Padre.

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Atsushi encontró con una cabeza en su oficina.

Luego de una larga reunión un olor nauseabundo llamó su atención, y justo en su escritorio descansaba una cabeza cercenada encima de sus documentos a los que en la mañana había pospuesto hechar un vistazo.

Ahora sería imposible.

Una vena se mostró en su sien y tuvo que reprimir un grito de terror.

Rechino los dientes cuando observó más detalladamente la frente de la cabeza, dónde un mensaje había sido grabado; "Silencio".

No hacía falta preguntarse quien era el culpable de semejante atrocidad, pues lo conocía mejor que que a sí mismo.

Y al fin había encontrado la mejor manera de joderlo.

—¿Te toqué un nervio, Tougou-san? —preguntó al aire, mientras sus manos formaban un puño.

[ . . . ]

Choromatsu llegó a la entrada de la mansión, que a pesar de ser tan grande, siempre la sintió vacía. Una carga más en su espalda.

Pero no tenía de otra.

Cuando entró fue recibido con la noticia de que su hermano, Karamatsu, había llegado hace unos minutos. Por lo que, extrañado de su puntualidad, se apresuró a llegar a la sala de descanso dónde finalmente todos se habían reunido.

Hasta que una voz extraña le provocó un escalofrío en su espalda.

Furioso, abrió con fuerza la puerta de la habitación.

—¡Y al final...! ¿Ah? —un hombre mayor, que le daba la espalda a la puerta, se volteo.

Choromatsu lo reconoció al instante.

—Mastsuno Matsuzo —habló inconscientemente con rabia, casi rechinando los dientes.

—¡Choromatsu! —lo llamó Karamatsu- ¡No me dijiste que teníamos otro padre! Lo encontré en el hospital y lo traje aquí para hablar y ponernos al día ¿No es genial? —habló Karamatsu emocionado, recibiendo una mirada de desprecio por parte de Choro.

Entonces pensó que probablemente había hecho algo mal, pero no entendía qué.

El recién llegado dirigió su mirada al fondo de la habitación, dónde sus hermanos menores estaban sentados con una postura incómoda.

No era el único que había recibido una desagradable sorpresa.

—¿Ponernos al día? —preguntó soltando un suspiro, cansado—. No podría interesarme menos la vida de este hombre.

—¿Qué? ¡Es nuestro padre! ¿No podrías escucharlo sólo una vez? —pidió Karamatsu, molesto.

—No, no puedo —contestó elevando la voz y dispuesto a darse la vuelta—. Escuchar mierda endulzada es tu especialidad, encárgate.

—¡Choromatsu! —gritó finalmente Karamatsu.

—¡Paren, ustedes dos! —interrumpió Matsuzo.

El silencio invadió la sala, mientras las miradas se dirigían al mayor.

—No vine a causar problemas entre ustedes —dijo con una mirada triste—. Denme un momento ¿Por favor?

Habló dirigiendo sus ojos a Choromatsu, quien lo pensó un momento antes de dirigirse de nuevo dentro de la habitación, sentándose en un sofá solitario que le daba la cara a la puerta, justo a lado del sofá dónde Ichimatsu, Jyushimatsu y Todomatsu estaban sentados.

—Adelante —asintió de forma arrogante cruzando sus piernas.

Karamatsu estuvo a punto de protestar, pero al ver a Matsuzo hacerle una seña para que también tomé asiento con una sonrisa, se detuvo e hizo caso.

Hitsuyō - Osomatsu-sanTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang