Al caer en el abismo

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El sol se encontraba en el centro del cielo, el frío viento balanceaba el cabello obscuro de él, mientras caminaba cubriendo su rostro con una bufanda tejida, que mantenía cálida la parte inferior de su rostro.
Sin rumbo aparente, camino sin poner demasiada atención hasta que un par de niños chocaron con él mientras corrían, aquellos lo insultaron y siguieron su camino dejando un poco aturdido al mayor. Él suspiró.

—¡Ichimatsu-niisan!—le llamó su hermano, llegando con él—. ¿Te lastimaste?

—No... Estoy bien—respondió sacando una mano de su bolsillo—. Dame eso.

—Ah, Gracias—dijo luego de darle una bolsa con compras—. Vamos, aún hay cosas que llevarse.

Ichimatsu asintió caminando a lado de Todomatsu, quien cubría su cabeza con un gorro de color crema. Se sentía tranquilo, por alguna razón. Cuando pudieron divisar su casa a lo lejos, una camioneta roja con apariencia vieja paso a su lado y se detuvo.

—Hey.—saludó el hombre, mientras bajaba el cristal de la ventana.

—Oh, Jimmy—habló Todomatsu—. Llegaste antes de lo que acordado.

—Me he desocupado pronto—dijo, dirigiendo  su mirada a Ichimatsu—. Hola.

Ichimatsu le respondió con un leve movimiento de cabeza, luego de un "me adelantaré" dirigido a su hermano casi en un susurro. 

Mientras dejaba a ambos hablando se acerco a su casa, abriendo la puerta deslizándola con delicadeza y observando a Jyushimatsu quien se encontraba en el centro de esta, mirando la sala sin razón aparente.

Se quito sus zapatos y entro en ella, acercándose a su hermano.

—¿Qué haces?—preguntó.

—Hoy por fin nos vamos.—respondió sin borrar su característica sonrisa.

Ichimatsu asintió, mirando el cuadro que observaba Jyushimatsu, un cuadro viejo donde se veía a Matsuzo sonreír junto con una mujer sosteniendo su estómago. No sentían ninguna emoción hacia ese cuadro, para ellos solo era una foto de dos desconocidos. Jyushimatsu volteo a ver a su hermano.

—Vamos a bajar las cajas de arriba. 

—Vamos.

Ambos caminaron hacia el piso de arriba, hoy era el día por el que se habían esforzado tanto, con sus diecinueve años de edad al fin podían irse de aquel lugar, y liberarse de las cadenas que los ataban a recuerdos dolorosos.
Cuando llegaron a la segunda planta se acercaron a las múltiples cajas de cartón con sus pertenencias dentro que ellos mismos colocaron. Jyushimatsu tomo dos, una sobre otra  y las levantó sin mucho esfuerzo, para luego bajar por donde vino rápidamente, Ichimatsu tomo una y bajo con un ritmo más tranquilo, a diferencia de su hermano que ya regresaba hacía arriba.

Comenzaron a cargar las cajas en la parte trasera de la camioneta de Jimmy, un joven esbelto y alto, que se había hecho amigo de Todomatsu, ya que compartían clases en la universidad. Era amable, pero atraía mucho la atención. Mientras subían las cajas a la camioneta, Matsuzo llegó e intentó ayudar, para luego ser rechazado con miradas indiferentes de sus hijos y simplemente retirarse a su habitación. 

—Creo que es todo...—habló Todomatsu suspirando del cansancio.

—Tienen muchas cosas.—dijo Jimmy  observando a los trillizos.

—¡AH!—exclamó Jyushimatsu, llamando la atención de sus hermanos, y Jimmy.

—¿Qué pasa Jyushimatsu-niisan?—preguntó Todomatsu.

—¿No deberíamos llevarnos eso?

Ichimatsu asintió.

—Voy a por ellos.—dijo el mayor, regresando a la casa, dejando sus zapatos en la entrada.

Hitsuyō - Osomatsu-sanWhere stories live. Discover now