Unión

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Ichimatsu esperó frente a la puerta de la oficina de Karamatsu. Estaba nervioso, el calor se hacía cada vez más fuerte y sus manos no dejaban de sudar. Tomó un respiro y se animó a tocar la puerta. ¿Qué sería lo peor que podría pasar?

Una voz contestó "Adelante", y él entró.

Karamatsu estaba sentado en su escritorio, en sus manos solo se encontraban documentos cuyo contenido desconocía, pero por las marcadas ojeras bajo sus ojos y su ceño fruncido supuso que eran importantes.
Ichi entró y cerró la puerta tras de sí.

—¿Qué haces? —preguntó acercándose con sus manos metidas en sus bolsillos, observó la lujosa oficina.

Pinturas elegantes y el azul oscuro de las paredes fue lo primero que le llamó la atención, luego, los detalles en la alfombra y la delicadeza que chocaba con el desorden del escritorio.

—Revisando estados de cuenta —contestó quitándose los lentes que usaba, para masajear su entrecejo con cansancio—. ¿Qué era eso tan importante que querías decirme, hermanito? —preguntó suavizando su expresión en una sonrisa.

—Ya sabes, yo... —tartamudeó dudando con qué excusarse—. Pasaba por aquí, y pensé en venir un rato.

Evidentemente no sabía cómo justificarse. Karamatsu levantó sus ojos para mirarlo, su cansancio lo hacía ver enojado y cuando se levantó para acercarse, Ichimatsu no pudo evitar pensar que lo golpearía en el momento que él levantó una mano, pero el suave toque en su cabeza y un brazo colgando en su cuello le sacó la idea.
Karamatsu lo abrazó con su brazo derecho y acarició su cabello con cariño.

—Sabía que extrañarías a tu hermano —dijo tocando su mentón mientras sonreía orgulloso.

Ichimatsu se tuvo que tragar sus palabras y prefirió asentir furtivamente.
Se dejó acariciar durante un par de minutos, solo para que él no sospeche.

—¿Quieres un té? ¿Café? Hay que relajarnos un rato —sugirió mientras se acercaba a la pequeña sala de estar de la misma oficina: un par de sillones elegantes y una mesa de color mármol.

—Oh... Té está bien —contestó caminando detrás de él —. ¿Y Choromatsu-niisan?

—Choromatsu siempre está ocupado —respondió, restándole importancia —, Haru está de vacaciones y me aseguré de que Osomatsu no faltara a sus citas para su rehabilitación —explicó soltando un suspiro.

De la pequeña mesa tomó el teléfono fijo y lo llevo a su oído.

—Cariño, traenos té —dijo y colgó.

Sus manos comenzaron a sudar, se limitó a sentarse en el sofá evitando tocar algo para no dejar en evidencia su nerviosismo, pero Karamatsu tenía una nariz aguda.

—¿Sucede algo? —preguntó con un tono de preocupación, mientras llegaba la secretaria con una bandeja con un par de tazas de té y una jarra, ella se acercó a dónde ambos estaban—. Si algo te molesta puedes decírmelo, te ayudaré.

La secretaria dejó las tazas y sirvió el té.

—No... Bueno, sí, pero... —tropezó con su propia lengua.

—¿Es sobre Jyushimatsu? —preguntó repentinamente, provocando que Ichimatsu se congelará.

Ichimatsu tembló. La policía estaba escuchando, su hermano estaba involucrado, y sentía que no debía dejar que ellos escuchen lo que estaba por decir Karamatsu.
Nervioso, tomó la taza de té e intentó beberla, pero terminó por derramarla sobre su ropa.

—¡Ugh! —gimió de dolor.

—¡Cielos! ¿Estás bien? Que torpe —habló Kara acercándose rápidamente—. Trae una toalla —ordenó a la secretaria.

Hitsuyō - Osomatsu-sanWhere stories live. Discover now