Prueba.

30 4 6
                                    

—¿Ya enviaron un auto? —preguntó Karamatsu a Haru.

—Choromatsu-sama fue en persona por Michi-san —respondió observando su reloj—. Pronto debería volver.

Karamatsu suspiró aliviado, dejándose caer en el respaldo de su silla.

—Estuvo muy inquieto últimamente, gracias a dios que lo encontraron.

Haru asintió y guardó silencio. El mayor posó su mirada en él, y lo observó durante un momento.
En su cabeza no dejaba de girar aquella osada propuesta de Vin, propuesta que no podía descartar, pero le preocupaba el límite que no quería cruzar.

—¿Estás de acuerdo con Vin?

—No está equivocado—respondió encontrando su mirada con la suya—. Si Jyushimatsu está de acuerdo, es posible. ¿Qué lo detiene?

Karamatsu suspiró de nuevo y desvío sus ojos.

—No siento que sea correcto —contestó—. Siempre hay un límite que no debemos cruzar.

—Para avanzar hay que cruzar nuestros límites —murmulló antes de darse media vuelta y caminar a la puerta.

—Haru —lo llamó y él se detuvo—. ¿Por qué de repente solicitaste días libres?

—Solo... Iré a visitar un lugar y me gustaría tomar un descanso —respondió con una sonrisa.

—Bien, te lo mereces —dijo expandiendo una sonrisa cariñosa en su rostro —. Puedes irte por hoy.

—Gracias.

[ . . . ]

Choromatsu estaba furioso. Han habido muchas ocasiones en las que ha explotado, ha gritado, golpeado e insultado cuando se ha enojado. Pero rara vez se le veía con esa expresión tan apacible de furia en su rostro.
Michi estaba en un estado deplorable, sus heridas habrían sido mortales si no las hubieran tratado a tiempo. No lo consideraba un amigo, ni siquiera familia, solo era su secretario y su relación era meramente laboral, su ira venía de que habían lastimado a su mano derecha. Era como si le hubieran escupido directamente en la cara, y con la reciente aparición de Osomatsu, los rumores no tardaron en esparcirse.

De nuevo sentía una cadena en su cuello que se apretaba cada vez que su hermano movía un dedo, pues parecía que todos le aplaudían cada paso que daba. Y su paciencia comenzaba a alcanzar un límite.

Sett entró en el auto, interrumpiendo los pensamientos de Choromatsu. Finalmente había llegado a su llamado.

—¿Ocupado? —preguntó Choromatsu.

—No para usted, Choromatsu-sama —respondió con una sonrisa—. ¿Qué necesita de mi?

—He oído que hay un hombre talentoso bajo tu cuidado —habló volteando su mirada hacía la ventana, observando un parque cercano—. Una bestia lo llaman. Por esa razón haz estado visitando mucho el gimnasio ¿No es así?

—Así es —asintió alargando su sonrisa—. Usted lo conoce muy bien.

—Eso no es relevante —dijo moviendo su ojos para encontrarse con los suyos—. ¿Está listo para trabajar?

—Él está siempre a su servicio —contestó  haciendo un gesto servicial con su cabeza, inclinándose ligeramente hacía adelante—, siempre que usted lo permita. Lo prometo.

Choromatsu levantó una ceja, dudoso de su afirmación pero no de su palabra.

—Muy bien —habló levantando un dedo, llamando su atención—. Quiero a Atsushi del Seikei, vivo. Esa es mi prueba para que entre bajo mi mando, solo así me demostraras que es digno de tu promesa.

Hitsuyō - Osomatsu-sanHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin