Plan

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Choromatsu soltó un pesado suspiro cuando terminó de revisar la pila de documentos que había en su escritorio, masajeo el tronco de su nariz buscando aliviar el dolor de cabeza que lo atormentaba y se quitó los lentes de lectura que usaba. Michi no tardó en llegar con una taza de té en sus manos, la colocó en el escritorio antes de dirigirle una mirada preocupada a Choromatsu.

—Debería ir a descansar —sugirió observando las ojeras bajo los ojos de Choro—, no es bueno para su salud sobre exigirse.

Él volvió a suspirar, tomó la taza y la dirigió a sus labios, soltando su silencioso "gracias".

—Tengo mucho trabajo que hacer, no puedo permitirme descansar.

—Pero aún así... —Choromatsu no parecía dispuesto a escuchar a Michi, pues se colocó sus lentes y desvío su mirada de nuevo al documento que leía antes de que él entrara, comenzando con la segunda pila—. Déjeme ayudarlo, señor.

Choromatsu negó sin levantar la mirada, lo que provocó un suspiro del más joven.

—...Deje de trabajar, ahora. —habló con una voz autoritaria, frunciendo el ceño.

—No me vuelvas a hablar de esa forma, Michi —respondió levantando la mirada, visiblemente enojado—. ¿No conoces tu lugar?

—Es usted el que no conoce el suyo —contestó con su mismo tono—, tiene que estar fuerte y sano para la corporación, una imagen de debilidad es lo último que necesita su familia.

Él no contestó, se limitó a mirarlo furioso por su comportamiento, sabía que tenía razón, pero no quería admitirlo. En cambio, Michi conocía el motivo por el cual Choromatsu estaba obsesionado con trabajar en ese momento. Quería dejar de pensar, centrar su cabeza en una sola actividad para olvidarse de sus preocupaciones y centrarse en una tarea que le sería beneficiosa de alguna forma, pero no resolvería sus preocupación principal.

Michi rodeó su escritorio y le quitó el informe que leía para colocarlo de vuelta en la segunda pila.

—No te permitiré que...

—Duerma, en dos horas tendrá esta pila filtrada con los documentos más importantes que necesiten su atención, yo me ocuparé de ello —lo interrumpió tomando la pila en sus brazos, comenzando a caminar hacia la puerta—. El sueño es importante, Choromatsu-sama.

Y tan rápido como llegó, se fué.

Choromatsu miró la puerta, sus ojos se sentían cansados, su cuerpo comenzaba a sentir la fatiga acumulada pero su mente se negaba a descansar. La ansiedad lo carcomía, la desagradable sensación de furia lo llenaba cada vez que recordaba las preocupaciones de las que huía: Atsushi. Lo quería estrangular con sus propias manos... Pero era imposible en ese momento, no con la incertidumbre de un posible traidor entre sus hombres.

El sonido de la puerta volviéndose a abrir llamó su atención, oyó el golpeteo del bastón y la figura de su hermano apareció.

—Tiene razón, Choro-chan —lo escuchó decir cerrando la puerta tras él —. Puedo escuchar tus suspiros de cansancio desde la entrada del edificio.

—No quiero escuchar sermones, especialmente de ti —contestó cruzando sus brazos y levantando una ceja—. ¿Qué haces aquí?

—¿Acaso ahora no puedo visitar a mi querido hermano? —respondió tomando asiento frente a él—. No hay nadie tan desquiciado para quedarse trabajando tan tarde como tú.

Choromatsu suspiró y relajó su ceño. Sabía porqué estaba ahí, esperaba que pronto trataría el tema.

—Sí, venimos a ver a nuestro hermanito —Karamatsu apareció en la puerta, entrando en la oficina y tomando asiento en la segunda silla delante de Choro.

Hitsuyō - Osomatsu-sanOnde histórias criam vida. Descubra agora