Acuerdo.

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El brillante sol iluminaba la ciudad, la mujer del clima había predicho un día soleado y sin nubes, y así era. A Ichimatsu le molestaba, el sol no podía ser más molesto y el sudor más desagradable. Suspiró cuando llegó al lugar citado y limpió un poco el sudor en su frente.

Miró la hora en su móvil; 12:34. Ya iba tarde.

Tocó el timbre detrás de la barda que lo separaba de su patio y esperó. De inmediato, un niño pequeño apareció por la puerta y cruzó el patio para abrir la verja.

—Dice mi mamá que llegas tarde —dijo señalando la puerta principal.

Ichimatsu asintió y se apresuró a entrar. La puerta estaba abierta cuando llegó a la entrada, así que se asomó por ahí sigilosamente. Su sigilo no sirvió de mucho cuando el niño lo empujó dentro de la casa, haciendo que casi tropezara con sus propios pies.
Él volteó a mirarlo y cuando estaba apunto de decir algo una voz lo interrumpió.

—Te tardaste demasiado —dijo Bushida, apareciendo vistiendo un delantal y cruzando sus brazos en su pecho—. ¿Te perdiste?

Ichimatsu reprimió un gruñido y bajó la mirada.

—Lo siento.

—Ya no importa, siéntate —indicó ella soltando un suspiro—. Te estábamos esperando. ¿Almorzaste?

Él negó con su cabeza mientras tomaba asiento en la mesa del comedor. Inoue volvió a suspirar y fue a la cocina, Ichimatsu escuchó el ruido mientras preparaba comida; se removió en su asiento, incómodo.
El niño se acercó a él y se sentó en la silla a su lado, con un carro de policía de juguete posó sus ojos brillosos en Ichimatsu.

—¿Sabes? Mi mamá es policía —habló enseñándole el carrito—, ayuda a los buenos. Mi mamá es muy buena, una vez le dieron una medalla por ser buena, yo también quiero ser bueno cuando crezca —alardeó mientras jugaba con el carrito, pasándolo sobre la mesa y en ocasiones sobre su brazo.

Ichimatsu se limitó a mirar a otro lado, esperando a que se aburriera y lo dejara en paz. Pasaron los minutos, estuvo a punto de quitarle el juguete y arrojarlo lejos cuando un platillo fue colocado frente a él.

—Ya basta Itsuki —calló Inoue—. Come Ichimatsu-kun, tenemos que irnos.

—¿Qué? ¿Otra vez te vas? —se quejó el niño abrazando la cintura de su madre —. ¡No, quédate conmigo!

—Volveré pronto ¿Sí? —dijo ella levantando al niño con sus brazos—. Serás valiente y obedecerás a Hana-chan ¿Verdad?

—Está bien... —se resignó.

—Pero que niño tan bueno —dijo comenzando a besar sus abultadas mejillas, provocándole risas a Itsuki.

Ichimatsu sintió una extraña pesadez en su pecho, sus ojos no se despegaron de ambos mientras un nudo en su garganta comenzaba a formarse. Hasta ahora, no había pensado tan profundamente en su madre, como hubiera sido su vida si ella viviera; en ese momento se preguntó como se escucharía su risa, como se verían sus ojos, como se sentirían sus brazos, como serían sus besos. Intento interrumpir sus pensamientos, pues se había dado cuenta que, en lo profundo de su corazón, aún anhelaba el amor de su difunta madre.

—Gracias por la comida —susurró y llevó una cucharada del omelette a su boca.

Bushida lo observó un momento, él sintió su mirada y rogó que no viera las lágrimas en sus ojos.

[ . . . ]

Ambos subieron al auto de Inoue y comenzó a conducir en silencio, Ichimatsu sentado en el asiento del copiloto, se limitó a mirar la ventana, perdido en sus pensamientos.

Hitsuyō - Osomatsu-sanWhere stories live. Discover now