Sangre: segunda parte

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Todomatsu se apoyó en su hermano mientras ambos entraban en su apartamento. Ichimatsu venía viviendo las últimas semanas solo, no hace falta decir que habían sido de las semanas más solitarias que ha vivido, así que el apartamento no estaba muy limpio. De igual forma el menor ignoró la ropa sucia en el suelo y los utensilios sucios en la mesa para recostarse en el sofá. Finalmente volvió a llorar, sollozaba mientras su hermano comenzaba a limpiar. Al cabo de unos minutos cayó dormido del agotamiento tanto físico como emocional.

—Todoma...

Ichimatsu se interrumpió a si mismo cuando observó como respiraba rítmicamente. Tomó una manta y lo cubrió con ella mientras miraba con tristeza las lágrimas secas en su rostro. Se sentía inútil y estúpido, no sabía cómo aliviar el dolor de su hermano, no era una situación de la que se podría recuperar fácilmente después de haber sido testigo de tal aberrante escena.
Suspiró sin mucha energía, Todomatsu estaba devastado y sabía que lo necesitaba más que nada en el mundo, necesitaba a su familia.
Pensó en llamar a su padre, pero no sabía cómo Todomatsu lo tomaría, así que se limitó en mandarle un mensaje describiendo la situación y prometiendo que lo mantendría informado.
Se dejó caer en la silla del comedor, no había dormido desde ayer y tampoco había pensado hacerlo, pero eso no detenía la fatiga que lo abordó tan pronto se sentó. Gimió del dolor mientras sujetaba su cabeza, siendo repentinamente consiente de las punzadas que lo atacaban, estaba tan concentrado en Todomatsu que no se había dado cuenta de su propio malestar.

La pantalla de su celular se iluminó dejando ver qué había recibido un mensaje. No estaba de humor, justo cuando lo iba a apagar observó que tenía dos mensajes sin leer: uno de Bushida Inoue y otro de Karamatsu.

"Avísame cuando Todomatsu esté mejor... Iré a visitarlos pronto. Si necesitan algo no dudes en decirme".

Karamatsu parecía preocupado, dudó un momento antes de presionar el ícono para llamar y llevó su celular a su oído. Sin embargo, su celular estaba apagado, así que no obtuvo respuesta alguna. Le había enviado su mensaje hace una hora, pero ya no respondía sus llamadas.
Suspiró en sus adentros, no tenía forma de comunicarse con Choromatsu y mucho menos con Osomatsu, así que mejor esperaría a que alguno se apareciera en su puerta.

En el momento que decidió que dormiría alguien llamó a la puerta. Se acercó a ella y miró en la mirilla a un hombre bajo con grandes lentes redondos, extrañado, abrió con el seguro de la puerta puesto.

—¿Si?

—Buenos días —saludó el hombre, extendiendo una tarjeta de presentación a través de la pequeña abertura de la puerta—. Soy Ichinose Michi, trabajo para Choromatsu-sama —se presentó, Ichimatsu observó la elegante tarjeta mientras él hablaba —. Me envió para asegurarse que habían llegado a salvo.

—Oh, sí, estamos bien —respondió guardando sin cuidado la tarjeta en su bolsillo.

—También envió esto —extendió una bolsa que emanaba un agradable olor—, es importante que Todomatsu-san y usted se alimenten bien.

—Ah, gracias —agradeció recibiendo la bolsa.

—Quería hacerles saber que pueden llamarlo si necesitan algo —dijo deteniendo el movimiento de Ichimatsu—. En la tarjeta anoté su número personal, también está el mío por si acaso.

—Está bien —susurró cansado.

—Acerca de Todomatsu-san... —habló captando la atención de Ichi—. Tenemos contacto con una clínica de terapia psicológica de confianza, cuando esté listo podemos agendar una cita... Los gastos correrán por nuestra cuenta, así que siéntase libre de solicitarla.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora