema...

<<Pero me dejó plantada...>>

Una sonrisa maliciosa se formó en mis labios, que me hizo repensar dos veces si realmente quería girar la perilla del salón y entrar a enfrentar las consecuencias de mi irresponsabilidad. El frío de las llaves del auto de Alex en el bolsillo de la chamarra pegando contra mi muslo era tan tentador.

Quería irme, realmente quería irme corriendo por el pasillo, tomar el carro de mi hermano, recoger mi vestido y llegar tres horas antes de lo acordado con mis amigas para hacer nuestro ridículo grito. Ojala, no le hiciera caso a la aguafiestas vocecita en mi cabeza que me hizo aguantar otros cinco segundos replanteando la excelente idea.

Casi me caigo cuando abrieron la puerta.

- Tenemos que hablar.

Esa voz irritable. Debí hacerle caso al maldito impulso cuando tuve oportunidad.

- Metete tu existencia por el culo, Napoleón Stilinski...

- Cierra tu bonita boca cinco minutos y déjame hablar. Necesito hacer un trato contigo.

¡¿Necesita?! ¡Claro!, ya se le olvido la niñería que me hizo el lunes.

Pinche pendejo cabrón.

- ¿Trato?, ¿quieres hacer un trato conmigo después que me dejaste plantada...?

En menos de dos segundos, mi espalda pegó contra la puerta ahora cerrada del salón, con su mano tapando mi boca, sin dejarme hablar y quedamos en completa soledad. Yo y mi costumbre tonta de llegar sola y tarde a todos lados.

Cuando vas a besarme...Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora