Capitulo 1: El regreso a casa

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El regreso a casa siempre es lo más difícil, especialmente cuando esta ha dejado de sentirse como tú casa en mucho, mucho tiempo... cuando los años pasan, nos distanciamos, conocemos nuevas y mejores amistades, encontramos nuestros propósitos, metas y encontramos la comodidad en un nuevo lugar, ¿Es válido seguir llamando tu hogar al lugar que te vio crecer?

Han pasado cinco años desde la última vez que puse un pie en mi ciudad natal, misma vez que me prometí no regresar en mucho tiempo. Sin embargo, aquí estoy de regreso, arrastrando mi maleta a través de la antigua estación de trenes y aun parece que nada ha cambiado en este antiguo pueblo.

Suspiro pesadamente, al llevar nuevamente mi celular a mi oreja, rogando internamente que mi hermana se digne a contestarme.

Un pitido, dos pitidos, tres pitidos... buzón de mensajes.

—Shannon, por favor contesta—ruego—. Si vine, llevo 15 minutos esperándote, ¿Vendrás a buscarme?

Los minutos pasan y sigo sin recibir alguna respuesta, ni un mensaje, nada. Tampoco podría culpar a Shannon por ello, la última vez que hablamos no quedamos en muy buenos términos...

—La boda, ¿tiene que ser allá precisamente? —pregunté a la persona al otro lado de la  línea del teléfono, con la esperanza de que me deje encargarme de ella desde aquí en Nueva York—. Podría llamar a alguien y...

—Queenie... ya hablamos de esto—Shannon suspiro con derrota al otro lado de la llamada—. La boda será aquí, en nuestro hogar.

Aprieto mis ojos y suspiro con derrota.

—Y... ¿es necesario que yo esté presente?

—Eres mi hermana, Queenie, quiero que seas mi dama de honor, y no podría hacerlo sin mi dama de honor presente.

—Vamos, Shannon— intenté convencerla—, apuesto a que muchas de tus amigas querrían ocupar ese rol.

— ¡No seas egoísta!—dijo con furia—, no puedo hacerlo sin ti, te necesito aquí conmigo.

—¡No estoy siendo egoísta! Es solo que...—suspiro y comienzo hablar atropelladamente en el intento de que acepte cualquiera de mis excusas para no regresar a esa ciudad—. No éramos muy unidas antes de que me fuera de casa y tampoco es como que le digas que no a Phillip si no estoy presente, además...

No alcanzo a terminar el hilo de mis ideas porque me interrumpe, otra vez.

—No puedo creer que me estés dando la espalda.

—No te estoy dando la espalda, simplemente pienso que...

Pero por cuarta vez consecutiva soy interrumpida.

—Increíble, eres verdaderamente increíble.

— ¿Gracias? alcancé a escuchar un bufido y antes de que me insulte agrego—, Shannon, escúchame...

Pero esta vez me veo interrumpida por los pitidos de la llamada finalizada.

Estaría mintiendo si dijera que no me sentí fatal tras aquella llamada, no pude dormir en un par de días al pensar que me odiaba mi hermana. Ella tenía razón, estaba siendo irracional y egoísta, así que tras reflexionar un poco (y ser regañada por nuestra madre) me vi en la obligación de tomar un vuelo de avión y un billete para el tren que me traería de regreso al lugar al que planeaba no volver a visitar jamás.

«Supongo que debí haberme lavado la boca con jabón».

Observo con disgusto el cartel que dice y decido emprender a pie mi camino a casa. Me coloco unos lentes para el sol con el objetivo de que nadie me reconozca, pues no me gustaría reencontrarme con algunas personas indeseables de mi pasado, y sé que este lugar está repleto de muchos de ellos.

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