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«..... No soy mudo. Eso lo aclaro desde ahora, solo que no me gusta hablar, las personas a mi alrededor siempre están susurrando cosas y es molesto... Así que, mejor decido callarme e ignorarlos, no es bueno causarles problemas a mis padres solo por mi mal temperamento.»
— ¡Mamá, ese niño me golpeó! — Ryu trato de esconderse detrás de un arbusto, pero los cuernos lo delataron.
Si, el tuvo una larga tarde ese día.
«¿Qué por qué la golpeé? No dejaba de insistir en tocar mis orejas, era molesta. Todo el mundo sabe que las orejas de un hada no se tocan, no es mi culpa que sea una ignorante.»
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— Papá.
— Ryu.
«Rara es la ocasión cuando cruzó más de dos palabras con el, mamá y él lo entienden. Saben que no hablo mucho y no deciden urgar más, claro que Mamá a veces me dice una palabra o dos, para asegurarse de que aún puedo hablar.»
— Mamá.
— ¿Qué crees que haces entrando con las botas llenas de lodo? ¡Ponlas afuera y lava el piso que manchaste! — Ryu abrió los ojos completamente, la única persona que lograba asustarlo, era su linda madre.
«Mamá no me asusta, es solo que siempre me sorprende, me habla demasiado a veces, pero... ¡Agh! Trapear el suelo es de las peores cosas que me pueden hacer, más cuando el trapeador es más alto que yo.»
