Capítulo 23. Déjame ser el padre | Corregido

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Abrí los ojos, poco a poco

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Abrí los ojos, poco a poco. Asustada.

Una habitación blanca, con una olor peculiar y agradable era lo que me rodeaba. Estaba un poco asustada.

Mi papá entró a mi habitación.

—¿Qué pasó? —le preguntó sin comprender.

—Ay hija —de queja asustado—, dice Elijah que te desmayaste en la puerta de la casa.

—¿Y Elijah? —le pregunto a mi papá, él me observa con ternura.

—Fue a casa a cambiarse, no quiso hacerlo, pero lo obligue —se alzó de hombros.

—¿Cuánto llevo dormida? —le dije mientras sentía un enorme descanso.

—Casi medio día —contestó y abrí los ojos dramáticamente—, no te preocupes. Los niños estas con Sofía y Diego, él también vino, pero le dije que lo mejor que podía hacer era irse y distraerse con los niños.

Asentí con una sonrisa.

—Esta bien, papá —suspiré, hoy finalmente me había librado de mamá. Nada podía hacerme sentir mal—, tengo hambre.

—Que bueno hija, saldré a buscar a la enfermera para que comas. Descansa —me pidió y salió disparado de la habitación.

Momentos después un doctor entró.

—Me da gusto de que usted esté despierta —se acercó a mí con emoción—, usted y el feto están bien.

—¿Qué? —pregunté sorprendida—, si ¿no lo sabía? Tiene un mes y dos semanas de gestación. Afortunadamente no cayó al suelo, de lo contrario... Bueno, no pensemos en desesperanzas. El director la trajo muy asustado, incluso debería decir que parecía un bebé.

Eso me hizo reír un leve momento.

—Gracias —le dije.

—No hay problema, en un momento vendremos para chequear por última vez y darle el alta. Solo fue un desmayo por cansancio, sin embargo debe cuidar al próximo integrante —me pidió y de inmediato asentí.

Suspiré resconstandome un rato.

Me estire y me quedé quieta en ese instante.

Mierda, esto sonará mal, pero ¿quién es el padre? Carajo, no recuerdo haber utilizado preservativo con ninguno de los dos.

Dios, no.

Mis pensamientos pronto se vieron inundados en problemas y por si no fuera poco Elijah entró a la habitación. Con la cabeza agachada.

Y hablé: —Hola —un simple hola. Solo una palabra, él de inmediato alzó la mirada y con pasos apresurados se acercó a mí abrazándome fuertemente.

—Pensé que te perdería —esconde su cabeza en mi cuello—, ¿cómo estas?

Sus manos temblaban y las acerque a las mías, sujetandolas con fuerza.

Acerque mis labios a sus manos y di un par de besos.

—Tranquilo, estoy bien —murmure un poco asustada—, embarazada, pero bien.

Solté cuál bomba.

—Eso me da gusto... ¡¿Embarazada?! —grito emocionado.

—Sí —le dije en silencio.

—¿Qué sucede Juls? —me preguntó haciendose a un lado, yo alce la mirada sin comprender—, te conozco y se que algo anda mal.

—Tengo que decirte algo, sé que está mal —él guardó silencio permanente—, no sé quién es el padre. No sé si eres tú o es Diego.

—Oh —dijo y su mirada se posiciono en varios lados, mientras sus labios temblaban—, y ¿quieres tener al bebé?

—Sí —respondí con seguridad—, esta vez estoy lista para tener otro hijo, o hija, pero me asusta. No tenerte a mi lado.

—Lo harás bien —sonrió triste—, eres la mejor madre del mundo. No tengas la menor duda.

—¿Qué haremos? —le pregunté.

—No lo sé, pero dime ¿tu quieres estar con Diego? —preguntó.

—No, él es mi amigo, nunca lo vi como una pareja sentimental —le dije honestamente.

—Me iré —me aviso y yo me descoloque al instante—, quiero ser una mejor persona. No sé que pasará después, no sé de quien sea el bebé, pero te diré algo Juls, sea de quien sea. Déjame ser el padre.

—¿Qué? —pregunté, mi corazón latía rápido.

—Sí, cariño —me miró e hizo un mechón de mi cabello ha un lado—, ese bebé. Quiero ser su padre, no se quien sea el padre, pero quiero serlo. Y con esto no quiero decir que te obligare a volver conmigo.

—¿No? —pregunté un poco desconcertada.

—No, esa decisión la tomaras tu, con el tiempo. Por ahora me iré —lo sujete del brazo y de inmediato sentí el común dolor en mi nariz. Solo bastaron dos segundos para que comenzará a llorar—, no, no llores mi amor. No quiero hacerte sufrir más. Eres el amor de mi vida y por eso me voy, quiero ser una mejor persona para ti, para mis hijos, para el bebé. Quiero cambiar por ti mi amor, por eso me voy. Iré a tomar terapias, alejarme un poco. Dejaré la dirección a cargo de un colega mientras regresó.

—No quiero que te alejes otra vez —le dije con dolor.

Omnisciente

—No me iré de tu lado nunca más —le respondió, pero ella no pudo responderle y solo bajó la cabeza mientras sus lágrimas caían.

—Aún te amo —le dijo ella.

—Yo siempre te he amado, ni un segundo he dejado de hacerlo. Jamás lo dejare de hacer —Juliett lo miro con los ojos brillosos.

—Regresemos, podemos...—Elijah se acercó a ella y la besó, tiernamente.

—No amor, no podemos. No puedo, no quiero seguir dañandote —le dijo él— necesitamos tiempo no para mi, sino para tí. Necesito que te repares, se libre amor. Puedes ser feliz con alguien más, puedes hacer lo que quieras amor mío, solo se feliz.

Juliett fruncio el ceño y sonrío confundida.

—No lo entiendo. ¿Y tú? ¿Y los niños? —Elijah beso su mejilla

—Ire a terapia, necesito sanar y no solo por engañarte. Sino por otras cosas más que debo solucionar, los niños, se que no sera facil, pero huye. Vete con los niños a otro estado, solo alejate de mi, alejate del yo dañino —Juliett dejo una lagrima caer. Ella siempre había sido una persona muy sentimental— no llores cariño, odio hacerte sufrir, odio hacerte sentir mal cada que puedo.

—¿Qué pasará cuando vuelvas? —preguntó ella con desesperación.

—Iré a verte y te besare como si fuera la última vez —le prometió.

—Voy a esperarte —le afirmó.

—Iré a verte apenas vuelva —le dijo finalmente.

Ambos acercaron sus rostros y comenzaron a besarse, como si fuera la última vez.

La última vez.

Déjame Ir | FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora