Secuestro: Segunda Parte.

30 9 10
                                    

Una gota tras otra caían de manera rítmica mientras Jyushimatsu lo único que lograba sentir era el frío y húmedo suelo bajo su cuerpo. Por la gotera, y el ruido de lo que suponía venía de una ventana, sospechaba que había una lluvia torrencial fuera.

Odiaba la lluvia, porque la lluvia lo hacía pensar. Y esos pensamientos no siempre eran buenos. Pero intentaba animarse, aunque sea un poco.

Repentinos escalofríos y temblores recorrían su cuerpo en cuanto se daba cuenta de donde estaba. Secuestrado, amordazado y solo. Una situación de lo más afortunada.

—¡Que patético! ¿Siquiera me debí molestar en venir? —suspiró quien Jyushimatsu reconoció como Sett—. Oye, chiquillo, ¿de verdad te rendiste? Mierda, sólo te pareces a él por la apariencia-dijo mientras se acercaba—. ¿Cuál es tu nombre? —Sett retiró venda en sus ojos de manera brusca, provocando que Jyushi golpeara su cabeza con el suelo.

—Ma... Matsuno Jyushimatsu... —respondió con una creciente rabia en su interior, observando el rostro de quien suponía era su captor.

Sett tenía un rostro molesto, una cicatriz cruzaba su ceja y su ojo derecho, su nariz y labios eran finos, por supuesto que era atractivo, una cosa que le costó reconocer.
Su labio estaba atravesado por un piercing negro, del mismo color que sus ojos y cabello.

—¿Matsuno? ¿No Tougou?—preguntó sorprendido.

Jyushimatsu solo calló, fulminando con su mirada.

—Claro, el apellido Tougou es demasiado grande para un corderito como tú —bromeó soltando un largo suspiro—. Así que, Matsumatsu-kun, ¿eres amigo del Apóstol? —cuestionó con brusquedad.

Él lo miró confundido.

—¿Shirayama? —volvió a cuestionar, recibiendo la misma mirada— ¿Shirayama Haru no te suena de nada? —finalmente Jyushimatsu cambio su mirada, sorprendido—. Eso lo tomaré como un si.

" ¿Haru-kun un Apóstol? " Se preguntó a si mismo, sin siquiera saber el significado de la palabra.

—¿Apóstol...? —preguntó con cautela.

—Vas muy perdido, eh. Ya decía que no parecías muy listo —dijo luego de una risa entre dientes, Sett permaneció en silencio un momento antes de sentarse a su lado—. El Apóstol es como una leyenda viviente, un hombre que predica a su Rey como si fuera el Dios mismo encarnado, aunque tampoco es un simple charlatán —pausó con una sonrisa en sus labios—, es un hombre fuerte y listo, no por nada se le considera parte de la cabecilla de Fukōnakami.

Sett volvió su mirada en su dirección, observando el rostro de "haré como que entendí cada palabra de lo que hablas" de Jyushimatsu.

—En pocas, es alguien a quien respeto mucho. —habló luego de un suspiro.

Volvió a permanecer el silencio, sólo con la penetrante mirada de Sett sobre Jyushimatsu, comenzando a incomodar.

—¿Por qué no intentas escapar? —preguntó con una mirada indiferente, casi de desagrado—. ¿De verdad no tienes a nadie esperando por ti? Hombre, que triste —dijo levantando una ceja—. Escucha, no te preocupes Matsumatsu-kun, si eres amigo de Shirayama talvez te deje una margarita en tu tumba.

Jyushimatsu lo miró enojado.

—No necesito tu lastima. —dijo finalmente.

Sett sonrió.

—Que graciosa se ve tu cara ahora, esa mirada está mejor. Odio esa aura deprimente que te rodea, si quieres sobrevivir en el mundo del que acabas de meterte necesitas esa mirada más que nunca. —dijo con una sonrisa.

Hitsuyō - Osomatsu-sanWhere stories live. Discover now