Familia.

30 9 8
                                    

Un lugar oscuro, el silencio absoluto, un gran y profundo nada.

Sett respiró profundamente y un brillo borroso apareció, una extraña forma comenzaba a invadir su visión mientras decía algo inaudible. Parecía preocupado.

El hombre estaba cansado, casi vuelve a cerrar sus ojos cuando reconoció esa voz.

—¿Sen...? —preguntó antes de comenzar a toser, sintiendo su garganta seca quemar por dentro.

—¡Shun! —lo llamó una joven con uniforme escolar, quien tomaba la mano de Sett con fuerza.

—Hola princesa. —saludó parpadeando varias veces, aclarando su visión. Luego, sintió como Sen elevaba su cama.

—Toma —extendió un vaso de agua que previamente había servido a su boca—. Te extrañe.

Sett bebió, sintiendo el placer del agua correr por su garganta.

—Y yo a ti. —asintió tomando el vaso con sus propias manos, tomando el resto de un trago.

—¿Cómo te sientes? —preguntó levantándose para presionar el botón que llama a la enfermera.

—Vivo. —respondió aliviado.

Sen se sentó de nuevo, observando a su hermano mirar el techo mientras respiraba profundamente.
Ella soltó un sollozo mientras acurrucaba su frente en sus piernas, temblando, intentó callar pero se rompió cuando sintió la mano de Sett en su cabeza, acariciando lentamente y masajeando con su pulgar su cabello negro.

[ . . . ]

Choromatsu soltó un suspiro observando el auto donde había colocado a sus nuevos tres hermanos menores, todavía no se adaptaba a la idea de ser el mayor, porque nunca le importó, pero si le daban importancia no le molestaba seguirles el juego. Luego del interrogatorio, logró sacarlo sin gran esfuerzo, ahorrándose el papeleo con una llamada y media.

—¿Tougou-sama? -escuchó llamar su secretario, un hombre pequeño con gafas anormalmente grandes y redondas sujetando un celular en su mano, y sentado del lado contrario del suyo—. ¿Cómo deberíamos manejar este incidente?

El mencionado lo miró, con su expresión seria y distante de siempre.

—No podemos dejarlo pasar, es hora de regresar a la basura a su lugar. —sentenció cruzando sus piernas, acomodándose en el asiento trasero del auto.

—Cómo desee. —asintió el secretario.

Él hizo un ademán con su mano, y el automóvil comenzó a moverse.

[ . . . ]

Un hueso dió un crujido bajo la mano de Choromatsu, luego de los gritos agonizantes de un hombre atado en una silla con los ojos vendados y sangre en sus labios. Él dejó el dedo hinchado y sacudió su mano, enseguida su secretario se acercó con un pañuelo y se lo extendió, Choro lo tomó y limpió la superficie de sus guantes con este antes de devolverlo.

—¿Sabes a quién tocaron tus hombres? —cuestionó ignorando los sollozos del hombre mayor—. ¿A quién pusieron sus manos encima?

—Lo siento... Lo siento... —rogó el hombre, con su rostro cubierto de lágrimas y saliva.

-Limítate a responder las preguntas. -habló callando sus sollozos con su simple tono de voz.

Hitsuyō - Osomatsu-sanWhere stories live. Discover now