Capítulo 4. Dolía saber que ella no me amaba | Corregido

21.8K 746 73
                                    

Habían pasado aproximadamente dos semanas desde la última vez que Juliett había visto a su ex marido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Habían pasado aproximadamente dos semanas desde la última vez que Juliett había visto a su ex marido. Lo extrañaba, eso ni dudarlo, por las noches Juliett siempre lloraba, el dolor y el sentimiento de pérdida no se iban.

Y es que, a pesar del engaño, diez años de matrimonio no se olvidaban tan rápido. Por las noches siempre rogaba que la situación fuese un sueño, que despertara y nada de eso estuviese sucediendo, regresar cuatro años atrás y que su marido la despertara con montones de besos, diciendo que la amaba. Eso era lo que ella deseaba.

Aún así y escuchando las peticiones de sus hijos, ella regresaría a vivir nuevamente, se repetía que lo hacía por sus hijos, pero en el fondo de su corazón lo hacía por no perder su monotonía, ese fue el primer error que cometió.

Esa misma mañana le envió un mensaje a Elijah, diciéndole que lo quería ver para arreglar el asunto, Elijah no lo dudo ni un segundo y treinta minutos después llegó al restaurant donde Juliett lo había citado y ahí estaban, frente a frente.

Juliett pudo notar a su marido más decaído, con la barba crecida y unas enormes ojeras, Elijah bajo la mirada al sentir a Juliett, por vergüenza eso hizo.

Juliett le pidió a sus hijos que fueran al área de juegos y ellos obedientemente accedieron. Hubo un silencio por un par de minutos, Juliett se encontraba formulando las palabras correctas, hasta que finalmente lo encontró.

—No he venido aquí para pedirte que regresemos, no te dire que aún te amo —ella misma sabía que mentía— no te pediré perdón y mucho menos aceptar ningún perdón de tu parte, así que ahórrate todo eso.

—Juliett, yo...—trato de hablar Elijah, pero de inmediato Juliett lo interrumpió.

—Te pediré que no me interrumpas por favor —hablo Juliett seriamente— volvere a la casa, junto a los niños. No quiero que ellos vivan como yo viví, no lo aceptare, el divorcio sigue en pie, esto no cambia nuestra situación.

Estaba siendo una tonta, pero los niños le rogaron bastante y ella no quería seguir “hiriendolos” de esta manera, ella misma sabía que debía odiar a Elijah pero simplemente no pudo y era más difícil de lo que imagino, dejar a la persona con la cual imaginaste una vida juntos hasta la muerte y después de ella era jodidamente difícil.

—Quiero aclararte que cada uno dormirá en sus respectivos cuartos, ambos cuidaremos de los niños, te dejare que pases tiempo con ellos y pasaran tiempo conmigo —Juliett suspiro momentáneamente y continuó— hasta que los niños cumplan una edad adecuada les hablaremos sobre el divorcio, creo que sera lo mejor, si durante este lapso alguno de los dos se llega a enamorar de otra persona podemos salir con tal persona, pero no frente a los niños.

Elijah

Yo mismo comprendía que esto sería definitivo, ella se escuchaba tan decidida, este era mi karma, yo la amaba y ella ya no a mi, y la entendía totalmente ¿por qué me amaria después de todo lo que le hice pasar? Suplicarle que se quedara a mi lado por amor, prometerle que cambiaría, rogarle, sería inútil, me lo merecía. Me lo merezco por ser un imbécil, ella lucía espléndida, mientras que yo todo hecho mierda, mis labios secos y mis ojeras lo hacían notar aún más, a duras penas se quitaron mis ojos rojos de tanto llanto, pero aún así lucía como un imbécil que había perdido a su familia y al amor de su vida por unas noches de pasión, intercambie lo más sagrado por una maldita estupidez, Dios, soy tan idiota.

—¿Aceptas o no? —pregunto Juliett.

Y yo tenía dos opciones, decirle que no y perderla para siempre o decirle que sí y verla solo un par de horas sin tocarla, sin besarla y sin sentirla.

