Hermanos.

23 7 6
                                    

—¿Osomatsu? ¿Qué haces aquí? —preguntó incrédulo mirando a Haru detrás suyo, quien entró y cerró la puerta silenciosamente.

Una risa escandalosa resonó en la habitación, mientras un Osomatsu, apoyado en un par de muletas bajo sus axilas, rápidamente se apresuró a llegar a su lado mientras observaba el amplio ventanal detrás de su escritorio que iluminaba la sala.

—Vamos, vine de sorpresa. No sabía que tenías una oficina tan grande, ¿La diseñaste tu mismo? —respondió pasando su mano por encima de su silla, acomodándola para que él pudiera sentarse cómodamente—¡Uf! Si que es cómodo ¿Por qué no tengo una como está?

—¿Choromatsu sabe que estás aquí? —cuestionó preocupado.

—No seas aguafiestas, de eso se trata una sorpresa —sonrió recargando su peso en el respaldo de la silla mientras giraba.

—Se supone que nadie tiene que verte.

—No seas amargado, onni-chan se aburre cuando está solo en casa, además, fuí discreto.

Karamatsu volteó a mirar a Haru, esperando que corroborara está información y él asintió.

—Ayudé a Osomatsu-sama a entrar por la parte de atrás, sin testigos.

—Creo que me retiraré ahora —interrumpió Vin, retrocediendo en sus pasos para acercarse a la puerta.

—Oh, Vin...

—Espera, espera. Estaban hablando algo importante ¿No? ¿De qué se trata? —preguntó deteniendo la silla en su dirección.

—Eso...

—Es acerca de...

Ninguno pudo encontrar las palabras para explicar, así que permanecieron en silencio.

—¿Un año muerto y ahora no puedo saber sobre asuntos secretos? —preguntó molesto, cruzando sus brazos refunfuñando.

—Es una larga historia, Osomatsu-sama —respondió Vin.

—Pues ya estoy aquí, ¿Por qué no nos sentamos a charlar?

El teléfono de Haru comenzó a sonar, interrumpiendo el momento.

[ . . . ]

Choromatsu tenía una forma peculiar de sentarse, sus piernas y brazos estaban cruzados y sus ojos permanecían siempre al frente. Era un hombre recto y con un temperamento difícil e impresionarlo era casi imposible, debido a eso nunca hubo alguien más adecuado a su nivel de exigencia que Michi, un hombre capaz, disciplinado, perfeccionista y con un orgullo demasiado pesado para su pequeño cuerpo. Había veces que sorprendía a Choromatsu con su habilidad para manejar todo con calma y orden con una frialdad deslumbrante.

Había muchas razones para pensar que Michi era la razón por la que Choromatsu podía funcionar como líder, pero Michi sabía que no podían estar más que equivocados. A sus ojos, él era un líder ideal, alguien frío para tomar las decisiones que nadie quería tomar y fuerte para manejar exitosamente sus consecuencias.
Pero para muchos no era así, por lo que habían quienes dudaban y lo ponían a prueba, pues creían que no podría llegar a ser ni la sombra de lo que Osomatsu fué.

El auto se detuvo en la misma fábrica abandonada en la que normalmente laboraban, pero el aire estaba diferente. No estaba hablando del clima, pues sentía que cada vez que iba a ese lugar siempre estaba nublado.

—Choromatsu-sama, esto es...

—Una trampa, lo sé.

Michi sacó su arma y le quitó el seguro mientras salía del asiento del conductor al mismo tiempo que Choromatsu lo hacía.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora