Epílogo. Una última sesión

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Elijah (Tres meses después)

Podría decir que mi vida siempre fue feliz, es más, podría sonreír en cada momento.

La realidad era otra.

Mamá engañó a papá cuando tenía diez años, y la vi. Besando a otro hombre que por supuesto no era mi papá.

Supuse que era algo normal, por lo que durante la cena yo dije algo como "Papá, tu también puedes besar a otras mujeres", solo un comentario de un niño puede arruinar un matrimonio.

Recuerdo que mi papá se levantó de la mesa y comenzó a golpear a mi mamá, también recuerdo haberme sentido culpable, además de que mi mamá me observó con una cara que hasta el día de hoy me dan escalofríos.

Al día siguiente cuando quise ir a ver a mi mamá, ella ya no estaba.

Viví con mi padre solamente, un hombre que se volvió alcohólico y murió de cirrosis cuando yo tenía diecisiete años. Pensé que todo sería más fácil siendo huérfano y pudo haber sido así, pero Silvia volvió a entrar en mi vida.

Y la odie, la odie por dejarme con ese mounstro, la odie por engañar a papá.

Mi vida parecía no tener sentido, y un día decidí acabar con ella, lo tenía todo listo.

Pero esa misma tarde conocí a Juliett, una alumna tímida, muy asustadiza y que no tenía muchos amigos. Mientras que yo era todo el cliché de un badboy, ella era así. Tímida pero extrovertida a la vez.

Su fragilidad me enamoró, su ternura me cautivó.

Nunca se lo dije, pero ella fue el único motivo por el cual aquel día no me suicide.

Fuimos a la universidad juntos, y después le pedí matrimonio. Poco a poco comenzamos a crecer juntos, tuvimos a nuestros dos hijos. Los cuales han tenido que pasar por mucho.

Cree la mejor de las familias, pero lo arruine.

Y cuando la engañe, me sentí el peor de los idiotas, pero pensé que así debía ser. Lo vi en mi madre y lo normalice, dejé de sentirme culpable cuando creí que ella me engañaba.

Al menos dos años con una mujer que quería demasiado dinero.

Durante estos últimos tres meses he batallado con esos problemas que sabía que tenía, pero nunca quise afrontar.

Lidiar sin nadie a tu lado, era difícil, pero me reconfortaba ver a Juliett y a mis hijos en las pocas fotos que mi ex suegro de encargaba de darme.

Adoraba ver como poco a poco el estómago de Juliett crecía más y más.

Y luchaba cada día por seguir adelante. Estaba yendo a pláticas y aparte tenía un psicólogo.

Pero las pesadilla continuaban. Aunque cada vez menos, era común que cuando llovía tuviera esas pesadillas.

Estos últimos tres meses.

Siempre era lo mismo. Juliett yéndose y un hombre abusando de ella, yo trataba de defenderla, pero por alguna razón no podía, algo me detenía.

—Entonces, Elijah, es tu última sesión —sí, hoy era la última—, ¿por qué crees que tienes esas pesadillas? ¿Por qué te sientes culpable?

Mi cara se relajo, estos últimos meses había aprendido a controlar mis emociones: —Porque se que tal vez si yo hubiese ido con ella ese día, todo sería distinto.

—Haz dicho algo muy común "hubiese" —me comentó—, la mayoría de la gente que tiene un familiar que fue abusado sexualmente, dice lo mismo. Y este último día, aprenderás algo. La resiliencia.

—Está bien —le dije.

—Superar las cosas, afrontar la realidad. Es algo que debes aprender para ser un mejor hombre para Juliett —me dijo.

—¿Y ella? —le pregunté.

—Ella ya lo ha superado, aunque tú me dices que la ves como una mujer frágil —suspiró—, hasta ahora ha demostrado ser una mujer fuerte. Con decisión. Tenía dos opciones, superar o seguir con ello, y el haber logrado que su abusador o al menos parte de ello estuviera en la cárcel la hizo superar.

—Me da miedo no poder ser fuerte para ella —me sincere.

—No todas las víctimas logran superarlo, y esta bien. Cada una o cada uno sufre de distinta manera —me respondió—, ella ya pasó su momento de dolor. Y ahora busca una vida nueva, seguir con ella, curar sus heridas.

—La amo —le comenté—, y creo que es momento de ir con ella.

—Me parece muy bien, Elijah —me sonrió—, tengo por seguro que ambos lograrán estar juntos y está vez con una relación más sana. Igualmente si en algún momento llegan a necesitar mis servicios, estas a una llamada de distancia.

Y es que el psicólogo Ramírez tenía razón. Juliett ya lo había superado y está vez me tocaba a mi..

Como se lo había prometido, sería una mejor persona para ella.

Y lo logre. Me levanté de la silla.

—Ha sido un gusto ver tu cambio Elijah, espero que esta vez tu y tu ex mujer logren ser felices —me dijo y sonreí.

—Gracias a ti, por escucharme estos últimos meses —insistí.

Me acerque a la puerta, la abrí y salí. Un poco dudoso.

Suspiré con una sonrisa.

Hoy comenzaba una nueva vida para mí, para Juliett, para mis hijos.

Me adentre en mi vehículo y comencé a conducir hacia casa de Silvia.

La cual curiosamente quedaba a media hora de distancia de el nuevo lugar donde vivían ella y los niños, junto con Sofía.

Llegué a su casa y sonreí.

Abrí la puerta y me encontré a mamá sentada en una silla frente a la mesa, comiendo una mandarina.

—Llegué —le avise y ella se acercó a mí a abrazarme.

—Me da gusto, hijo mío. Hoy terminaste una etapa de tu vida —me sonrió.

—Hoy iré a verla —le avise.

Estaba listo, estaba listo para ella.

Y está vez, como quiera que fuera, nada me separaria de Juliett.

Me asustaba un poco su reacción, pero se que estaría bien. Tome mi teléfono y me metí al chat que ya conocía.

—Hola —lo salude—, ¿puedo pedirte un favor? ¿Podrías decirle a Juliett que iré por los niños?

Deje el teléfono y suspiré.

¿Ella estaría lista?

Estoy nervioso.

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