Conflicto

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Antes de que cayera la media noche Ichimatsu miraba con nerviosismo el reloj de la pantalla de su celular. El frio viento era su única compañía, pues el parque infantil era solitario a estas horas de la noche. La corriente de aire hizo rechinar el columpio a su lado. 

Ya no estaba incluido en la estrategia de Bushida, él mismo se había apartado y todo motivo por el cual había aceptado su trato en primer lugar había desaparecido. Ambos de sus hermanos estaban fuera de su alcance, fuera de su protección. Una sensaión desagradable de rabia y decepción lo invadió, no sabía que hacer, ¿quién era sin sus hermanos? ¿por qué viviría ahora? ¿por quién? 

Sacudió su cabeza intentando ahuyentar ese tipo de pensamientos lejos. Sin embargo, el silencioso ambiente alimentaba a pensamientos no bienvenidos en su cabeza.

—No es bueno estar solo de noche —Una voz conocida llegó detrás de él, Ichimatsu no volteó, pues él lo había llamado. 

—No soy una chica —Fue lo único que dijo cuando Karamatsu se sentó en el columpio metálico a su lado—. Ese tipo de cosas no me preocupan. 

Ambos permanecieron en silencio. 

Karamatsu observó en silencio a Ichimatsu, no lo había visto desde el incidente de su reunión y agradecía que fuera él quien tomara la iniciativa de llamarlo. De los tres, su relación con Ichimatsu era la más delicada, y no quería forzarlo a relacionarse con ellos. 

En cambio, Ichimatsu desde hace tiempo quería alejarse de sus hermanos mayores, quería cortar toda relación con ellos pero desde el incidente de Jyushimatsu no había tenido más opción que seguir en contacto. 

—¿Por qué me llamaste? —Preguntó Karamatsu genuinamente curioso. 

Ichimatsu pensó un momento, él tampoco sabía la respuesta. 

—Solo... No sé que hacer —Admitió en un susurro sin dirigirle la mirada. 

Llevó con frustración sus manos a sus ojos, soltando un suspiro de exasperación.

—¿Qué se supone que haga ahora? —Susurró agarrando su rostro con fuerza. 

Karamasu quería preguntar, pero le dió un momento antes de animarse a hablar.

—¿Te sientes perdido? —Preguntó suavemente. Ichimatsu asintió. No esperaba una respuesta tan corta, Ichimatsu no parecía querer hablar.

Quería una respuesta, que le señalarán el camino.

—¿Qué quieres hacer?—Volvió a cuestionar, haciendo que Ichimatsu le dirigiera una mirada cristalina.

—No lo sé. —Respondió en un susurro.

Karamasu contuvo un suspiro. Casi podía ver a Choromatsu reflejado en él, ambos era tercos y cerrados cuando se trataban de sus emociones.

—¿Lo que estás haciendo ahora se siente bien?

—¿Ahora?

—Tu presente, el camino que ahora recorres, ¿Se siente correcto? —Inesperadamente, las palabras resonaron en la cabeza de Ichimatsu.

—No. —La respuesta salió por su cuenta.

—¿Qué vas a hacer para cambiarlo?

Ichimatsu mordió sus labios, no le iba a responder. Karamasu guardó silencio y miró al frente, a la solitaria calle y la oscuridad de la noche.

—Si tu cabeza no funciona, usa tu corazón —Soltó de forma simple y directa.

El menor lo miró confundido.

—No tienes que usar siempre tu cabeza, vas a fundir tu cerebro. 

Karamatsu lo miró con una sonrisa, alcanzó su cabello y lo revolvió con gentileza. Ichimatsu sintió un bulto en su garganta que no le permitió decir ni una palabra. Desvió su mirada, avegonzado de su debilidad. 

Quería hablar y contarle todo, dejar que su cariño alivie todas sus penas y preocupaciones. Simplemente quería a alguien que le dijera que todo iba a estar bien. Llevó su mano a su boca y volvió a bajar su cabeza, cubrió sus labios para evitar que sus sollozos se escaparan, que él se diera cuenta de su vulnerabilidad. Su pecho comenzó a sentirse apretado, como si su corazón sintiera su dolor y quisiera escapar de su cuerpo para no sufrir. Su mano comenzó a apretar el centro de su caja torácica con rabia; rabia hacía sí mismo, a lo débil que era, a lo inutil que se sentía. 

Su labio comenzó a temblar con fuerza, su respiración se cortaba con cada intento de contener sus sollozos e inevitablemente sus lágrimas se deslizaron por sus mejillas. 

Karamatsu observó en silencio, probablemente si decía algo solo empeoraría las cosas. Era más fácil no hacer nada. 

Pero no dejaría que su hermano se sintiera solo. 

Con suavidad, acarició su espalda en un gesto tierno. Era un gesto tan pequeño, que por un momento dudó de su utilidad, pero después de un rato, bajo la caricia de Karamatsu, Ichimatsu se tranquilizó. 

—Eso no tiene sentido —Logró formular una oración luego de varios minutos.

—Supongo que no. 

[ . . . ]

Choromatsu odia el café, no entiende las personas que tienen un gusto por el, las odiaba. Cada mañana Michi llegaba con dos cafés; uno suyo y uno para él, también odiaba eso. Pero nunca se lo mencionó. Hasta ahora, pensaba que Michi nunca lo había notado pues siempre era la misma rutina, pero últimamente llegaba con un café y un té negro para él. Su favorito. 

Definitivamente era extraño. Por supuesto, no era una molestia para él. Simplemente le enojaba saber que Michi conocía su disgusto por el café y aún así le traía uno cada mañana. Agradecía que esos días habían acabado, pero no podía evitar preguntarse la razón de este cambio de comportamiento. 

Aunque ahora mismo no era su prioridad. 

—Señor —Como si hubiera leído su mente, Michi apareció en la puerta de su oficina—, ¿Aún no se ha ido a casa? Es bastante tarde...

—Tengo trabajo que hacer —Se limitó a dar una corta explicación—. Tu también sigues aquí. 

Michi contuvo un suspiro y se dirigió a su escritorio, aclarando su garganta para llamar la atención de Choromatsu.

De mala gana él levantó la mirada.

—¿Qué necesitas?

—Dejé a dos hombres vigilar a Ichimatsu y Todomatsu como ordenó —Respondió, provocando que Choromatsu se sentara derecho en su asiento—. Era como sospechaba, estaban relacionados con la policía.

—No viniste solo a decirme eso ¿no es así? —Choromatsu suspiró—. Estoy ocupado, se breve.

Michi asintió. 

—Recibí el reporte de que Todomatsu entró en el territorio del Seikei, en su oficina principal.

Choromatsu miró fijamente a Michi, si no lo conociera bien pensaría que es algún tipo de broma, pero él no era así. 

—Ve al grano, Michi. 

—Al parecer, lo han secuestrado. 

Exhaló un gran suspiro, Choromatsu llevo sus manos a su rostro, aún sin poder creer lo que estaba escuchando. 

—Va por su cuenta y lo secuestran, ¿acaso es estúpido? —Susurró para si mismo, sintiendo sus manos temblar—. ¿Osomatsu lo sabe?

—No lo creo, pero...

—No tardará en enterarse —Repentinamente Sett entró en la oficina, con su semblante tranquilo y confiado de costumbre—. Lo siento señor, estoy obligado a reportarle todo lo que se relacione con sus hermanos.

Choromatsu se levantó, se quitó sus lentes de lectura y volvió a ajustar su corbata en su lugar. 

—Supongo que no tenemos opción. Ya era hora de poner en su lugar a ese bastardo. 

Continuará...

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora