Especial De Navidad | 2

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—Algún día uno de los dos ya no estará —nos dice el doctor a Juliett y a mi.

Juliett se aferra a mis manos y la siento temblar.

—La señora presenta un muy avanzado cáncer de estómago —nos da la noticia. El presentimiento de Juliett terminó siendo verídico—, es cuestión de meses para que la señora muera. Es importante mantenerla en un estado de paz, principalmente ahora que es una mujer mayor. Tener 74 años es menos conveniente.

Sí, ambos ahora somos ancianos.

Nuestros hijos ahora tienen su propia familia.

Juliett se levanta de la silla frente al escritorio del doctor, ella no suelta mi mano. Yo no emito ningún sonido.

Solo me dedico a seguirla, me levanto junto a ella y juntos salimos del consultorio.

Sabíamos que los inusuales dolores de Juliett se debían a algo grave, y ahora lo confirmabamos.

Y al subir al auto, ella no dice nada. No llora, no grita, nada.

Y sin nada que decir, soy yo quien rompe a llorar.

—No quiero perderte —le digo entre llanto, con aquella voz que indica el paso de los años en mi—, estoy aterrado, cariño.

Ella voltea a verme y sonríe.

—Nos volveremos a encontrar un día, ahora nos toca disfrutarnos hasta el último día —me dice sin quitar la alegría en su voz—, eso sí, nadie más que tú debe saber de esto. No quiero llantos, quiero ser feliz, he sido feliz, tengo nietos maravillosos, nada debe cambiar.

—Lo haré cariño, por ti lo hare—aseguré.

***

Los siguientes meses fueron llenos de felicidad.

Los hijos de Mitlan y Cassy venían a diario, Juliett los recibía con una sonrisa y todos preparábamos algún postre delicioso.

Otros días, en especial los días malos, fingía dormir y escuchaba a Juliett llorar, fingía nunca despertar y no oírla. Quería que se desahgoara, incluso aunque sólo ella sola pudiera consolarse.

Los domingos eran días magníficos, mis yernos, mis nueras, mis hijos y nietos venían a desayunar. Juliett se divertía preparando panqueques, huevos, tocino y lo que se le ocurriera.

Mientras que otros días realizamos las aventuras más extremas que a nuestra edad pudiéramos realizar.

Caímos de una avioneta con paracaídas, escalamos una pequeña montaña.

Y durante tres meses despertaba antes que Juliett para dejarle una linda flor junto a ella.

Durante tres meses estuve aterrado, hasta ese 22 de abril.

Desperté como cada mañana, salí al jardín para buscar una flor hermosa.

Y la encontré, subí a la habitación y la dejé junto a ella.

Espere una hora más, sentado en el sillón que estaba en nuestra habitación, la contemplé durante sesenta minutos.

Ella no despertó, la sacudi con cuidado, pero en efecto. Ella había fallecido.

Toque su piel fría y deposite un beso en su frente, debajo de su almohada pude notar un papel que sobresalía.

Y lo saque con mayor cuidado.

Era una carta.

"Para ti, cariño mío." Decía por fuera, así que intuí que era para mí.

Las lágrimas salían de mis ojos. Ella siempre había sido consiente de que moriría, pero jamás me hizo acostumbrarme al día de su ausencia.

Saque la carta del sobre.

Y comencé a leerla.

Seguramente si lees esto es porque he muerto, hace tiempo tenía el presentimiento de que algo acabaría conmigo.

Se que ahora mismo estas llorando, hemos pasado por tanto.

Nos hemos amado durante casi cincuenta años y aún no es suficiente para mí, nunca te descuides, cuidate y cuida mi memoria.

Te ame, te amo, te amaré hasta el fin de los tiempos.

Cuida a nuestra familia, a nuestros nietos.

Se con certeza que algún día nos volveremos a encontrar, porque se que una sola vida no es suficiente para amarte.

Gracias por hacerme feliz.

Te ama: Jules.

Mi cuerpo no pudo más y caí al piso, dando un grito de dolor y llorando hasta no poder más.

Mi alma se desgarraba...

***

Una voz en mi cabeza decía, "Amor, amor, despierta".

De golpe abrí los ojos.

Juliett estaba junto a mi.

—¿Sigues sintiéndote mal? —todo había sido una pesadilla—, se que es navidad cariño, pero podemos...

Y la abracé.

—Te amo, te amo —le dije mientras mis ojos aun seguían en lágrimas.

—También te amo mi amor, ¿tuviste una pesadilla? —me preguntó, pero solo enterre mi rostro en su hombro y su cuello.

—Soñé que te perdía —le dije.

—Aquí sigo mi amor, aun somos jóvenes y tenemos dos bebés que por cierto están muy impacientes —me dijo ella, era mi paz, ella me daba calma, suspiro—, además, sea lo que sea una vida nunca será suficiente para amarte, pase lo que pase siempre serás tu, siempre te buscaré.

Suspiré.

Poco a poco recobre la calma.

Aún había tiempo para amarnos y nunca jamás desperdiciaria un solo día en discusiones.

—Te amo ahora y siempre —le dije separandome de ella.

Beso mis labios y sonrío.

Se levantó del sillón y mire su lindo vestido azul.

—Vamos a cenar, todo está listo —me dijo tendiendome su mano.

La tomé.

Ella es mi lugar seguro, y lo será toda la vida.

Nota de autor: Elijah y Juliett nunca tendrían un final triste jiji. Feliz Navidad 💖

Déjame Ir | FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora