Capítulo 11

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Ciel

La ventaja de tener raíces latinas de muchas generaciones atrás, es que bailar Don't Go Yet mientras intentas ponerte rímel en las pestañas, no es nada difícil. Bailar me estaba quitando algunos minutos valiosos para terminar de maquillarme, pero cuando se trata de Camila Cabello y sus canciones con ritmos latinos, es imposible que ignores mover las caderas aunque sea un poco.

Les juro que intente ponerme lo que mi hermana había elegido para mí, pero se veía tan puro, inocente y llego a ser un poco infantil para mi gusto. Alizée tenía estilo, pero si tiene que ir algún día a una cena donde este un chico al que tenga que impresionar, tendré que enseñarle que dar una buena impresión, usar un bonito vestido y pintarte los labios de un color rojo quemado, es lo más importante si buscas que te mire toda la noche.

Mi reflejo en el espejo se veía más que hermoso. El vestido rojo se ajustaba con perfección a mi cuerpo y los tacones blancos que Alizée eligió, ayudaron a resaltarlo todavía más; el cabello suelto y lacio se me veía más largo que de costumbre, que para ser café, no estaba tan mal y para completar mi largo tiempo de preparación, de mi cuello colgaba una fina cadena color dorado decorando parte de mis clavículas. Me veía más que bien, y sentía que era la protagonista de esa película noventera llamada She's All That.

Los golpes a mi puerta me hicieron sobresaltar y tuve que bajar el volumen de la música para poder abrir.

Alex estaba recargado en el marco, con una jodida sonrisa en el rostro, disfrutando del desagradable color de cabello que me obligo a usar.

- Belleza, es una cena, no una fiesta de gala.

- Incluso para una cena familiar uno debe vestirse bien- sonreí y le di un empujón para que se quitara del marco y me dejara cerrar la puerta.

El timbre sonó y mi hermana pequeña salió disparada de su habitación para abrir la puerta principal, ni noto por las prisas que había cambiado el vestido que eligió. Alex me miro y una pisca de orgullo se ilumino en sus ojos.

- ¿Qué tanto me vez?

- Pareces un Gremlin.

- Aaww... yo también te odio, Bart Simpson- me pare de puntitas para despeinar su cabello y el fastidiado, frunció el ceño.

Yo sé que me quiere, nada más se hace el difícil.

- Una vez Regina George, siempre será Regina George.

Arrugue mi nariz y con cuidado de que las piernas no me hicieran caer por las escaleras, baje, tomándome del barandal y agitando mi cabello como si una docena de fotógrafos me esperan al bajar.

Y la seguridad que había recuperado, se fue a la mierda.

Edward apareció por el pórtico de la puerta.

Saludo a Alizée quien abría la puerta, después se fue directo a mi madre y por una fracción de segundos el corazón dejo de latirme.

Era él mismo chico con que el choque horas antes, el que no pude reconocer y me llamo ángel, el chico de los audífonos estaba girando en dirección a la escalera, donde yo estaba inmóvil, como una estatua griega tallada en el barandal.

En otra vida, yo baja corriendo las escalera y lo abrazaba, le decía cuanto lo extrañaba e ignorando todos mis nervios me atrevía a besarlo en los labios... pero en esta, solo me quedaba parada y viendo como abría paso a su mamá para que saludara a la mía.

Nuestros ojos se cruzaron por un segundo y una sonrisa se formó en sus labios. No dijo nada y solo se quedó mirándome.

¿Tenía algo en el cabello? O aun peor, el vestido tenía alguna mancha. Le hubiera hecho más caso a Alizée.

Cuando vas a besarme...Where stories live. Discover now