—Acepto —prefería verla, con tenerla en casa, solo con eso me conformaba, con solo verla un par de horas, con solo un buenos días, eso merecía, solo eso— Lamento haberte hecho pasar todo esto, perdón.

—Tristemente no vine a oír tus lamentos, ni tus disculpas. Preferiría que evites decir todo esto —murmuró con frialdad Juliett, una vez más.

—¿Cuando regresaran? —le dije tratando de cambiar de tema.

—Mañana —respondió, luego dio un sorbo a su café y puso la mirada en su teléfono, el cual segundos después comenzó a sonar— lo siento.

—No te preocupes, contesta —le dije, ella asintió y contestó, de inmediato puso una sonrisa.

—¡Hola!... Diego, que milagro ¿cómo estas? —de inmediato apreté los puños, el tal Diego la hacía sonreír, me molestaba que yo no fuera el causante de sus sonrisas— por supuesto, igual bien, no, tranquilo, le diré a su padre si puede cuidarlos, gracias, te veré esta noche.

Y colgó. De inmediato volvió a posar la mirada en mi.

—¿Puedes cuidar hoy a los niños? —me pregunto.

Ella saldría y se encontraría con ese hombre, se supone que debí de haber dicho que no y no se si aun estaba adormilado que pasaba conmigo, pero de mis labios salió un simple y asqueroso: —Si, si puedo.

Mi dolor iba en aumento, esta mujer sí que sabía herirme, tal vez los años hicieron que ella me conociera tan bien al punto de saber cada uno de mis puntos débiles.

Y la perdería, ella me olvidaría y yo nunca podría, ella viviría feliz y yo saldría en los titulares como muerto gracias a la depresión y probablemente estaría siendo un dramático, pero si no han sufrido por amor será mejor que se callen y solo me vean sufrir.

—Mami —hablo Alexander, quien llego y de inmediato abrazó a su madre— ¿papi y tu ya se arreglaron?

—Viviremos con tu papi nuevamente ¿qué te parece? —Dijo Juliett sonriendoles, pero yo no sabía que decir así que solo trague despacio y tome un poco de la limonada que había ordenado.

De inmediato Alexander sonrió.

—¡Si! Iré a decirle a Mitlan —Alexander salió corriendo y yo nuevamente me quede solo con Juliett.

—En serio lamento todo esto, se que no me crees, sé que me odias, pero te juro que si pudiera retroceder al tiempo y corregir esas lágrimas por risas y felicidad lo haría —ella sonrio ironicamente.

—Aún no existen las máquinas del tiempo, tendrás que vivir con ello. Créeme que no me arrepiento de haberme casado, si, me diste felicidad, alegría y demás y aunque estamos así ahora, yo no cambiaria nada por nada del mundo, todo pasa por algo, tal vez pronto encontremos a nuestras almas gemelas y recordemos nuestro matrimonio con demasiada alegría —nunca encontraría otro amor, era ella—, puede que y hasta amigos terminemos siendo. De lo que sí me arrepiento es de haber confiado en ti, de haberme aguantado todo este tiempo, de haber soportado lo monótona que era nuestra vida, de que aun sabiendo que siempre te veías con Camila, yo solo decía "Aguanta un poco más, el cambiara" pero solo llegabas unas 10 veces al mes y luego te desaparecías, de eso realmente me arrepiento.

Rogaba a Dios que ella ya no continuara, solo me lastimaba más, solo hacía que recordara todo, solo me daba a entender lo mierda que era.

Yo no podía seguir pidiéndole perdón porque ella no lo aceptaría y a parte de todo, porque solo me haría más daño.

Ella no lo veía, ella pensaba que aunque yo le rogara seguiría en lo mismo. Pero tenía razón, yo si bien cambiará ella estaría más dañada que todo, porque yo fui el victimario y ella solo fue la linda, dulce y tierna víctima que logre corromper

Ella simplemente se quitó una lágrima que había salido con brusquedad y yo me quede admirandola.

Déjame Ir | FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora